Desde que te vi

24. El dibujo

Capítulo dedicado a L Yanet

Noah:

No soy un experto en la cocina, pero sé preparar un buen desayuno, así que, a la mañana siguiente, cuando April y Nathan se levantan un poco más tarde de lo normal porque hoy es la fiesta de disfraces en la guardería y no tienen que entrar hasta las diez, los sorprendo sentándolos frente a la isla de la cocina para alimentarlos. Por lo que, bajo la atenta mirada de los dos, preparo tres panes con tortillas de jamón y queso y tomate, más un batido de mango para acompañarlo.

No es mucho y ni siquiera es muy elaborado, pero es delicioso y nutritivo. Los tres lo degustamos mientras ellos me cuentan en qué consiste exactamente la fiesta. Nath parece entusiasmado, tanto, que termina contagiándome su buen humor y una hora y media después, cuando se marchan de casa, él vestido de astronauta y ella de alienígena, con una antenita de lo más chula, yo me quedo todo mosqueado porque me apetecía muchísimo ir con ellos.

La guardería de Nath está celebrando su duodécimo aniversario y el tema de la actividad eran los disfraces. Las familias debían ir conjuntados y sí, sé que yo no soy familia directa de Nath, o sea, soy su tío, no su padre, pero, me guste o no, soy la única figura paterna que conocerá, lo más lógico es que yo los acompañase, ¿no? No me atreví a preguntar, además, tampoco es que tenga un disfraz a mano ni nada por el estilo.

Hoy no trabajo y como no estoy dispuesto a repetir la experiencia de ayer visitando a mi madre para mantenerme ocupado, decido que ver alguna película también es un buen plan, así que me desparramo en el nuevo sofá con la idea de buscar algo que me llame la atención. Sin embargo, no he ni encendido el televisor, cuando mi móvil suena desde la cocina.

Refunfuñando por lo bajo por haberlo dejado allá en vez de traerlo conmigo, me levanto y consigo descolgarlo antes de que se caiga la llamada.

—Dime.

—Uy, qué humor —se burla Dominic al otro lado de la línea y yo ruedo los ojos—. ¿Dónde estás?

—¿En casa? —pregunto más que respondo porque no entiendo por qué pregunta y emprendo mi regreso al sofá.

—¿Lo dices o lo preguntas?

Ruedo los ojos al notar el tono divertido de sus palabras. Hoy no estoy de humor para él.

—¿Qué quieres, Dominic?

—Estoy en la guardería.

—¿Y? —pregunto ante su pausa excesivamente dramática mientras mi corazón se acelera un poco.

—Que acabo de ver llegar a un astronauta muy risueño y una alienígena de lo más chula y digo chula para no decir sexy, pero es que… ¡wao! Ese vestuario…

—Céntrate, Dominic —ordeno de malos modos a pesar de que sé que está tomándome el pelo. Me lo confirma su risita baja, pero es que no necesito que él me diga cómo se ve April con el dichoso disfraz porque yo casi me atraganto con mi saliva al verla.

Esa cosa verde horrorosa se le pega a cada curva de su cuerpo, convirtiéndola en un pecado andante y saber que otros hombres podrán mirarla y que yo no estaré presente, ha contribuido enormemente a mi mosqueo.

—Como decía… —Se aclara la garganta—. Que los he visto llegar y tú no andas por todo esto.

—Es una fiesta familiar, ¿no?

—¿Y tú qué coño eres? ¿El perro?

—No, el tío; pero hasta donde tengo entendido, es para padres e hijos ¿o me equivoco?

Hace una pausa que confirma mis palabras.

—Técnicamente lo es, pero no es cosa que se cumpla. O sea, aquí estoy yo acompañando a mi hermana y a mi sobrina porque su marido no podía asistir. —Me lo imagino encogiéndose de hombros—. Desde aquí también puedo ver a Jamie Barrow y, la última vez que lo comprobé, no tiene hijos. Lo que quiero decir es que no hay nada que te impida estar aquí, además, eres la única figura paterna de Nathan; nadie hallará raro que estés aquí.

—No tengo disfraz —murmuro más para mí que para él, aun así, me levanto dispuesto a cambiarme de ropa.

—¿Y crees que yo sí? Me avisaron a última hora.

—Tengo que dejarte —anuncio mientras saco un pulóver rojo de mi armario y un pantalón negro.

—Vale… —Estoy a punto de colgar, cuando vuelve a hablar—: Oye, ¿Jaime Barrow no fue el tontolín que se le declaró a April una semana después de que empezara a salir con tu hermano?

Me detengo en el centro de la habitación haciendo memoria y sí, una imagen borrosa del chico regalándole una flor (una que yo aplasté y le lancé por la cabeza), viene a mi mente.

—Te pregunto porque justo ahora está conversando con tu chica muy a gusto y, por el modo en que mira a Nath, algo me dice que su existencia no le supone ningún problema para cortejar a su madre.

Gruño un “Nos vemos” y cuelgo el teléfono sin dejarle contestar. Me cambio de ropa a toda velocidad y no tardo en salir de la casa. Cuando me monto en la moto, decido que no me apetece aparecerme así sin más en la guardería, aun cuando Dominic ha dicho que él no va disfrazado, así que me dirijo a la pequeña tienda de disfraces del pueblo con la esperanza de poder alquilar el traje de astronauta de la última vez. Menuda decepción me llevo cuando, al llegar, lo único que queda es un disfraz de papa rellena y por ahí sí no paso, así que pongo rumbo a la dichosa guardería.




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