Desde mi infierno

12

     Llevo varios minutos viendome al espejo, el vestido rojo me quedó de encanto, parece una segunda piel, los tacones no son muy altos, mi cabello sigue suelto y enmarañado, no estoy maquillada, nunca me había tenido que arreglar para ninguna situación. Erick me trajo unas paletas de maquillaje de Jade, pero no tengo ni idea de como usarlas sin que quede como payaso. Esto es un caos, me siento en la cama y termino dejandome caer hacia atrás, De repente tocan a mi puerta de seguro quieren saber si ya estoy lista.

-¡Hola! ¿cómo va todo? ¿ya estás lista? (Es Jade)

-¡Hola! pasate... necesito que me ayudes (la veo con ojos de cachorro)

-jajajaja, lo sé... (se sienta a mi lado y toma los maquillajes)

-Dejame adivinar, ¿tú sensibilidad te dijo que era lo que necesitaba?

-No, Erick... jajaja sospechaba él que no tendrías mucha práctica con esto. (levanta las paletas y me dedica una sonrisa)

-Tan atinado como siempre (pongo los ojos en blanco)

-Anda... dejame ayudarte... (me guiña un ojo)

     De repente toma el maquillaje y unas brochas, levanta mi cabello y empieza, tengo miedo de quedar como payaso, pero creo que tiene el don de dejarme presentable. Siento como las brochas pasean por mis parpados y mejillas, hago caso cuando ella me pide que cierre  los ojos o vea hacia algún lado. En cuanto ella dice "listo" empieza a guardar las pinturas y yo me dirijo hacia el espejo, antes de llegar me toma de la mano y me hace retroceder.

-Espera, aún no termino, falta peinarte (me sienta de nuevo en la cama)

     Saca un cepillo y me hace una media coleta, pone un adorno muy mono sujetandola y me riza mechones que caen sobre mis hombros, peina el cabello que tengo cerca de mi cara, y me vuelve a ver, su rostro refleja un trabajo bien hecho, se ve orgullosa y satisfecha, Me señala el espejo, dandome permiso de ahora si verme. SImplemente no me la creo, mis ojos tienen un juego de sombras negras que se degradan a mi todo de piel normal, pasando por un morado rojizo de transición, mis labios son rojos y mis mejillas son sutilmente rosas, no me creo que sea yo, en conjunto con mi cabello arreglado y el vestido, no creo que esa que esta ante el espejo sea yo.

-¿Y bien? ¿hice un buen trabajo? (me pregunta Jade sonriente)

-Wao... eso creo... 

     De repente toca la puerta Erick, luciendo un encantador traje negro con camisa blanca y corbata roja, se pregunta si ya estoy pero cuando me ve se queda con la boca abierta. Tony al ver que Erick no se mueve y se queda pasmado se asoma para ver que es lo que tanto le sorprende y me ve. Los dos se quedan sorprendidos.

-Bueno... creo que ya estoy lista (sonrío nerviosamente)

//Desde los ojos de Lucifer//

     Estoy ancioso, aquí ya en el infierno, la zona más tranquila, donde viven los demonios con más clase. Justamente estoy en el edificio donde vive Lilith, en cuanto yo decidí volverme representante del infierno en la tierra le encargue a ella que se hiciera cargo de todo acá. Lo a hecho bien, no lo puedo negar, ella es estricta y no duda en hacer las cosas. Estoy tomando un Vodka en la sala mientras espero que ella aparezca, en la sala hay una chimenea gigante, tal vez sea ilógico, pero en el infierno hay zonas donde el frío es insufrible. El lugar tiene un acabado de castillo, paredes de ladrillos grandes y grises, cortinas de terciopelo rojas con detalles dorados. Enormes cuadros que relatan las batallas míticas con los ángeles, pisos de madera. Extraño un poco esta moda. Termino mi trago y la sirvienta se acerca a rellenar mi vaso, es una muchacha de ojos grandes y verdes, piel morena y cabello castaño, tiene un grillete en el tobillo y tiene cicatrices.

-¿Qué pasa Lucifer? ¿Estar allá arriba te ha hecho de corazón de pollo? (su voz es imposible de confundir)

     Dirijo la mirada hacia una de las escaleras principales, estan hechas de piedra también, con una alfombra de terciopelo rojo, baja de ellas deslinzando su mano por el barandal, a su lado la acompaña Azazel, un demonio muy antiguo, enseño a los hombres a crear armas y a las mujeres brujería, ademas es el padre de los nephilim, Lilith no podría haber escogido mejor general.

-Lucifer... (saluda Azazel)

-Azazel, siglos sin verte (lo saludo levantando mi vaso hacia él)

-Lo mismo digo Lucifer, ¿cuando regresarás a gobernar tu reino? (me sonríe lascivamente)

-Cuando me dé la gana, además no los veo quejandose...

-No es queja mi señor, es solo que... este no es mi lugar y lo sabe... no se cuanto tiempo el covenant seguirá permitiendolo... (me responde Lilith)

-Lo permitirá mientras no encuentre problemas conmigo... 

-Lo cual no tardará mucho, me enteré de que mataste a un humano, que de hecho entre tú y la inquisidor nueva torturaron a otro... (dice Azazel con veneno en sus palabras)

-¿Perdón? (lo volteo a ver echando chispas por los ojos)

-Vamos Lucifer, si te da consuelo, el hijo de puta al que torturaron hasta matarlo está aquí, no fue un crimen tan malo, era un cabrón y está pagando por eso. (Azazel me guiña un ojo)

-Creo que no es momento de hablar de eso, la inquisidor no debe de tardar mucho en llegar... caballeros (pasa por entre los dos y se acerca a la puerta)

     En ese momento las puertas principales que son todas de madera, se abren de par en par, entran primero Tony y Erick, saludan a Lilith con respeto y Azazel se acerca a saludarlos, la cordialidad abunda aquí, detrás de ellos veo a Gabriel, entrando con su cara de incertidumbre, es obvio que no le agrada estar aquí, pero hace su mejor esfuerzo por no salir volando, de su brazo trae a Florence, me quedo boquiabierto al verla, el vestido le quedo exquisito. combina perfectamente con sus cabellos rojos como el fuego, mi corazón se acelera, en verdad, lo que daría por tomarla de una mano y llevarmela a lo más recondito del castillo para mi exclusivo deleite. Cuando mi cabeza está pensando cosas pecaminosas y lujuriosas ella voltea verme, sus ojos se iluminan y hace que me sienta con suerte, me dedica una sonrisa tímida, pero de repente como si recordara algo, baja la mirada y su rostro se torna triste y serio.




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