Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 16: SECRETOS

Mi celular comenzó a sonar, eran las 8 de la madrugada para mí, adormilada lo tomé para apagar la alarma, puesto que estaba segura de que ese era el motivo por el cual sonaba, sin embargo, me sorprendí cuando vi en la pantalla el ícono de perfil de Ana. Contesté inmediatamente: -¡Buenos días Ana! ¡Que gusto escucharte!-. Aunque mi voz sonaba adormilada, no demerito lo entusiasta. Al otro lado del parlante me respondieron: -¡Buenos días dormilona! ¿Aún durmiendo?, ¿No se supondría que tendrías que estar en clases a esta hora o disfrutando del hermoso Madrid?-. Rápidamente improvise: -Aunque me encuentre en una nueva ciudad, los hábitos son los mismos; dormiré hasta las 12 los sábados-. Ana no tardó en decirme mis verdades: -¿Para eso estabas ansiosa por irte? Eres toda una flojonaza; pero bueno no es eso para lo que te he llamado, mamá ha estado muy ansiosa porque no te has comunicado con nadie, eres muy egoísta-. Entonces no tuve más opción que comenzar a mentir, no los preocuparía contándole a Ana que había vuelto a caer en el hospital una vez más y de una manera más dramática que las anteriores, respondí: -Bueno me he encontrado ocupada, con las nuevas clases, he hecho nuevos amigos y una de mis amigas me invito a vivir con ella, se llama Lia…

Puse al tanto a Ana de lo que había hecho en mis primeras semanas de estancia en Madrid, la conversación nos tomó aproximadamente un par de horas, mientras me contaba la manera en la que mis papás resolvían mi lejanía; obviamente omití unos cuantos detalles como: mis sueños que rondaban por la locura más grande de mi vida, mi estancia en el hospital que probablemente era la etiología principal de mis sueños y el hecho de que aún no había pisado la escuela para tomar alguna clase.

Una vez que colgué el celular Lia entro a mi recamara para saludarme y llevarme el tratamiento que me había recetado la Doctora Barrera, mi pastilla matutina, mientras tomaba mi medicamento me pregunte si mis sueños pudieran ser un efecto secundario de dicho fármaco y al mismo tiempo llegue a la conclusión que si así era, era un efecto secundario divertido, así como peligroso, podría llevarme a confundir la realidad. También pensé que si el medicamento estuviera teniendo dicho efecto secundario la Doctora Barrera me hubiese previsto de ello, desde el momento en que me fue administrado. Estuve a punto de contarle mi locura a Lia, no podía ocultarle información tan valiosa, sin embargo, me detuve, por más sensible que Lia pareciese corría el riesgo de que me juzgara loca. Tomé la decisión de guardar mi secreto, guardar mis sueños para mí misma, era una incoherencia de mi parte pensar que podían ser real, aunque su recuerdo así se sintiese.

Durante el día, me sentía impaciente sin saber la causa, solo de algo estaba segura, mis sueños lograban consternarme más ahora que antes, no sabía realmente si era un don o una maldición, pero tenía la esperanza que a lo largo que pasará el tiempo, encontraría la manera de sobrellevarlo, o lo que era mejor, olvidaría toda esta locura y volvería a la normalidad, o al menos lo que yo creía normal.

El día pasó sin contratiempos, Lia cuido de mí todo el tiempo, sentía su instinto maternal que necesitaba en estos momentos, no la estaba pasando mal pero si me sentía un poco débil, entre largas charlas debido a que ambas pasamos todo el día en casa, descubrí una verdad más de Lia. Lilia Marín, proveniente de una familia adinerada de Madrid, una oveja negra del rebaño de acuerdo con como ella lo describe, debido a que ante el ojo público jamás ha sido revelada como parte de la familia. Hija reconocida de un amorío del importante empresario Alberto Marín, el cual es el dueño de Naturgy Aprovisionamientos importante comercializadora y productora de gas en Madrid. Sucedió como en la mayoría de las historias sucede, hombre exitoso asegura llevar una vida familiar problemática para enamorar a una empleada con futuro prometedor en la empresa y de esta manera obtener doble casa; como siempre es bien sabido las cosas que mal empiezan mal terminan; Lilia odiaba a su padre, solo Dios sabe cuántas noches tuvo que secar el llanto de su madre a causa de un amor que no superaba, a pesar de ser: -Un hijo de puta- expresión que utilizaba la misma Lilia para referirse a él, jamás le falto un pedazo de pan para llevarse a la boca, ni mucho menos educación, Lia siempre asistió a los mejores colegios de Madrid, logrando desde edad temprana dominar el inglés y francés, de una manera excepcional. Sin embargo, Lilia era el mejor secreto guardado de su padre, las mantenía calladas pagando todo cuanto ambas necesitaban, por ende, Lia abandona su hogar, para alejarse de toda la desestabilidad emocional que su padre le generaba a ella y a su madre. Su madre, jamás dejo de amar a su padre y de cierta manera le favorecía a la misma Lia que la relación entre su padre y su madre continuara puesto que por ello jamás tenia recibos por pagar de la casa donde vivía, ni siquiera por internet, su padre había arreglado todo, lo único que pagaba eran las cuentas de Netflix o Spotify que se costeaba con el servicio becario que realizaba en la universidad, de vez en cuando me comento que su madre aparecía y le llenaba la alacena, aunque no por eso ella dejaba de buscar la manera de conseguir dinero extra.




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