Desde mi infierno

1.

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Voy corriendo entre las calles, intentando perder a quienes vienen persiguiéndome, parece una tarea difícil más no imposible. Salto entre carros, paso por debajo de letreros y puestos ambulantes, empujo gente contra de ellos, pero cada vez los veo más cerca, esta vez sí me metí en problemas.

Mientras huyo veo pasar mi vida a través de mis ojos, todo lo que hice, todo lo que  perdí. Mi padre era policía, un policía honrado e inquebrantable, eso lo metió en problemas, lamentablemente las personas buenas no tienen lugar en un mundo tan podrido y por eso las personas malas terminan asesinándolos.

Aún recuerdo esa noche, los disparos dentro de la casa, a mi madre entrando apresurada a mi habitación, cerrando la puerta y colocándose detrás de ella como si eso fuera a ser suficiente contra lo que estuviera del otro lado. Aún recuerdo cuando volteó a verme, con lágrimas en los ojos y casi en un susurro pidiéndome que me escondiera. Era una niña apenas de 6 años, apenas tuve tiempo suficiente para esconderme debajo de la cama cuando la puerta salió volando, empujando a mi madre al piso, justo frente a mí, nuestras miradas coincidieron, vi sus ojos llenos de miedo, rogándome sin decir nada que guardara silencio, y en eso, en menos de un abrir y cerrar de ojos, descargaron todo un cartucho de su arma en su cuerpo.

Mi garganta rogaba gritar, pero tuve que poner mis manos en mi boca, intentando no hacer ruido, no podía contener las lágrimas, pero mis gritos sí. Las personas a las cuales nunca identifiqué se fueron, cuando estuve segura que la casa estaba vacía, decidí salir, pasando con cuidado sin tocar el cuerpo inerte de mi madre. Llamé a mi padre sin recibir respuesta, cuando bajé a la sala lo encontré, aún con su arma en mano, pero sin vida como mamá. No sabía qué hacer, ni a donde ir, salí de mi casa corriendo, buscando ayuda, pero solo logré perderme y heme aquí, una ladrona casi profesional, adoptada por una familia de asesinos que tuvieron piedad de mí y me enseñaron todo lo que saben. Ex militares, ex policías, todos ellos peligrosos, todos ellos resentidos con la humanidad, algunos solo civiles sin ganas de tener una vida normal, ya sea porque no quieren o porque ya es muy difícil regresar y ser un buen ciudadano. Y yo, una huérfana ya de 23 años, intentando huir de la competencia, al parecer les ganamos el golpe, mis compañeros y yo nos separamos, pero nos superan en número por mucho. Sólo espero poder seguir el paso sin cansarme.

Justo al brincar por una ventana, uno de ellos dispara en mi dirección, consigue herirme en una pierna, caigo de rodillas dentro  del departamento al que entré, pero logro levantarme y seguir corriendo, no puedo distraerme, la familia que vive ahí se sorprende, la madre abraza a sus hijos mientras el padre blasfema y me amenaza con una escoba, vaya espectáculo, decido seguir corriendo, salgo a un pasillo muy largo que lleva a una salida a la calle, lo recorro con prisa, dejando mi rastro de sangre, cuando logro abrir la puerta choco contra algo más duro que mi cabeza. Son ellos, caigo de espaldas y veo sus rostros, me han alcanzado y no solo eso, apuntan hacía mí. Me queda claro que hasta aquí llegué, no tengo a donde ir.

Antes si quiera de pronunciar palabra, descargan sus armas en mí, el primer impacto es el que duele, los demás son imperceptibles, simplemente sientes como tu alma se empieza a separar de tu cuerpo, como todo se vuelve oscuro, podría decir que incluso hay algo de paz en un acto tan violento. El tiempo parece pasar más lento, los minutos se vuelven horas y solo espero a que acabe, tirada en el piso, viendo hacía el otro extremo de pasillo, logro distinguir algo, es un hombre, muy alto de traje, piel muy blanca, ojos marrones y cabello negro muy largo, juraría que le llega hasta la cadera. Me ve fijamente, está cruzado de brazos disfrutando del show, me ve directamente a los ojos, levanta una ceja y dibuja una media sonrisa en el rostro, al parecer lo disfruta. Antes de que pueda juzgar su actitud me desvanezco, como humo, simplemente siento como dejo de existir.

 

Tengo pequeños destellos de lucidez, estoy en una ambulancia, con el pecho descubierto, veo a dos hombres, creo que son paramédicos, están desesperados, viendo monitores, gritándose entre ellos, sus rostros son de angustia, uno de ellos jura que estaré bien cuando de repente siento una descarga eléctrica deslizándose por mi cuerpo, el otro acaba de usar el desfibrilador conmigo y de nuevo me sumerjo en una profunda oscuridad. Otro destello de conciencia, hay plumas flotando, son blancas, están ellos intentando darme RCP, no lo lograrán, de nuevo me vuelvo a hundir, pero esta vez, un frío se adueña de mi cuerpo, creo que así se siente morir. Siento el roce de algo en mi mano, no logro distinguir que es, entonces algo me jala, me da un tirón fuerte, como si alguien hubiera metido la mano en el lago oscuro y frío donde me estaba hundiendo y de una sola intención hubiera logrado sacarme.

Abro los ojos, estoy sudando frío, siento los latidos de mi corazón en mi cabeza, estoy mareada y desorientada, intento sentarme, me siento entumida. El lugar es amplio y frío, con mesas de metal, yo estoy en una, hay gavetas frente a mí y detrás mío, veo jeringas e instrumentos que no había visto nunca, trato de identificar donde estoy, aunque siento que ya lo sé.

—Estás en la morgue, debes de sentirte algo entumida por la temperatura que mantienen aquí y tu muerte que ya lleva un buen rato, tus músculos se pasman.

A mi lado esta ese tipo, el hombre de traje que vio como me acribillaban, ¿qué hace aquí?, ¿cómo que una morgue?, en verdad me morí, pero entonces, ¿qué está pasando?




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