Estamos a mitad de un bosque espeso, abundan los pinos altos de tronco grueso. Yo y mi grupo de asalto avanzamos con cuidado, intentando no ser vistos. Mi nombre es Tyra Sheppard, teniente de fuerzas especiales, vengo de una larga cadena de militares, mi padre lo fué, mi abuelo también.
Tenemos que acercarnos a una pequeña casa a mitad del bosque, al parecer un grupo terrorista se esconde ahí. La misión consta en entrar, encontrar la computadora principal, descargar nombres, localizaciones de las demás células terroristas y principalmente códigos de activación, sospechamos de diferentes misiles escondidos en todo el país, teniendo los códigos será más fácil buscarlos y desactivarlos.
Avanzamos con precaución cuidando de no levantar sospechas, avanzamos pecho tierra hasta llegar a los troncos fuertes y gruesos de los árboles, los snipers nos van indicando el movimiento dentro de la casa. Estamos casi por llegar cuando escucho una interferencia en mi audífono, es tan aguda que no puedo tenerlo un minuto más en mi oído. Volteo hacia mi compañero, él imita mi acción, al parecer no soy la única con el mismo problema. Saco los binoculares e inspecciono cada ventana, la casa es de madera con ventanas pequeñas, es de dos pisos, una cabaña poco modesta, no parece un refugio ni una base, parece una casa de algún rico que usa para vacacionar. De repente noto que no hay nadie en las ventanas, lo cual se me hace sospechoso, hasta hace un momento veía a uno o dos patrullar tanto dentro como por fuera de la casa. Abruptamente las luces se apagan y me es imposible ver dentro de la casa a través de las ventanas, despego mis ojos de los binoculares y volteo hacía Demon.
-Saben que estamos aquí... (dice sin dejar de ver hacía la casa)
-Toquemos la puerta...
Caminamos hacía la casa, cuidando de que nada nos tome por sorpresa, con el resto de nuestra gente, llevo a mi mando un grupo de 15 activos. Avanzamos con cuidado, viendo hacía todos lados, llegamos a la puerta principal, hacen dos filas, una a cada lado de la puerta, me acerco a ella e intento escuchar si hay algo del otro lado, pero todo es silencio. Volteo hacía Demon, mi mano derecha, nos conocemos desde que entramos a la milicia, siempre hemos hecho muy buen equipo, en este caso trae a parte de su equipo militar, un pasamontañas y unos lentes negros. No veo nada de su rostro, pero lo conozco tan bien que se que está tan eufórico como yo. Camino hacía el lado contrario de la puerta, llegando al final de las filas que formaron. Saco mis escuadras 45 de sus fundas, respiro profundamente, cierro los ojos y me concentro, en cuanto los abro exhalo el aire que inspiré y doy media vuelta, corro por entre las filas directo hacía la puerta, antes de llegar a ella brinco, alzando ambos pies del suelo y pateo la puerta, desprendiendola de las visagras. Cuando entro caigo sobre la puerta y de inmediato empiezo a disparar. Entran detrás de mi los soldados dandome fuego de cobertura, nos vamos cubriendo con los muebles, Demon levanta la puerta que es de metal y la usa de escudo, se acerca a mí.
-Iré al sótano, prenderé las luces...
-Con cuidado... (lo volteo a ver de reojo mientras sigo viendo a los terroristas que no paran de llegar)
Veo como se ayuda de la puerta y corre de la sala, por el pasillo hacía la puerta que dá al sótano, le hago señas a un par de soldados para que lo cubran y lo ayuden. Es una casa de dos pisos, de madera, metal y cristal. Los muebles son sumamente elegantes, es una lástima que se estén destrozando por las balas. Nos atrincheramos en la sala, frente a nosotros está una barra que separa un minibar de la misma, más adelante hay un pasillo, según el plano, lleva a la cocina. Antes de la barra hay otro pasillo, la primer puerta lleva al sótano, la segunda a un medio baño y la tercera a un despacho, después siguen unas escaleras que llevan a más habitaciones. Me voy moviendo con cuidado hacía el despacho, ahí debe de estar lo que buscamos, mis hombres hacen frente, los terroristas que estaban saliendo de la cocina y de detrás de la barra cesan. Los disparos se detienen, nos ponemos de pie, ningún activo está muerto, si acaso herido, pero no de gravedad.
Camino con cuidado y hago la señal para que revisen la casa en busca de algún resagado. Me acerco hacia el despacho cuando la luz regresa, aún así apagamos todas las luces, no queremos delatarnos aún más. Abro la puerta y en cuanto me asomo detecto un sonido del metal, escucho como bajan el percutor de un arma, lo escucho en mi oído, antes de que se produzca el disparo, regreso mi rostro esquivando la bala, pero no del todo, me abre un surco en la mejilla, siento como la piel y el músculo se separan y la sangre entra en mi boca, caliente y con ese sabor tan característico a hierro. El tiempo pasa más lento, regreso mi mirada y siento una patada en mis manos, haciendome soltar mi escuadra, veo como sale y cae al piso deslizandose debajo del escritorio. Regreso la mirada hacía mi agresor y detengo su mano cuando se dirige empuñando el arma con la culata hacía mí, directo a mi cabeza, con la mano libre lo empiezo a golpear en el abdomen, una, dos, tres veces, hasta que con su pierna, la levanta y me patea separandome de él apenas unos centímentros, antes de que baje el arma y me pueda apuntar me abalanzo hacía él, apoyo mi hombro en su estómago y corro con él casi cargandolo hasta que lo estampo contra la pared. Tomo su mano armada y empiezo a golpearla contra el muro hasta que veo que la tira, estrello mi cabeza en la suya y lo arrojo al piso con fuerza. Saco mi cuchillo y de una sola intención, de manera fluida caigo encima de él con mi rodilla en su pecho y clavo el cuchillo en su cuello, sus manos se alzan hacía mí, intentando sujetarme, pero el filo corta su yugular y su carótida haciendo que la sangre salga con fuerza y en abundancia, cubriendo mi mano, desentierro el cuchillo y veo como sus ojos se opacan lentamente, se atraganta y tiene ligeros temblores antes de irse totalmente.
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Editado: 18.01.2020