Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 25: LLAMADA

Regresando a casa me sorprendió encontrar a Lia, creía que estaría en la universidad, sin embargo, me comentó que el docente no había acudido a la clase. No me sentía bien, pero no podría explicarle mi sentir a Lia, no lo entendería, cuando una llamada de un número desconocido entro en mi celular; al contestar la voz al otro lado de la línea me pasmó. Dijo: -¿Karen?-. Inmediatamente corrigió: -Disculpe, buenas tardes, con la señorita Karen-.  A lo que respondí: -Ella habla, ¿Qué se le ofrece?-. El Dr. Alex Martin se había tomado la molestia de llamarme, era como si me leyera el pensamiento, las coincidencias se acumulaban y yo solo veía señales del destino. Mencionó: -Disculpa que te moleste Karen, es solo que en el sistema aparece que no acudiste a tu cita con el neurólogo; considero importante que no lo dejes pasar-. Las palabras me salieron sin pensar: -¿Eso quiere decir que ahora usted es recepcionista Dr. Martin?-. Pude escuchar las carcajadas al otro lado del parlante, algo nervioso respondió: -Bueno desconozco completamente como sea el sistema de salud en México, pero aquí en Madrid, nos esforzamos por darle un trato personalizado a nuestros pacientes, eso incluye fungir como recepcionista si es necesario-. Sentí un poco de coquetería en su respuesta a lo que dije: -¿Y no le parece demasiado doctor?-. Entonces tajantemente respondió: -Bueno la Dra. Barrera estaba buscándote-. A lo que agregué: -¿Cómo obtuvo mi número de celular?-. El Dr. Alex mencionó: -En el expediente clínico, tiene toda su información-.

Lia me miraba del otro lado de la cocina con una cara de interrogación y al mismo tiempo callada intentaba atar cabos; cuando me percate de lo que su rostro intentaba decirme, volví inmediatamente a la conversación detrás del celular, pronuncié: -¡Muy amable Doctor! Mañana acudiré nuevamente al hospital-. El Dr. Alex se escuchaba arrepentido del atrevimiento al que se había sometido, por lo que rápidamente se despidió diciendo: -Me parece perfecto Karen, es necesario que cuanto antes te revise el neurólogo; me preocupa tu crisis de pánico de hace un momento-. Al mencionar dichas palabras que formaban una oración me sentí muy intimidada, otra enfermedad más a mi lista de males existentes; sin embargo, valía la pena tener un pretexto para acudir al hospital nuevamente y toparme con el Dr. Alex.

Todos los males se disiparon de mi cuerpo posterior a dicha llamada, la música resonaba en mi cabeza, olvide por completo la escena presenciada en el hospital y Lia fue testigo de ello, a pesar de todo, se limito a quedarse callada, como si su predicción fuese peligrosa para ambas. Esa noche me sentí impaciente de que las horas no pasaran más rápido para que la luna se ocultara entre las nubes, y dejara a su paso el brillante amanecer.




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