Vivimos en un mundo cruel.
Dónde la maldad está más presente que la bondad.
Dónde la banalidad vale más que la modestia.
Como si eso fuera lo que te define como persona.
Un mundo donde el egoísmo, el orgullo, el machismo y la ignorancia están tristemente, presentes con regularidad.
Donde la iniquidad con respecto a los animales, es de manera atroz.
Cuando esos seres tan leales no se merecen nada de eso.
Son puros y sensitivos.
Pueden estar de mal humor, pero si te rechazan no es por quién eres o por cómo eres, sino por las intenciones con las que te acerques.
Donde creen que por un simple comentario te vas a morir, literalmente.
Creen que te dañaran y les da gusto, lo disfrutan.
Ya no sé si me sorprende que tengan esa mentalidad o de plano me da lástima.
O ambas.
Porque prefiero perderme en libros, que estar presente en esta realidad.
Porque la realidad es dura, cruda, cerrada y limitativa.
Prefiero vivir otras vidas, prefiero tener mil papeles protagónicos.
Porque la lectura es escape infinito, porque es la única manera de aislarme, de disfrutar y de no estar presente en esta realidad feroz.