Iliana Miller.
Estaba muy cansada, los últimos meses habían sido muy pesados. Trabajar, estudiar, hacer maletas, dar las pruebas finales, buscar un departamento, conseguir cupos en la universidad Wol. Sabía que este esfuerzo tarde o temprano valdría la pena.
Nadia era mi vecina desde que éramos bebés, incluso de cuna, nacimos el mismo día, en el mismo hospital.
Nos hemos criado como hermanas, mi mamá Elle incluso un par de veces nos decía que ella tenía tres hijos, dos gemelas y un niño. Nadia, lamentablemente se quedó huérfana a muy temprana edad, pues sus padres tuvieron un accidente aéreo del cual no lograron sobrevivir. Cuando llegó la noticia a oídos de su Nana, viajó inmediatamente desde España para venir a cuidar a Nadia. Mientras su abuela llegaba al pueblo, mi madre cuidó de ella. Nos llevábamos muy bien.
Una tarde, después de hacer mi maleta, recordé cuando tomamos la decisión de salir del pueblo.
-Me gustaría estudiar en otra ciudad.- sonreí porque era lo mismo que yo estaba pensando.
-A veces pensamos lo mismo.- me sonrió, ambas estábamos muy emocionadas por esa idea.
-Sé que no tenemos mucho dinero, pero en serio me gustaría poder ir a otra ciudad, cualquier otra ciudad. - sonaba muy convencida pero también me dio una sonrisa nostálgica.
-Nadia, ahora estamos muy pequeñas, apenas tenemos 15 años; pero cuando tengamos más edad, creo que podríamos trabajar medio tiempo. - dije, también convencida, sólo éramos niñas, soñando con un futuro prometedor. Nadia asintió con una gran sonrisa.
-No piensan dejarme, ¿Verdad, Ily? - Damon, mi hermano apareció por la puerta de mi habitación.
Como no le respondí, acudió a mi amiga. -¿Nadia, hermanita? No me dejen solo.- Nadia y yo nos reímos de su expresión que solía poner cuando hacía sus berrinches.
-Claro que no hermanito, te llevamos con nosotras. - finalmente habló Nadia. Yo sonreí.
Me gustaba mucho la idea de viajar los tres a una nueva ciudad, experimentar nuevas cosas y conocer nuevos lugares.
-Tienes que ayudarnos a juntar dinero, ¿Quedó claro Damon? - le dije apuntándolo y con el ceño fruncido. Él asintió, feliz de sentirse incluido en nuestros planes. Su reacción nos produjo largas carcajadas a los tres.
Luego de un mes llegó la Nana de Nadia, Bonny. Una señora delgada, elegante y bien parecida, que aparentaba ser mucho más joven de lo que realmente era.
Desde que llegó al pueblo nos consideró a mi hermano menor y a mí, como sus nietos y a mi madre, como su hija. Éramos una familia muy unida, en cualquier situación nos apoyábamos mutuamente. Así pasamos todos estos años, en ese pueblo, sin muchas amistades, con dinero suficiente para poder alimentarnos y vivir satisfechos. Sin embargo, no estábamos a gusto en ese lugar. A Nadia, a Damon y a mí nos traía unos recuerdos muy amargos de nuestra infancia. Simplemente, queríamos salir de ahí, tener un nuevo aire, conocer más lugares y dejar atrás todo lo que nos atormentaba de aquel pueblo.
Imposible nena, tu madre, tu Nana y tu historia, seguirán en ese pueblo.
Durante el tiempo de vacaciones, Bonny llevó a Nadia a España, desde allá Nadia me escribía para contarme sobre sus nuevas experiencias. Me contó que había conocido a un chico muy simpático y amable, que de vez en cuando cruzaban miradas y hasta saludaban. Nadia no solía platicarme mucho sobre ese chico, seguramente no le interesaba demasiado. También muy brevemente me comentó que había hecho una nueva amiga.
Regresaron antes que terminen nuestras vacaciones. Aún nos faltaba un año para acabar el instituto y poder continuar con nuestro sueño en Loch.
Ya en diciembre, Nadia, Damon y yo tuvimos que dar las pruebas finales antes que nuestros compañeros. Mi madre Elle y la nana Bonny fueron quienes hablaron con los profesores para que nos pudieran adelantar las pruebas.
Todo va muy bien.
Mi madre nos advirtió que deberíamos ir buscando el departamento en Loch y contactarnos con el personal asignado de la misma universidad para que nos trasladen desde el aeropuerto hasta nuestro departamento, siendo como una guía para nosotros tres, indicándonos la universidad y la ciudad, aunque a Damon le falta un año para ingresar a la Universidad.
En la página web de la Universidad vimos que cada año nombran a un grupo de estudiantes para que reciban a los nuevos aspirantes, ahí encontré contactos de los dos únicos alumnos de la universidad que aún no les habían asignado aspirantes. Decidí escribirles, ellos aceptaron y nosotros fuimos los tres últimos cupos.
Estamos de suerte.
Nadia y yo habíamos estado trabajando medio tiempo, Damon también hizo un esfuerzo para ahorrar dinero, tal y como lo pensamos desde pequeños. Durante un año trabajamos como meseras en un restaurante cercano a nuestro vecindario, con eso pudimos ahorrar un poco más de lo que debíamos conseguir.
Felices por conseguirlo gracias a nuestro esfuerzo.
La última semana de diciembre.
Fuimos al instituto a rendir las pruebas finales para poder aprobar el curso e ir a Loch tranquilas, cumpliendo con nuestro sueño de ir a estudiar en otro lugar, juntas. Estábamos muy atareadas con todo este ajetreo.
A Nadia y a mí, nos fue muy bien en las pruebas finales, Damon no tenía problemas con ese tema; sin embargo, también pasó con las notas más altas de su salón. El viernes en la tarde nos la pasamos hablando de los detalles del departamento mientras lo veíamos en fotografías subidas en la plataforma y recorridos virtuales.
Ya teníamos todo listo, salimos del pueblo dos días antes ya que por el fin de año las agencias estaban ocupadas por muchas personas que se iban a reencontrar con sus familiares y amigos. Teníamos previsto llegar el 31 de diciembre por la mañana.
Editado: 16.12.2021