Jacob
13 de enero de 2019
Después de que Kathlyn me contara la noche anterior lo que había sucedido con los hermanos de Becca, mi cabeza pudo estar en paz. La mañana estaba soleada y el desayuno casi listo. Fui directo a la cocina y Kathlyn ya estaba ahí desayunado un plato de cereal, vestía su uniforme gris y una cola alta, sus ojos estaban perdidos hacia la ventana como siempre.
Sin duda Kathlyn es una chica algo entrometida, pero la verdad es que eso me ayuda mucho. Siempre se entera de lo que quiero saber. Como lo hace es la incógnita que siempre tendré.
La mañana fue completamente normal, clases de ocho a tres y entrenamiento de tres a cinco de la tarde. El entrenador nos tenía cada vez más ocupados con el tema del primer partido de la temporada y las horas de entrenamiento se extendían hasta una hora más.
La tarde era linda, el sol calentaba sutilmente y la tarde comenzaba a caer. Mi cuerpo se encontraba cansado, pero solo de pensar que la vería a Becca esa tarde me emocionaba demasiado.
Al llegar a casa, ella ya se encontraba sentado en el mismo sitio. Podía notar que tenía las notas en el regazo y comía gomitas mientras las leía con su característica sonrisa. Esa tarde se veía hermosa, su cabello castaño que llegaba a la cintura combinaba con sus ojos que iba acorde con el color de su vestido.
Entre a la casa y me dirigí a mi habitación para observarla por la ventana como siempre, no podía creer que después de tanto tiempo de mirarla por la ventana no se diera cuenta que la observo, —porque en realidad es muy obvio—.
La podía notar que miraba hacia mi casa, discretamente observaba la ventana y yo me escabullía entre medio de las cortinas. Volvía a escribir en su libreta, pero se podía notar no muy alegre, como si quisiera salir corriendo de ahí.
Al mirarla me pregunto, «¿Qué es lo que escribirá en sus libretas?» la veo tan concentrada cuando lo hace que la intriga me lleva la cabeza.
Su libreta sigue en el escritorio, y la ansiedad de saber que escribe me comienza a carcomer. Sin pensarlo dos veces me acerco a ella y la tomo. Me siento nuevamente en el alfeizar de la ventana y la abro. Ojeo un poco su interior, pero en un punto algo me sorprende, peor aún, me sorprende demasiado.
Con tinta roja, en la tercera página está escrito en letras grandes, —El chico de la casa verde—. Mi mente siente que va a explotar, y discretamente miro por la ventana a la fachada de la casa pera confirmar si es de color verde.
Vuelvo a mirar la libreta y leo el párrafo que está bajo las grandes letras rojas. Esta vez las letras más pequeñas están escritas en negro.
"Y me siento todas las tardes aquí al ponerse el sol, y mi única ocupación es poder mirarlo al llegar de su práctica y sentarse en su ventana hasta que oscurece. Me marcho y deseo con ansias que el día síguiente siga ahí.
El chico de la casa verde me tiene enamorada y no lo sabe, y soy tan tímida que nunca lo sabrá"
Apuntes que me recuerdan a él. Atentamente Becca.
Mi cara todavía sigue confundida, mis manos tiemblan y sé porque es. Aviento la libreta contra la pared y siento que todo esto es en vano, que soy un tonto, que como nunca me pude dar cuenta de ello. Ahora solo puedo pensar en sus palabras, y me hace enojar sentirme frustrado. En todo este tiempo fui correspondido por aquella chica y siempre decidí quedarme a través de la ventana antes de tener el carácter de hablarle y decirle lo que siento.
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