Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 23: ALMA

Una semana más concluyo sin imprevistos. El fin de semana estaba por fin en mis manos nuevamente, la escuela me dejaba exhausta de lunes a viernes, el respiro que necesitaba estaba en la puerta de mi hogar y Lia tenía el plan perfecto para esa noche de sábado. Había puesto sobre mi mesa de noche, hace unos días atrás, un par de boletos para ver a Russian Red en todo su esplendor en una presentación muy íntima en el café Rocco. La suerte estaba echada, nos deleitaríamos con música aparentemente excelente de acuerdo con la opinión de Lia, aunque Russian Red llevaba algunos años sin deleitar a sus fans con nuevos sencillos, el toque de su música los seguía absorbiendo en cada una de sus presentaciones por aquellos que de corazón conseguían boletos para verlos en vivo.

En un principio ni siquiera tenia idea de la música que escucharíamos, pero bastaron unos cuantos días para que Lia fuera mi guía en esta experiencia musical, al final quede fascinada por cada melodía que inspiraba un poco de tristeza escondida entre las letras y notas. Encontraba en su música las palabras que no era capaz de pronunciar, probablemente una calma que me encantaba. El sábado mientras Lia revolteaba su closet tratando de encontrar el atuendo perfecto, me di cuenta que esto era realmente importante, no era un concierto mas, ni una cita cualquiera en el café, era el encuentro entre el alma con la música, era intentar fundir el numero de almas que fuesen necesarias con un bien común: música. Y así fue, en cuanto pisamos el café, con esas luces que prometían la ambientación adecuada, la sublime música nos ofrecía un viaje ancestral, el encuentro de dos mundos en planos diferentes, el tiempo se detuvo y las emociones fluyeron desde el primer momento.

Russian Red abrió su evento con una de sus canciones mas famosas “I hate you but I love you”, un solo rostro vino a mi cabeza que describía a perfección esa letra, el encuentro surgió, nos fundimos en unos mismo a medida que nos deleitábamos con una banda sonora excelente, los músicos se entregaron tras el escenario, algunas lágrimas resbalaban, son cuestiones que no te explicas, simplemente no intentas comprender la situación, solo la vives, la sientes. No había personas intentando presumir el momento en sus redes sociales, solo había personas atesorando un recuerdo que permanecería en sus memorias. A lo largo del show éramos nosotros, en medio de luces, entre la oscuridad, no nos importaba aparentar nada, solo éramos, sin individualidades, era increíble lo que la música transmitía, simple arte en movimiento al unísono de algunos acordes.

No pude haber estado mas agradecida con Lia, por tan sublime experiencia; regresamos a casa pasada la media noche, había valido la pena. Mientras analizaba cada minuto vivido a lo largo del día, me cuestionaba la manera tan abrupta en la que el Dr. Alex Martin había desaparecido de mi vida, también me cuestionaba la manera en que yo había aceptado que así fuese. Posterior a mil vueltas en mi cabeza al respecto, deje de cuestionarme y desee que Alex jamás se enamorase de una loca que quiere saberlo absolutamente todo de él, esas personas son cansonas todo el tiempo, también desee que no se enamorase de una loca que no fuera perfecta, se aburriría de tanto corregirla a cada paso, también que no se enamorase de alguien profundo, se cansaría tratando de entender su alma a cada segundo, querría explicaciones y lo bueno no se explica, solo se vive. Desee que realmente no se enamorase puesto que era un ser superficial que no entendía nada de amor, mas que las letras que conformaban dicha palabra. Dejaría a su paso mil corazones rotos en el intento y ninguno que hubiese valido la pena realmente romperlo.

Pero dentro de tantos malos deseos, me contradecía y le deseaba que se enamorara, que encontrara ese amor profundo que transforma las entrañas, solo así entendería las locuras que las personas hacemos y las justificamos con la palabra amor, yo no sabia nada de todo aquello, pero entendía mas de lo que él lo hacia por mi poderosa observación, todas aquellas historias que Lia me contaba también influían sobre mi percepción. Había sido testigo de cada corazón roto, llorando en los bares, sin consuelo; mientras algunos otros solo reíamos y festejábamos, estos pequeños seres se escondían entre las tinieblas fingiendo estar disfrutando. Tanto arte que florecía a pies de dicho sufrimiento, era solo inicio del catarsis, luego de ello te dabas cuenta que el objetivo se había cumplido y habían salido cosas buenas.




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