Desde mi cielo

CAPITULO 41: No Education / Apocalyptica

     Al atravesar el portal veo de nuevo esa ciudad, donde renací, el cielo está nublado, amenaza con llover. Cuando volteo hacia Hariel noto cierta melancolía en su rostro, esta ciudad nos recuerda tanto. Caminamos por las calles, aún es de noche y apenas unas gotas caen del cielo. Avanzamos por el camino conocido, llegamos hacia el club de Tony, pero lo que vemos me provoca un dolor en el estómago, está abandonado, sucio, descuidado, las letras fundidas, nadie está afuera esperando entrar. Volteo a ver a Hariel con miedo, tengo en verdad pánico de que algo le haya pasado a Tony y a los otros inquisidores. Entramos con cuidado, sorteando la basura que se a acumulado, justamente estoy pensando que no tengo ni una navaja para defenderme. Vemos las mesas rotas, tiradas en el piso junto con las sillas, todo está sucio y desgastado. El ruido que hacemos provoca que alguien se asome por detrás de la barra con una escopeta, es Jade, la cantinera quien nos ve con sorpresa, brinca por encima de la barra y nos ve con alegría. 

-Creí que estaban muertos... tardaron tanto en regresar... (nos reprocha con la mirada cargada de desesperación)

-Lo siento... estoy consciente de eso... dime... ¿Dónde está Tony? (le pregunto despacio como si no fuera capaz de entenderme si hablo rápido)

-¡Sobreviviendo! (escucho la voz de ese demonio, sale de donde está su oficina, está recargado en el marco de la puerta, aún viste con traje y no se ve desalineado como el resto de su club) ¿Dónde estaban ustedes?

-Formando un plan (le dice Hariel con alegría mientras se acerca a Tony)

-Pues... vaya que se tardaron... (dice Tony quejandose amargamente) espero que sea bueno... 

-Bueno... pero ya estamos aquí... (me cruzo de brazos frente a él) tenemos que hablar... 

     Tony asiente con la cabeza, nos permite pasar a su oficina, una vez dentro vemos que en ese punto las cosas siguen como antes, la misma iluminación, las cosas siguen en su lugar, lo único que ha perdido el brillo y la batalla es la parte del bar. Noto como Tony se sienta detrás del escritorio y toma un puro el cual enciende mientras se recarga y se pone cómodo en su asiento. Me dispongo a sentarme en la silla que está frente a él cuando la puerta que lleva a las habitaciones se abre, veo entrar a un hombre alto de ojos azules, sus cabellos rubios ondulados caen como cascada por sus hombros, por la poca experiencia que tengo identificando ángeles, podría apostar que él lo es. Detrás de él entran Yusuf y Sebastián, se ven cansados, algo tristes y desinteresados. 

-Tyra... él es el arcángel Gabriel... (Hariel me presenta al chico rubio, lo sabía, ya soy buena distinguiendo ángeles)

-Vaya... el arcángel Gabriel... un gusto (me acerco a él y le ofresco mi mano)

-El gusto es mío... he oído demasiado de ti... Teniente Tyra... (sonríe amigablemente mientras estrecha mi mano, puedo sentir el calor de su piel)

-Espero que cosas positivas... (que supongo que en este momento no son muchas, sinceramente)

-Basta de perder más el tiempo... ¿qué han estado haciendo mientras no estaban aquí? (dice Tony perdiendo la paciencia)

     Volteo hacia Hariel y me dispongo a sentarme en la silla que ya tenía contemplada, una vez frente a Tony lo veo fijamente a los ojos, suspiro, inhalo con fuerza, retengo algo de tiempo el aire y lo exhalo. Le plático todo lo que ha pasado desde que me fui ese día de aquí, no olvido mencionar la muerte de Ángel, pues aunque ya pasó me sigue doliendo en el fondo de mi corazón, tampoco evito el detalle de que Demon regresó al lado de los buenos, no quisiera que al verlo lo quisieran matar. Con forme más hablo ellos empiezan a interrumpirme menos, noto como al llegar al punto donde recibo la marca de Caín, Tony no lo toma muy bien, les muestro mi marca y todos se acercan menos él quien solo clava sus ojos llenos de coraje en mí, decido ignorarlo y continuar con mi relato, sigo hablando y hablando, tratando de no saltarme cada detalle, puedo sentir como mi garganta se empieza a quedar seca lentamente, Hariel me acerca un vaso con licor, cuando lo pruebo me quema la garganta hasta llegar a mi estómago. Una vez que termino el silencio domina el lugar, nadie se atreve a emitir ni una sola palabra hasta que Yusuf se anima a hacerlo.

-Entonces... ¿hay posibilidad de salvar el alma de Florence? 

-No... (dice Gabriel sin pensarlo mucho) es imposible... es obvio que no lo es... no hay nada que rescatar... 

-¿La han visto? (dice Hariel con algo de miedo en la voz)

-Si... solo... un par de veces... (dice Sebastián con tristeza, la desesperación se apodera de él) nos ha intentado matar en cada una de esas veces... no se ha detenido... (cierra los ojos con fuerza mientras se sienta) destruyó la corte de los milagros... (levanta su mirada hacia nosotros) nadie sobrevivió... 

-¿La corte de los milagros? (jamás había escuchado tal cosa)

-Si... una pequeña comunidad en las cloacas de esta ciudad... ahí vive mucha gente... es... era parecida a la que está debajo de la catedral... (me explica Hariel con tristeza) ahí vivía la familia de los inquisidores... sus compañeros... 

-Era un nido de ratas... estafadores, ladrones, asesinos... era nuestra familia... ahí vivían... (dice Sebastián con el alma desgarrada) la poca familia que me quedaba... mis compañeros... todos muertos... 




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