Regrese a casa aliviada, aunque pensaba en lo afectada que estaba mi salud después de ese accidente, cuando entro Lia a la recamara, me miró fijamente y dijo: -Karen, no vuelvas a hacerme esto por favor, es una penitencia que no creo merecer o quizás sí, pero no la acepto-. Agregué: -No te preocupes Lia, si vuelvo a caer en un hospital, hazme el favor de sacarme en un féretro, solamente así nos aseguraríamos de que ya no vuelva a caer ahí-. Enojada me lanzo una mirada que no le conocía y dijo: -Eres una estúpida-. Sonreí y le dije: -Por favor, estoy convaleciente, no se supone que deberías ser tan dura conmigo-. Me miró afectada por mis palabras, sus ojos tornaron a ponerse algo irritables y unas cuantas lagrimas rodaron por su rostro. Intente calmarla pero ya era muy tarde, esa noche no había sido nada divertida para ella, aunque parecía las chicas que no les afectaban nada, esa tarde vi cómo se convertía mientras pasaba las horas a mi lado cuidándome en una débil hoja de papel, pero con la fortaleza necesaria para sobrevolar entre los vientos.
Lia y yo comenzábamos a convertirnos en una sola, sabía que su amistad era realmente incondicional, por lo que planeaba que ella recibiera lo mismo de mí. Cuidaría de ella tal y como alguna vez cuide de Ana; pero Ana hacia bastante tiempo que ya no me necesitaba más. Durante esos días no se había preocupado en mandarme un solo mensaje por whatsapp. Interpreté su silencio y decidí hacer lo mismo.
Durante la noche me sentí aliviada puesto que ahora que conocía la identidad de aquel chico misterioso perdido entre mis sueños, sabía de ante mano que esa sería la cura para no soñarlo nuevamente, o al menos eso esperaba. Volví a soñar con él, era un juego que estaba empezando y al parecer no terminaría rápido; estaba otra vez ahí en mis sueños, pero ahora nos mirábamos de lejos en la Catedral de la Almudena, de un extremo a otro, él estaba confundido y entonces camino hacía mí, parecía cansado, como si llevase noches sin dormir, me quede de pie frente a él mientras se acercaba, una vez frente a frente emitió la primera palabra: -¿Qué haces aquí?-. Dije: -Justo era lo que procedía a preguntarle Doctor Martin, estoy confundida tanto como usted-. Guardo silencio, como si tratar conmigo fuera un verdadero dolor de cabeza, estaba listo para dar media vuelta cuando discutí: -No tengo idea de porque está aquí, pero ignorándolo tampoco lo resolveremos-. El Doctor Martin mencionó: -Creía que si no dormía dejaría de encontrarme contigo, pero ya veo que me equivoque-. No sabía si todo lo que sucedía era realidad, o solo un producto de mi enfermedad, quizás junto con las crisis convulsivas ahora también había contraído una locura causada por estrés postraumatico, o solo sería demente por el resto de mi vida y viviría en las calles de Madrid y ese era el presagio a la perdida de mi único tornillo sensato. Bueno él era Doctor, su trabajo era no dormir, probablemente estaba diciendo la verdad. Respondí: -Entonces procederé a despertar, aunque ya no sé si solo estoy dormida, muerta o loca-. Intente de todo cuanto pude, quise pellizcarme, intente gritar, e inclusive me deje caer contra el concreto de la plaza, el Doctor Martin estaba tan avergonzado, procedía a ignorar mi comportamiento mientras cuidaba no ser visto por nadie, como si realmente alguien pudiera vernos dentro de mi cabeza, la gente pasaba por la catedral y ni siquiera se inmutaban a prestarnos la mínima atención; cuando vi que ninguna de mis técnicas funcionaba, me sacudí la ropa y camine hacia la catedral. El Doctor Martin estaba indeciso acerca de si seguirme era una buena idea, pero supongo que no le quedo de otra mas que continuar mi juego, al fin y al cabo, se trataba de mi sueño.
Camino atrás de mí, sin embargo, el hecho de que me siguiera me produjo una colera, por lo que me paré y contesté: -Sí me va a seguir Doctor, al menos debe ponerse de acuerdo en si le agrado o no, no puede seguir pasando el rato con alguien por el que siente tanto asco-. Incoherente, estaba siendo incoherente otra vez, pero este era mi sueño y si no podía controlar las personas que aparecían en él, mínimo controlaría lo que pasaba en él. Algo era seguro, si estaba loca. Mi respuesta le sorprendió y la expresión en el rostro le cambio, al mismo tiempo que respondía: -Disculpa, si mi actitud no ha sido la correcta en un principio, es solo que esto es demasiado confuso y sinceramente no me gustaría estar aquí-. Ataqué: -Para mí tampoco es grato estar aquí con usted, y no puedo hacer nada; gracias por salvarme la vida, de verdad gracias, pero que desagradable individuo es usted-. Otra vez mi boca me traicionaba, las palabras salían así sin filtro, yo no era así, sin embargo, no sabía porque este tipo me exasperaba tanto. Justo cuando creí que la colera lo consumiría, se rio a carcajada, la cual solo logro exasperarme aún más. Caminé para adentrarme a la catedral y pedirle a la virgen que por favor me hiciera despertar, cuando el doctor se sintió con la libertad de tomarme de un brazo; respondí: -Por favor no me toque. No entiendo porque no se va de mi sueño, si el único intruso aquí en usted-. El doctor Martin dijo: -De verdad ya lo intenté, no se que sucede que termino encontrándote siempre en mis sueños-. Las palabras se agotaron en mi vocabulario, como hablar ante algo que no tienes respuesta o solución, decidí poner en práctica el consejo de “cuando no tengas nada bueno que decir es mejor que no digas nada” y él me siguió el juego, se quedó callado también.
Editado: 01.04.2020