Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 36: NADA

Solo soy un conjunto de células que forman órganos, a su vez soy un conjunto de órganos que forman sistemas, un conjunto de sistemas que forman un cuerpo humano un ser biológico que, sin alma ni mente, tan solo es materia que ocupa un lugar en el espacio. Estoy en el hotel con Lia, solo soy nada, mi mente esta en negro, siento como si durmiera, pero con los ojos abiertos, respiro, tengo pulso, escucho el latir de mi corazón, pero estoy vacía. Ya nada puede interesarme en absoluto, lo he perdido todo.

Cuando me fui de México no me di cuenta que perdía cosas invaluables, el conflicto era innecesario, debí haber hecho las cosas de una mejor manera, culpa sobre culpa empezó a hacer peso sobre mi espalda, los hombros dolían aun sin haberme parado en todo el día de la cama, mi cabeza ni siquiera la percibía sobre mis hombros.

Lia se inmuto a no dirigirme la palabra en todo el día, ella sabia que era lo mejor que podría hacer por mi en ese momento. Durante la noche escuche toda clase de ruidos extraños antes de dormir, primero fue el sonido de un cuervo que venia desde el baño, me dieron calos fríos tan solo de escucharlo, lo ignore, el sonido parecía acercarse nuevamente y no tuve el valor de asegurarme que era ni de despertar a Lia que reposaba a mi derecha. La luz de la luna entraba por a ventana y alumbraba el cuarto de una manera sensacional, trate de calmarme, sin embargo, poco a poco sentí el corazón salir de mi pecho, necesitaba mis pastillas y ni siquiera podía ponerme de pie, quise levantarme pero no pude, podía mover mis ojos solamente, comencé a hiperventilar e intente levantar a Lia para que me ayudase, ninguna parte de mi cuerpo me respondía, yo ya no era la dueña, intente calmarme pero era inútil; las lagrimas comenzaron a rodar por mi rostro mojando la almohada y una especia de graznido quiso salir de mis labios, pero tampoco podía mover mi boca. Entonces vino a mi mente un recuerdo, el recuerdo de un rostro que llevaba mucho tiempo persiguiéndome para producirme paz. Me miro a los ojos y dijo: -Karen necesito que estés tranquila, te dormiré con un medicamento para poderte hacer los procedimientos necesarios, pero debes confiar en mí-. Su simple recuerdo me estabilizo, poco a poco mi corazón bajo su actividad y fui recuperando lentamente el movimiento de mis pies y luego de mis manos. No pude dormir después de eso, pero al menos el canto del cuervo no lo volví a escuchar durante la noche.

Encendí mi celular después de días de inactividad, por fortuna tenía mensajes de él.




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