Desde mi infierno

9

     No pude dormir en toda la noche, me sentía inquieta, me desperté temprano y me arreglé, unos jeans azules rotos de las rodillas, botas de trabajo amarillas y mi favorita, un clásico para mí, una playera negra de cuello en "v". Salí de mi habitación buscando algo que comer, me acerque a un pequeño refrigerador que tiene Tony, pequeño blanco y vacío. ¿Los demonios no comen?, Muero de hambre, tendré que ir más lejos a conseguir comida, pero no tengo dinero. Salgo del despacho de Tony, el bar está totalmente vacío, es raro verlo así, camino entre las mesas, paso mi mano por la barra, tengo que pensar en cómo conseguir comida.

-Qué madrugadora (me sonríe con sus dientes blancos y perfectos, es Jade y trae unas bolsas)

      Me acerco desinteresadamente, la saludo y le sonrío, le pido ayudarla ya que se ve que está peleando mucho con esas bolsas, cuando asomo mi cara noto para fortuna mía que es comida. Mi estómago ruge más fuerte que un león y me sonrojo ya que Jade lo escucho también y empieza a reírse 

-Sigueme, te prepararé algo (me guiña un ojo)

     La sigo por detrás de la barra a lado de donde están colgadas las botellas hay una puerta, la abre con dificultad y me invita a pasar. Cuando entro es un lugar no más grande que el despacho de Tony, tiene una mesa y sillas, una cocina integral sencilla. Las encimeras son de mármol negro, las repisas también, todo tiene una combinación muy elegante de negro con rojo. Jade pone las cosas en la mesa y la imito, empieza a sacar unas cajas de leche, jamón, queso, huevo, mantequilla, café, pan, mi estómago vuelve a chillar y empiezo a salivar. 

-Relajate, empiezo enseguida jajajaja (me sonríe con ternura y empieza a dorar unas rebanadas de pan en mantequilla)

-Lo siento, muero de hambre (me da algo de pena que se de cuenta de mis necesidades fisiológicas) una pregunta ¿Los demonios... Comen?

-¡Claro! Nos alimentamos del alma de nuestros enemigos (lo dice como si fuera lo más natural del mundo)

     Me quedo estupefacta... ¿Es en serio o solo me está tomando el pelo? De repente voltea y al ver mi cara se ríe.

-jajajaja lo siento, si comemos, pero más por gusto o gula que por necesidad, nosotros no funcionamos igual que un humano. (Me guiña un ojo)

     Me sirve en un plato una rebanada de pan dorado y encima de este un huevo frito, se ve delicioso, me sirve un vaso con leche y se sienta frente a mí.

-Espero te guste, si quieres más te lo puedo preparar 

     Más tardar en decir eso que yo en atragantarme de comida. Al principio se sorprende de ver mi apetito tan feroz, después le da risa y se levanta para cocinar otra porción.

-Lo siento... Es que... Recuerdo que mi madre preparaba así los huevos, eran mis favoritos... (Lo comento con nostalgia)

-Si, lo sé... Bueno, no lo sé... Lo presentí 

-¿Cómo puedes presentir algo así? (Me quedo confundida)

-Es un don, simplemente intuyo lo que los demás necesitan o quieren... Y la mayoría de las veces acierto. Supongo que después de morir tus sentidos se agudizan (lo dice mientras pone otra porción en mi plato, está vez la como más despacio)

-Vaya... Yo me morí... Y no me siento diferente... 

-No es lo mismo jajajaja

-Oye, en serio gracias por los detalles... (Se lo digo con honestidad)

-Descuida, se que estás pasando por algo difícil.

-Bueno, toda mi vida lo he hecho... Ya me acostumbré (su mirada se ensombrece)

-No ha sido fácil ¿eh?...

-Cuando fueron asesinados mis padres era muy pequeña, crecí en la calle, me volví parte de una familia de ladrones y asesinos, todos los días mi vida estaba llena de peligros.

     Cuando ella se dispone a hablar entra Erick, sorprendido de verme ya lista. Se acerca a nosotras, saluda a Jade, ella le corresponde con una sonrisa para después retirarse.

-¿Asi que hoy decidiste madrugar? (Me sonríe)

-¿Hoy? disculpame, pero siempre madrugo, que no te des cuenta es diferente (le sonrío y le guiño un ojo)

-Anda, señorita madrugadora, vamos que Gabriel no espera.

     Salimos del club y vamos caminando hacia la iglesia, durante el camino vamos en silencio, yo voy viendo todo a mi alrededor, veo a las personas apuradas por hacer sus pendientes, ir a su trabajo, llevar a los niños a la escuela. No puedo decir que extraño esa vida por que nunca la tuve. Mi vida consistía en despertar tarde, robar el desayuno, vigilar las calles, encontrar algún rico atarantado al cual robar o aceptar trabajos de robos o sesinatos. Eso era todo, a eso me dedicaba, no era lo mejor, no era una vida honrada, pero aprendí a vivir así y me acostumbré a ella. Llegamos a la iglesia, entramos y tomamos el camino de la última vez, llegamos a ese apartado donde encontramos a Gabriel. Él está sentado frente a la chimenea, pensativo, cuando nos ve de reojo sonríe y se levanta. es más alto que yo por una cabeza, y no es que yo sea chaparra, simplemente él es enorme. Sus ojos son de un azul claro, mucho más claro que el mío y su cabello quebrado cae por su espalda y hombros como oro líquido. Es bastante atractivo, tiene cara de niño bonito, pero sus facciones son serenas, tranquilas. 

-Bienvenidos, llegaron temprano (su sonrisa que nos dedica es cálida)

-Florence madrugó (me pasa un brazo por los hombros y me abraza juguetón)

-Bien, mejor... vamos, siganme, iniciemos con la clase (me guiña un ojo y le sonrío)

     Caminamos y caminamos, salimos de la iglesia y empezamos a caminar por las diferentes calles, si no conociera esta ciudad como la palma de mi mano ya me hubiera perdido, nos quedamos parados frente a una puerta de madera, la cual tiene un pluma marcada con fuego. Mientra la veo fijamente Gabriel se da la media vuelta y empieza a hablar.

-El cielo y el infierno se encuentran aquí, no hablamos de lugares geográficos, podemos decir que son velos, la tierra, el cielo, el infierno, están en el mismo espacio, al mismo tiempo, pero en diferentes realidades... los velos están encimados, y hay partes en las que el velo que separa esta realidad de las demás esta desgarrado, Pocos son los que pueden encontrarlos, (todo lo dice mientras acaricia la puerta con su mano, delinea la forma de la pluma con cariño) nosotros, los ángeles hemos marcado esos desgarres, hay puertas en toda la ciudad que te pueden llevar al cielo o al infierno. (voltea a verme y me pide con un gesto que me acerque a la puerta)




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