Desde mi interior

CAPÍTULO CUATRO: Recordar

Después de tomar mis manos, me miró fijamente a los ojos, me sentía en el aire, es que esos ojos me hacían viajar a un mundo donde solo existimos él y yo. Sus palabras me trajeron nuevamente al mundo real.

- ¿Traes un anotador y lapicera en ese bolso? - pregunto Iz.

- Claro que si - conteste.

Abro el bolso buscando el anotador y la lapicera.

- ¡Lo encontré! - Exclame.

- Genial, voy a anotar mi número así estamos en contacto.

- Esta bien - conteste.

Al terminar de anotar, me abrazó y me dio un beso en la mejilla derecha, y se marchó. Su perfume quedo en mi ropa esa tarde, fue el momento más hermoso. La felicidad que sentía era inexplicable, y más aún al saber que al día siguiente íbamos a ir al cine.

Al entrar a la casa estaba ella, Zara, me miró y con una sonrisa y me dijo.

- No sabes dónde te estás metiendo.

- No me molestes - conteste.

- Le acabo de mandar una foto a Briseida de cuando Izaro te abrazo, mañana verás las consecuencias en la escuela, lamentablemente no voy a poder estar, pero la satisfacción me va a llegar cuando me entere lo que te hagan.

- ¿Es una amenaza? - pregunte.

- No, no es una amenaza - con una sonrisa irónica contesto Zara y continuo - Simplemente es una advertencia - dando la media vuelta se fue y se encerró en su habitación.

Me había quedado sin palabras, no sabía cómo afrontar una situación así, jamás me gusto discutir, ni pelear con nadie. Lo único que hice fue ir a mi habitación, acostarme y llorar. Deseaba mucho que mi madre estuviera allí para escucharme, para preguntarle cosas que no entendía en cuanto al amor. ¿Era amor? ¿Me estaba enamorando? Necesitaba mucho a mis padres, necesitaba preguntarles ¿Por qué me dejaron sola? ¿Por qué papá no se quedó conmigo ese día? Si era un problema laboral de mama, ¿Por qué subieron justamente en ese vuelo? ¿Por qué murieron ese día? Mi corazón explotaba de tristeza, había muchas cosas guardada dentro mío, sentía como mi corazón se partía pedazo a pedazo.

El ruido de golpes en la puerta me hizo olvidar un poco de todo, pero no abrí, luego otra vez y otra vez golpearon la puerta.

- ¿Quién es? - pregunte.

- Soy tu madrina.

- Ya te abro Madrina - conteste.

Rápidamente sequé mis lágrimas, traté de calmarme un poco para hacer lo que siempre hacía, fingir felicidad. Al abrirle la puerta, ella entro y me dijo.

- ¿Te encuentras bien Mel?

- Si madrina - conteste.

-¿Estás segura? - volvió a preguntar y agregó - Pase por el pasillo y escuché que alguien lloraba y ese llanto venía de tu habitación, me preocupas de verdad, sabes que puedes contar conmigo, quizá no eres mi hija de sangre, pero te criamos junto con tu padrino, y para mí las dos son iguales, quizás tu padrino a veces hace diferencia, pero eso no existe en mí y lo sabes, te amo, eres mi hija de corazón y nada va a cambiar eso.

Fue inevitable no llorar con esas palabras que ella me decía, mi corazón necesitaba desahogarse, eran muchas cosas en mi interior que debían salir.

- Lo siento - susurre.

Ella solo me abrazo e hizo silencio, ese silencio que a la vez lo dice todo, ese silencio que se escucha más fuerte que una misma explosión.

- Me haces acordar mucho a ella -

- ¿De verdad? - pregunte.

- Si - contestó ella y continuó - Tu madre era mi mejor amiga, por algo me eligió a mi como tu madrina.

- ¿Y cómo era ella? - pregunte.

- Idéntica a ti, ojos cafe claros, pelo castaño claro, una sonrisa que dejaba tildados a todo en ella, se le hacían hoyuelos al reírse, esos mismos que se te hacen a ti cuando ríes, claramente eres idéntica a ella, sabes tu madre era una de las chicas más hermosa de la escuela, nosotras nos hicimos amigas en la primaria.

- Wow, no sabía esa historia madrina - conteste asombrada

- Si, las dos éramos inseparable - contestó y continuó diciendo - En la secundaria conocimos al dúo inseparable, Gael Cook y Albert Paz

- Mi padre y mi padrino - conteste

- Así es, tu padre y tu padrino eran los chicos guapos de la escuela, ellos integraban un grupo de seis chicos, el grupo se llamaba sparkly, no sé cómo paso, pero tu padre se fijó en tu madre y tu padrino en mí, como te dije anteriormente tu madre era una de las más bella de la escuela y bueno, no es por nada pero yo tampoco me quedaba atrás - sonríe - Así fue que organizamos una salida los cuatro, con el tiempo fuimos conociéndonos, salíamos juntos, ellos eran mejores amigos y nosotras mejores amigas, pero como te dije, tu padre era un chico muy guapo y tenía su pasado.

- ¿Pasado? - pregunte sorprendida.

- Así es - contestó - Ese pasado se llamaba Saya Patson, fue novia de tu padre durante un tiempo, si mal no recuerdo fueron novios un año o casi un año.

- ¿Estaba de novio con esa tal Saya y a la vez salía con mama? - pregunte.

- No, no - contestó mi madrina mientras una sonrisa se marcaba en su rostro - Cuando tu padre conoce a tu mamá, tu padre y Saya ya no tenían más nada, pero esta chica, la ex de tu papa quedó obsesionada con él. Ella se encargó de hacerle la vida imposible a tu mama. Recuerdo un día en el que tu mama ya cansada de todo lo que Saya le hacía en la escuela, la agarro de los pelos, era muy claro que tu mama ya estaba cansada, ya que ella no era de enojarse ni lastimar a nadie.

- Mi madre hizo todo lo que yo no hice nunca - conteste.

- Si - contesto mi madrina - Pero nadie sabíamos el final que esto iba a traer.

- ¿Qué sucedió después? - pregunte.

- Después de esa pelea, supe que los directivos echaron a Saya de la escuela, se decía por los pasillos que los padres la castigaron y la tuvieron que cambiar de escuela, pero después no supimos más nada de ella.

- Mamá sí que tenía carácter - conteste riendo.

- Si, lo tenía, solo si la buscabas- contestó mi madrina y agregó - Luego de terminar la secundaria, tomamos rumbos pedagógicos diferentes, tu madre se fue por el lado de la administración empresarial y tu padre por la abogacía, yo me fui por el lado de maestra y tu padrino de ingeniería, lamentablemente cuando fallecen los padres de tu padrino, él se vio obligado a dejar el estudio y trabajar en la empresa familiar, una panadería muy grande era ese tiempo, la cual llenaba comercios de toda la ciudad y fuera de ella también.




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