Desde mi infierno

CAPITULO 20: Set Fire To The Rain/Adele

-Uriel, Yael... Y .. ¡ah! ¿El otro idiota cómo se llama? (Le pregunto a Sebastián)

-Roziel... Roziel... ¿Qué intentas? (Me pregunta sin mucho interés)

-Intento no olvidarme de sus nombres, le preguntaré a Tony o a Erick si les suena el nombre. (Sebastián pone los ojos en blanco)

     Seguimos caminando por los túneles, llevo la USB y la cámara digital, caminamos en silencio, intento seguir recordando los nombres en mi cabeza. Llegamos a la puerta, Sebastián saca sus llaves y antes de que entremos voltea hacia mí con confusión.

-¿Porno de enanos? ¿En serio arriesgamos el pellejo por eso? (Me ve con una combinación entre asco e indignación)

-Dudo que sea eso, de seguro le puso ese nombre a la carpeta para cubrir apariencias. (Pongo los ojos en blanco y lo empujo para poder pasar)

-Si es porno de enanos, no sabes cuánto me burlaré de ti (me contesta mientras me sigue)

-Necesito una computadora (le enseño la USB)

-Vale, tengo una en mi casa... (Encabeza nuestra caminata y yo lo sigo un par de pasos de distancia)

     Llegamos a la casa, abre las puertas y dentro está Ana jugando con unas muñecas, me ve y me sonríe, me saluda con la mano y sigue jugando. Seguimos de largo sin escalas hasta su habitación, abre la puerta y cómo siempre todo está desordenado y fuera de lugar, quita unos trapos de su escritorio y saca una laptop y me la ofrece, yo la tomo y la abro de inmediato, quito la ropa de su cama, se la aviento y me siento en ella, introduzco la USB y espero a que cargue, él se sienta a mi lado y nos quedamos a la espectativa. De repente se abre la pantalla y decido abrir la carpeta de nombre extraño, Sebastián se esconde detrás de mí, pero como sospechaba las cosas no son como la carpeta dice, es una serie de videos de Daniel. Decidí abrir el primero.

-Bien... ¿Cuál es el miedo más grande de la humanidad? Siempre será morir, por qué no sabemos que hay del otro lado, que nos espera, ¿que Dios es el bueno?, da miedo morir y qué tal vez ni haya nadie del otro lado para recibirnos (se acomoda sus lentes y ve nerviosamente hacia los lados) pero... ¿Qué pasaría si alguien es capaz de saber que pasa después? Bueno... Yo puedo ser ese alguien (esa última frase la dice agarrando la cámara con ambas manos)

-Tu amigo está loco (dice Sebastián aún atrás de mi aferrado a mi hombro)

-Sebastián, necesito que me prestes la compu, tengo que ver los vídeos, pero no puedo hacerlo aquí.

-Si, se me olvida que no puedes salir a socializar... Llévatela, pero no la rompas. (Aunque no esconde el coraje que le da que siga alejada de la corte, cada vez me trata mejor)

-Gracias (lo veo con cariño y le sonrió de lado)

     La guardo en una maleta y me la llevo, salgo de ahí no sin antes darle un fuerte abrazo a Sebastián y despedirme de Ana. Camino por entre las calles de la corte, viendo lo que antes era cotidiano para mí, llegó a la salida y el hijo de Ravena me sonríe y me abre la puerta. Ravena siempre se caracterizó por ser la guardiana de las puertas, lo que creo que hará que sus hijos sigan la tradición, eso me hace pensar en el general, aunque ahorita las cosas están en calma, necesitan un líder y esa iba a ser yo, pero las cosas dieron un giro inesperado, ahora tendrán que escoger uno y ahí es donde todo se volverá un caos. Salgo de la corte y camino por entre los túneles hasta llegar a la alcantarilla que está más cerca el club, con cuidado salgo de ahí y en cuanto pongo de nuevo la coladera alguien pone su mano en mi hombro.

-¿Florence? ¿Qué haces saliendo de la alcantarilla? 

     Cuando volteó veo el angelical rostro de Gabriel viéndome con preocupación, pone sus manos en mi rostro como examinando que no tenga rasguños. Me hago hacia atrás alejándome de ellas y le sonrió.

-No te preocupes, todo bien (le guiño un ojo) solo es mi forma de moverme por la ciudad (dirijo mi mirada a su brazo convaleciente) ¿Tú cómo sigues? Ya puedes volar? (Le sonrió)

-Je, aún no... Pero falta poco (me sonríe todavía adolorido, me acerco a él y lo tomo del brazo, hace una mueca de dolor y mi mano se pinta de rojo).

-¡Gabriel! ¿Te has cambiado el vendaje? (Lo veo preocupada mientras el solo sonríe) anda vamos a la iglesia, tenemos que arreglar eso. 

     Lo tomo de la mano como si de un niño pequeño se tratara y llegamos a la iglesia, entramos y avanzamos por el camino de siempre, al llegar a su habitación le doy el paso para que el abra la puerta, antes de entrar le pido al padre Tomás que si puede traernos vendas y accede con una sonrisa.

-Bien, quítate el saco y la camisa... (Cuando volteó a verlo sonríe y abre sus ojos) por favor. 

     Empieza a desabrochar su saco e intenta sacarselo pero le cuesta por el dolor, al ver eso dejo mi mochila en el sillón y me acerco a ayudarlo, le quitó el saco y empiezo a soltar su corbata mientras él se me queda viendo fijamente. Empiezo a desabrochar sus botones con cuidado y le retiró la camisa, la mitad de su torso está con el vendaje ya todo rojo por la sangre, la otra mitad perfectamente descubierto mostrando una piel de terciopelo. De repente me pongo roja, me le quede viendo con la boca abierta y él lo nota, cuando levanto la mirada me ve con ternura y acaricia mi cabello. ¿Qué está pasando aquí?, Me pongo aún más nerviosa, le pido que se siente en su cama y empiezo a retirar el vendaje, entra el padre Tomás con un cuenco con agua, y vendas limpias y compresas, le agradecemos y se marcha. Tomo una de las compresas, la sumerjo en el cuenco y empiezo a limpiar la sangre, Gabriel empieza a hacer muecas de dolor y voltea hacia el otro lado, me preocupo y aprieto su mano con calidez, el voltea a verme y me sonríe sutilmente. Sigo con la limpieza, intentando ser cuidadosa, y él me observa en silencio clavando su mirada en mí, lo veo fijamente y me pierdo en el azul de sus ojos, nuestros rostros se empiezan a acercar sin que lo noté ni me incomode, pierdo la atención de lo que estoy haciendo y lo lastimo, su cara se torna en dolor y yo me exalto.




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