Desde mi infierno

CAPITULO 36:Ladies And Gentlemen/ Saliva

//Desde los ojos de Lucifer//

       Entro, Eris que aguardaba desde las sombras abre las puertas y me da el paso, los ángeles y los demonios que se encuentran ahí me ven con curiosidad y recelo, los veo divididos, pese a que tengan la misma visión no significa que el rechazo entre ellos no se presente. Con forme avanzamos sus miradas pasan de mi a Florence, la cual tiene su cabeza recargada en mi hombro. La veo y mi corazón se enternece ante la imagen, sentir que ahora depende su vida de mi me pone nervioso, la he lastimado y sigo sin perdonarmelo. Pude tener algo mejor, pude tenerla a ella y pude tener a un hijo, carne de su carne, mitad mío y mitad suyo y mi devoción por Alexiel me cegó y me hizo arruinar lo único que me daba alegría. Ahora aunque la llevo en mis brazos, no me pertenece, Hariel ya la posee en cuerpo y alma, ella huele a él y él a ella. Su unión es más que obvia, en su corazón ya no queda nada para mí, y aunque me duele en verdad, sinceramente deseo su felicidad, se la merece, aunque eso destruya la mía. 

     Entramos al elevador, solo Eris y yo con Florence, estamos en silencio, se que lo siguiente es de suma vitalidad que lo hagamos bien y a la primera. Eso sí queremos que nadie salga herido. Aunque la idea de tentar a la suerte, hacer que Hariel entre a la contienda y lo maten es bastante llamativo, podría ser yo quien cure su corazón herido por la perdida de su amado serafín. Volteó a verla, la veo tan tranquila. No podría, verla destrozada no llenaría mi corazón y se que aún con eso no me aceptaría. Suspiró profundamente, triste de tener en mis brazos lo más preciado para mí, pero que ya no me pertenece. 

     Se abren las puertas del elevador, Roziel está en el centro viendonos fijamente, sonriendo al vernos entrar, en los sillones se encuentra sentado despreocupadamente Belial, alto, pelirrojo y arrogante. Voltea a vernos y sonríe de lado, se levanta para acudir a nuestro encuentro. 

-Vaya... lo hiciste... creí que no regresarįas (me dice Belial sonriendome de oreja a oreja con ironía)

-El siempre regresará a mí... (sale de la habitación Alexiel)

     El cuerpo de Ana no es el mismo, se ve un cuerpo adulto, como de la edad de Florence, Roziel al ser un criptarca tiene mucho conocimiento, de seguro lo hizo a petición de ella, para que este más cómoda, pero eso solo desgastó más el cuerpo, se ve débil, camina despacio, apoyandose de las cosas, su semblante es pálido y las venas se realzan en un tono azul. Se acerca a mí y ve a Florence fijamente, acomoda un mechon que cubre su frente.

     Roziel hace un gesto con su cabeza, nos acercamos a un comedor, y me pide que deposite ahí a Florence, Alexiel nos sigue de cerca. Todos estamos a la espectativa, voltea a ver a Belial a los ojos y sin palabras hace que vaya a la barra del minibar, saca de debajo un paquete envuelto en tela, Cuando Belial está cerca de Roziel, abre con cuidado el paquete, saca la lanza del destino, vieja y oxidada. 

-Bien... Eris, Lucifer... necesito que se retiren... (dice Roziel sin siquiera voltearnos a ver)

-¿Perdón? No lo creo... Nos quedamos (le digo viendolo fijamente, él levanta la mirada hacia mí, una mirada insípida)

-Yo... me retiro... (dice Eris mientras da media vuelta y se dirije hacia el elevador)

-Debería de imitar a su empleada... (me dice Roziel, pero antes de que pueda decir algo Alexiel habla)

-Dejalo... tiene derecho a estar aquí... (la veo inspeccionando a Florence de cerca) ese ojo se pondrá morado, ¿en serio tenías que golpearle la cara? (levanta la mirada hacia mí, se tragó el cuento) supongo por el golpe que le atinaste... (camina hacia mi con lentitud) huele a Hariel, se volvio la hembra de Hariel... vendría siendo mi cuñada... vaya... como da vueltas la vida... ¿no?

     Camino directo al ventanal, sus palabras causan estragos en mí, ya suficiente con saberlo como para que ella tome ventaja y se burle. Me concentro, cuando Alexiel este inconciente puedo con Roziel o con Belial... pero no podré con los dos, estoy en desventaja. Me acerco al vidrio y veo hacia fuera, buscando a Hariel, con esperanza de que pueda ver desde donde sea que está la situación. Aflojo mi corbata en signo de angustia.

-Bien... mi señora recuestese a lado de la inquisidor... (le dice Roziel mientras ve fijamente la lanza en sus manos)

     Alexiel hace lo que le pide, se sienta en la mesa junto a Florence y me voltea a ver, extiende su mano hacia mi pidiendo que me acerque. Por un momento la veo fijamente, con duda, me acerco con paso lento y me pongo frente a ella, pone sus manos en mi rostro y me ve con ternura, una ternura que hace siglos no veía en sus ojos. 

-Se que esto es difícil, se que todos estos años, pese a tus pequeñas rebeliones contra el Covenant, estuviste fielmente al servicio de ellos y de la humanidad... se que esto te traerá problemas, se que la guerra que empezará esta noche puede volverse eterna, pero en verdad.... cuento contigo, eres mi apoyo... y te agradezco que me la hayas traído, te prometo que las cosas saldrán bien por que estamos juntos. (me atrae hacia ella y me besa tiernamente, cierra los ojos y yo la imito tratando de que no me delate mi falta de interés, acaricio su mejilla y le sonrío)

-Mi señora... una vez recostada a lado de la inquisidor atravesaré su pecho con la lanza, liberando su alma para después atravesar el pecho de la inquisidor, la lanza con su sangre ya en ella facilitará la transición. Por favor, recuestese de inmediato y empecemos, el tiempo apremia (dice Roziel, sin demostrar desesperación)

     De inmediato Alexiel se recuesta a lado de Florence, de nueva cuenta estoy intentando no impacientarme, volteo hacia el ventanal, nervioso y regreso la vista hacia Alexiel y Florence. Veo como Roziel levanta su mano con la lanza y la descarga con fuerza en el pecho de Alexiel, esta con la herida abre los ojos por el dolor y se va en un suspiro. Veo como Roziel camina alrededor de la mesa y se dirige a Florence, al mismo tiempo siento una mirada, siento como si el tiempo avanzara despacio, más de lo normal, veo que Belial es quién me ve, fijamente, sospecha algo. 




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