El domingo antes de que Lia despertase, corrí al supermercado más cercano, la caminata fue productiva mientras me encontraba concentrada por no perderme, de todas maneras, en pleno siglo XXI es imposible perderse gracias a los GPS incluidos en los celulares, según dicen para hacernos la vida más sencilla, para mi gusto, soy de las que piensan lo fácil que es conspirar contra la sociedad gracias a esas cosas, pero hoy me imposibilitaban vagar sin son ni rumbo por Madrid.
Aunque la ciudad en los mapas lucía algo pequeña, navegar entre el asfalto la hacía lucir mas grande que lo que se me había enseñado en clases de geografía. Cuando pase entre un parque verde, vino a mi mente el sueño que había tenido, solo me tomo un minuto recordar mi vagancia nocturna, me preguntaba en qué lugar se había desarrollado y cual era el motivo de que yo no lo conociese, llegaría a conocerlo algún día. La caminata se me fue ilusionada, aprovechaba esos momentos mientras soñaba despierta, la verdad es que nunca he dejado de soñar.
Llegué a Carrefour, comencé a surtir la despensa de la semana, desde algunas frutas y verduras en oferta, hasta algunas que no eran parte de mi stock convencional. Mi objetivo era sorprender a Lia con la despensa hecha y un desayuno, ya le tocaba a ella ser consentida, cuando me encontraba vagando por el departamento de salud e higiene, recordé que había olvidado por completo tomar mis medicamentos. No le di la mayor importancia mientras continuaba realizando mis compras.
Justo antes de pagar, me quede atónita, Alex Martin estaba pagando tres cajas después de donde yo me encontraba formada; gire mi cabeza inmediatamente para el lado opuesto, no quería ser descubierta e inclusive tome una revista y comencé a hojearla a la altura de mi cara para no ser vista. Mientras tanto, sentía palpitaciones en mi pecho que corrían a mi cuello, una sudoración profusa salía de mis manos y ahí estaba yo exagerando como siempre y mis emociones incontrolables. Baje un poco la reviste y mire rumbo a la caja donde se encontraba el sujeto, para mi suerte caminaba rumbo a la salida casi corriendo sin mirar hacia atrás, sentí un alivio cuando las puertas de salida se abrieron para dejarle marchar.
No se que me enloquecía del encuentro, era solo que no estaba segura de que pasaría si nos veíamos cara a cara, después de esas locas noches, probablemente era mi idea, pero todo parecía muy real; aunque era una tonta pensando que la historia de un hombre atrapado en mis sueños era cierta, sin embargo, no quería comprobarlo, prefería así, viviendo en el anonimato, sin vernos de frente. Puesto que la primera vez que nos vimos de frente él ni siquiera fue capaz de mirarme a la cara salvo por dos segundos, hoy yo no era capaz ni siquiera de toparme accidentalmente en el supermercado.
Luego de que pague mi mercancía, me quede unos minutos más sin salir del supermercado, no fuese a pasar que se hubiera quedado unos minutos fuera del establecimiento por las mismas razones por las que nos hemos encontrado en mis sueños y en la vida, simples “casualidades”. Entonces contesté un mensaje que me enviaba Lia, preguntando por mi paradero, le resolví sus dudas, le mencioné que no se preocupase, que ya iba en camino al departamento. Tome un auto en el camino de regreso, por lo que la charla con el conductor me distrajo de mis propios pensamientos.
Al llegar me vi muy tentada de contarle el incidente del supermercado, pero decidí mantenerlo secreto, hacerme la fuerte y negarlo, sería mi salvación en algún momento de mi vida; o eso era lo que millones de comedias románticas me habían enseñado en cuanto al amor, por ende, si no hablaba de ello, no había nada que me acusase por el momento.
Preparamos el desayuno y nos dispusimos a ingerirlo, pronto prepare algunos cuadernos y bolígrafos para el día siguiente. Al mismo tiempo Lia se encontraba retocando su tinte azul, le ayude a retocarlo, así como a cortar algunas puntas maltratadas, esa era mi función cuando Ana se encargaba de embellecerse.
Editado: 01.04.2020