Desde que te vi

23. El día más divertido

Capítulo dedicado a Zeidhy Jacquez

____

April:

Al día siguiente, luego de un polvo mañanero capaz de devolverle las ganas de vivir a cualquiera, un desayuno en la cama plagado de besos y caricias y una despedida ñoña, llego a casa de mi mejor amiga para recoger a mi hijo.

—Oh, esa cara me gusta —dice Hayley a modo de saludo a penas abre la puerta del apartamento que comparte con su prometido.

—¿Qué cara?

Justo ahora no puedo verme en un espejo, pero he sentido durante todo el trayecto en taxi, la sonrisa tonta que divide mi rostro en dos.

—La de recién follada. Y follada a lo bestia, vamos.

Me río sin poder evitarlo y ella me imita mientras cierra la puerta detrás de mí.

—Los chicos aún están durmiendo. —Con un gesto de su barbilla me incita a ir hacia la cocina, así que la sigo.

Va hacia la cafetera que ya está colando, sirve dos tazas de café y me tiende una, que acepto gustosa. Nos acomodamos en la mesa del comedor, una frente a la otra.

—Ayer gastaron mucha energía y jugaron hasta casi la media noche. No hubo forma de acostarlos antes.

—¿Nathan se portó bien?

—Sabes que Nath es un amor.

Se bebe su café bajo mi atenta mirada. Conozco a Hayley de toda la vida y aun no entiendo cómo consigue tomárselo tan caliente sin sentir cómo se le abrasa toda la garganta. Joder, el café no me gusta frío, pero tampoco puedo tomarlo acabado de hacer.

—Bien. Una vez hecho el saludo de cortesía y haber hablado de los niños, quiero toda la historia. Con lujo de detalles, sin obviar absolutamente nada.

Ufff.

¿Por dónde comienzo?

Pasaron tantas cosas ayer…

Quiero hablarle de la tarde que pasamos juntos comprando muebles para su casa, de lo cómoda que me sentí ayudándolo a organizarlo todo, de la caja que encontré por error debajo de su cama con un pedazo de nuestra historia, de sus palabras, del beso arrollador, de cómo me hizo el amor y luego me folló duro y desenfrenado, de la complicidad poscoital, del juego con las fresas y la leche condensada, de la mamada que le hice, y, sin embargo, solo consigo pronunciar:

—Creo que me he enamorado de Noah.

Mi amiga me observa detenidamente. Parpadea varias veces y abre y cierra la boca sin ser capaz de emitir sonido alguno. La he sorprendido… Joder, es que hasta yo me he sorprendido.

Sé que mientras lo hacíamos anoche sobre la mesa sentí que algo cambió o que abrí los ojos ante lo que yo misma me negaba a ver, no lo sé, pero admitirlo así sin más, es abrumador.

—Vamos a ver —murmura por fin. Se coloca dos mechones de su cabello detrás de las orejas y se acomoda en la silla—. Obviando la parte en que debería decirte: “Lo sabía, te lo dije…” ¡Qué coño, lo sabía y te lo dije!

Golpea la mesa entre nosotras con evidente entusiasmo y yo río por lo bajo.

—¿Puedes explicarme cómo pasaste de no estar preparada para iniciar una relación a admitir lo que yo sé desde hace años luz? Porque, cariño, hay un error en tu frase. Tú no crees que te has enamorado de Noah, en todo caso, tú crees que has estado enamorada de él siempre.

Paso las manos por mi rostro como si con ese gesto pudiese aclarar mis ideas. Admitirlo de esa forma, no me hace sentir del todo bien. Me da la sensación de que le estoy restando importancia a mi historia con Nathan y viví cosas muy bonitas como para que ahora no haya sido real.

—Detén ese tren de pensamientos, April London.

La miro rápidamente ante su tono mordaz.

—Te conozco como si te hubiese parido. El hecho de que crea que hayas estado enamorada de Noah, no significa que no hayas querido a Nathan. Tú los querías a los dos, siempre lo he dicho; Nath era tu lugar seguro, tu paz, tu roca, ese amor tranquilo que sabías que siempre iba a estar ahí para ti. Sin embargo, Noah, de haber tenido su oportunidad, habría sido como un huracán, habrías vivido con más intensidad, con la sensación de estar siempre al borde de un acantilado, no porque fuese un amor frágil, sino todo lo contrario, por ser tan fuerte que habría sido impredecible.

»Y no hay mejor muestra de ello que esta. No sé lo que sucedió anoche, pero “intenso” creo que es una palabra que se quedaría corta. Ha puesto tu mundo patas arriba en un solo día, cariño.

—Veo que eres pro Noah cien por cien —comento sin poder dejar de sonreír.

—Toda la vida, mucho más ahora que sé lo que hizo Nath para poder estar contigo. —Se encoge de hombros y yo suspiro profundo decidida a no responder ese comentario. Es una conversación que no me apetece tener ahora, ni nunca si soy honesta.

—Quien te vio y quien te ve. Tú que no te lo tragabas.

Se ríe por lo bajo.

—Noah tenía sus momentos. Podía ser gilipollas cuando le daba la gana; el noventa por ciento del tiempo lo era, pero siempre ha tenido algo a su favor. —Hace una pausa y yo enarco mis cejas incitándola a continuar—. El fervor con el que te defendía de los demás. Ese chico apático en apariencias, al que nada parecía incordiarle o interesarle lo suficiente como para mantener su atención, se convertía en un troglodita cada vez que alguien se metía contigo. Salvo él, claro. En su cabeza solo él tenía derecho a joderte la existencia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.