Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 24: PANICO

Lunes por la mañana, estaba lista para acudir a la cita que había olvidado con el neurólogo, de no ser por mi agenda digital no hubiese asistido. Al entrar todo se sentía tan común y corriente, hasta que pase por la entrada de urgencias, los recuerdos cayeron sobre mí. Estaba en una camilla de hospital con mangueras conectadas a mi cuerpo, los paramédicos entraron corriendo al mismo tiempo que empujaban mi camilla, el Dr. Martin no perdió tiempo en recibirme, entramos a un cubículo de urgencias, el carro rojo se encontraba a la derecha, una enfermera obtenía medicamentos que el Dr. Martin le solicitaba mientras colocaba las dosis necesarias en una jeringa, todo era descontrol y caos. Otra enfermera estaba sobre mi ropa, tomo sus tijeras de botón y fue desgarrando prenda por prenda, mientras el Dr. Martin buscaba fracturas en mis extremidades, se me coloco una bata, cuando de pronto una enfermera grito: -Apnea y asistolia doctor, código azul-. El Dr. Martin se abalanzó y comenzó a tomar los instrumentos necesarios para intubarme, mientras que otra enfermera estaba en mi pecho iniciando las maniobras de resucitación, una vez que fui intubada la asistolia desapareció y comencé a respirar a través de un tubo.

El flashback llego a mi mente tan rápido y de esa misma manera se fue, no tuve tiempo de asimilar la información que acaba de obtener, me quedé estática ante las puertas de urgencias cuando el Dr. Alex Martin me encontró, él regresaba de su hora de comida e inmediatamente que me vio momificada en la entrada me ofreció su ayuda, dijo: -Disculpa, ¿te encontráis bien? -. No encontré palabras para responder, mis ojos estaban mas que abiertos y mi cuerpo seguía inmóvil, él repitió: -¡Niña! ¿Podéis escucharme?-. Al mismo tiempo movió uno de mis hombros y eso basto para que aterrizara a tierra nuevamente. Moví la cabeza hacia arriba y luego hacia los lados, tenía palpitaciones, la boca seca, sentía una dificultad en el pecho para tomar aire. Eso basto para que él reconociera que estaba teniendo una crisis de pánico, llamo a una enfermera la cual me llevo a sentarme mientras me colocaba las puntas nasales con un oxígeno a 3 litros por minuto. A medida que el oxígeno entraba a mi sistema podía sentir como mi cuerpo se relajaba y cedía; la opresión en el pecho desapareció y mi corazón dejo de alocarse por un momento.  

El Dr. Alex Martin había desaparecido de mi vista nuevamente, pero unos minutos mas tarde estaba parado frente a mi en aquello que parecía una conversación muy bien entablada, inicio con un: -Karen, ¿Qué estáis haciendo aquí?-. Probablemente lucía ridícula con las puntas nasales, pero había intentado quitármelas y él mismo me lo había impedido, contesté: -Vine a mi cita mensual con el neurólogo, es solo que no sé que me paso-. No conocía a la persona que tenía frente a mí, o mejor dicho esa no era a persona que recordaba de mis sueños. A lo que él respondió: -Me parece que tuviste una crisis de pánico, ¿esto te había pasado anteriormente?-, añadió: -Probablemente aún no superas el trauma de tu accidente-. Jugar con mis enfermedades mentales era demasiado sucio, hasta para él estuvo mal jugado; calle en señal de desaprobación con su comentario y él entendió todo en una simple mirada, por lo que comentó: -Veras, tener crisis de pánico es un proceso normal por el que atraviesa una persona que ha tenido un incidente, esta bien si conmigo no queréis hablar, pero tendrás que hablarlo con el neurólogo para que posteriormente te haga el envío a psiquiatría-. Su actitud era de un profesional interesado por sus pacientes, pareciese que estuviese tratando de arreglar lo mal que se había comportado conmigo las semanas anteriores en los sueños, sin embargo, volvía a sorprenderme con esa faceta que no conocía.

Por un momento dude en confiarle, pero no tenia nada que perder, la Dra. Barrera no se aparecía por ningún lado, por más que trate de llamarla con telequinesis. Dije: -Ok, Dr. Martin, algunos recuerdos vinieron a mi mente al ver la puerta de urgencias, creo que fueron demasiado para mí o me tomaron por sorpresa que no pude manejarlos-. Su cara cambio, se poso en su rostro algo de tristeza y seriedad, entonces dijo: -Es difícil manejar los recuerdos Karen, sin embargo, son sucesos que deben ser celebrados porque nos permiten estar en el lugar en el que tenéis que estar-. Desvió su mirada hacia otro lado, intentaba ocultar un dolor que cargaba en su espalda desde hacía mucho tiempo atrás, pero a medida que coincidíamos en ese pequeño espacio de temporalidad me daba cuenta de que era un objeto con el que no podría seguir cargando tanto tiempo. Intente que la charla continuara de la manera mas natural posible, pero una urgencia nos interrumpió, una media hora mas tarde, una enfermera estaba dándome de alta de urgencias y me encaminaba al consultorio del psiquiatra con el que trataría mis crisis de pánico.

El Dr. Gonzalez estaba preparado para iniciar la terapia, posterior a una hora de charlas insensatas y técnicas de relajación que debía aplicar, me encontraba con una receta en mis manos para un calmante de uso estrictamente solo cuando fuese necesario.




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