Desde que la muerte nos unió.

Capítulo 4: Islas Feroe.

Lois esperaba el agua caliente mientras Alex observaba las únicas tres pinturas que habían en casa. Dos en la sala y una en la cocina. 


En ese momento estaba dándole la espalda viendo con detenimiento la que tenía en la a apared frente a la mesa del comedor. 


En ella estaba plasmada la cumbre de una montaña verde. A cada lado del risco resaltaba el mar azul. En el extremo más alejado había un faro blanco con su lámpara encendida. 

 

—¿Te gusta el mar? 

 

“A él sí. A Chase le encantaba el mar”. 

 

—En realidad prefiero las montañas y el bosque. 
—M. ¿Dónde es? 

 

Sirvió el té y fue a pararse junto a él. 

 

—Es una de las islas Feroe. Están entre Noruega e Islandia. 
—¿Esas también son de ahí? — Preguntó caminando a la sala. 
—Sí. Nosotros…

 

Chase y ella tenían planeado como destino de su luna de miel, pasar en esas islas. Luego saltar a Escocia, Irlanda y finalizar en Noruega. 


Una ruta turística muy larga y nórdica para un par de recién casados pero ambos disfrutaban de caminar y explorar. 

 

—Quiero decir, yo quería ir ahí. 
—¿Ya no?
—Las circunstancias cambiaron — se limitó y responder sentándose en el otro extremo del sofá para tres. 

 

Le pareció curioso que Alex comentara algo sobre las pinturas pues nadie lo había hecho antes. En especial Dan. Al parecer ni siquiera había reparado en su presencia. 


Aquellos cuadros Chase los había hecho él mismo para ella. Decía que eran para asegurar que la llevaría al lugar donde había crecido. 


Tenían meses planeando el viaje. Sus abuelos estaban entusiasmados por recibirlos. Pero no contaban con aquel accidente. 

 

Alex bebió de su té y un pequeño destello llamó su atención. Era un anillo e intuyó que era de plata por su color. Una alianza matrimonial en su dedo anular. 

 

“Vaya. Es casado. ¿Se fugó de casa?”. 

 

Una vez más tocó su anillo en busca de alivio. No consuelo total, eso solo lo obtendría en brazos de Chase. Pero el pequeño recuerdo físico le ayudaba en momentos de melancolía como esos. 

 

—Alex, ¿Puedo hacerte una pregunta personal? 

 

Su semblante cambió. Claramente quería evitar ciertos temas. 

 

—¿Eres casado? 

 

Alex dejó la taza de té en la mesita y tocó su anillo. Lo hacía girar en su dedo. 

 

—Es una larga historia. 
—Lo siento. No quiero ser entrometida.  
—Descuida. Sé que no lo eres. Tu también guardas secretos y eso te hace respetar el silencio de los demás. 
—¿Porqué dices eso? 
—Tu anillo. Es de compromiso. 
—Sí — respondió tocándolo. 
—E imagino que es todo lo que dirás al respecto. 
—Sí. 
—Entonces estamos a mano. 

 

Lois comenzó a plantearse dos teorías. Uno, Alex usaba su anillo por haber sido abandonado por su esposa. Y dos, era viudo. 


Pero de ser cierta la primera teoría él hubiera dicho que tenía un destino o por lo menos que buscaba a alguien. 


Y de ser lo segundo explicaría porque no estaba dispuesto ha decir más. Algo que ella entendía perfectamente. 

 

 

Esa noche Lois volvió a soñar. Se veía con Chase en su viaje de luna de miel en aquellas bellas islas, sacándose fotos con esas magníficas vistas de fondo y junto a la estatua de la Selkie en Kalsoy. 

 

Luego pudo verlo frente a su lienzo en blanco preparándose para plasmar las bellezas de su tierra natal. 


Recordó lo dulces que era sus besos en la mañana con sabor a café. Y las bromas que él hacía sobre si mismo y sus pinturas. 


No era un artista reconocido, ni siquiera profesional, pero le gustaba. Decía que pintando liberaba su alma. Por ello esos cuadros eran tan valiosos para ella. Ni todo el oro del mundo podía pagar lo que significaban. 

 

Su favorito estaba colgado en su habitación justo frente a la cama. Era una casita blanca con techo rojo viendo al mar. 
Chase decía que un día le construiría él mismo esa casa para que los Selkie la visitaran. 


—Pero si tú eres contador. Tendrás que pedir ayuda para construir esa casa. 
—No. La haré yo mismo. ¿Qué clase de Nórdico crees que soy?
—¿Y si el viento la derriba? 
—La volveremos a levantar. Juntos. 

 

Lois sonrió con el recuerdo. Chase era muy optimista. 




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