La “cita” había terminado, desperté a las 3:30 am exaltada porque no había hecho mi tarea; o quizás quien había despertado primero había sido el brillante Dr. Martin, igual nunca lo averiguaría, si charlar con él en mis sueños era sumamente complicado, ni quería imaginarme como sería hablar con él en persona.
Despabilé mi mente un momento antes de iniciar con mi tarea, entonces corrí al refrigerador por una merienda, excelente había un poco de leche por lo que me fue posible comer un cereal, comencé con los resúmenes para el día siguiente y en menos de lo que pensé se dieron las 5:00 am, Lia se levanto al baño cuando me encontró repasando el libro que me había dado para la clase optativa que tomábamos juntas. Me echo una mirada de orgullo adormilado supongo, quizás intentaba que amara un poco lo que ella también amaba. Para las 6:00 am ya era hora de que comenzará a arreglarme o se nos haría tarde. Lia y yo éramos unas completas dementes, quien en su sano juicio elegía iniciar sus clases a las 7:00 am, pero ambas nos excusábamos diciendo que así teníamos toda la tarde para socializar sin remordimientos.
Mientras fingía buscar un asiento en el metro, pensaba solamente en encontrarme con Alex, probablemente este sería el gran día, tenía una buena corazonada; sin embargo, no sucedió. Llegue a la escuela aliviada porque no había sucedido como lo pensaba, que tal si me llamaba loca como al principio o peor aun me ignoraba como a veces solía hacerlo. Entonces pensé realmente que buscaba en Alejandro Martin, éramos dos polos opuestos por completo, no teníamos nada en común y apuesto que pensaba diferente a la manera en la que yo pensaba, no veía las cosas desde mi perspectiva, realmente valía la pena aferrarse a algo que nunca siquiera sucedería. Lo que sea que eso fuera, debía poner los pies sobre la tierra y dejar de ilusionarme con bobadas. Empezar a hacer lo que realmente vine a hacer en Madrid: triunfar; o por lo menos sobrevivir a esto que era increíble.
Luis me saludo en cuanto salimos de la primera clase juntos, era un caballero, muy bien educado, por algo comenzaba a convertirse en nuestro mejor amigo. Solo que a Lia le agradaba más de lo que admitía, había una conexión entre ambos, se notaba cuando conversábamos, ellos se entendían a la perfección y se complementaban mas de lo que se daban cuenta. Pero pronto lo descubrirían, solo era cuestión de paciencia para que juntos encontraran la felicidad. Lia no era una chica de relación estables debo mencionar, tampoco de cortas, pero en noches de juerga en las que no regresábamos a casa hasta las 4:00 am en algunas ocasiones encontraba la manera de divertirse. Jamás le discutí nada acerca de ello, solo estaba al pendiente de ella e intentaba cuidarla.
Mi estilo de vida comenzaba a descontrolarse un poco, deje de tomar el medicamento que me había recetado la Dra. Barrera, por fortuna no había tenido ninguna recaída y los sueños habían desaparecido; el sueño de conocer y descubrir al Dr. Alejandro Martin se había esfumado en un par de semanas, la escuela era perfecta, mis calificaciones iban muy bien debo decir; pero algo me faltaba, necesitaba el drama de tener en mi vida a Alex. Debía tener un proyecto social, reformar al chico problemático, ayudar al necesitado; estaba loca.
Editado: 01.04.2020