Veo esos ojos
No dudo en dispararte sin piedad
Pero, el único que sangra soy yo.
Me ahogo lentamente en mi ser
Y, sin embargo,
dices: “Te perdono”.
Dándome tu hombro para llorar.
“No lo entiendo”.
¿Merezco tu misericordia?
Una voz dentro de mis entrañas
La misma que se alzaba gritando con fuerza:
¡Dispara! ¡Dispara!
No deja de repetir:
¡No!
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Editado: 25.01.2024