Desde que te vi

25. Te amo

Antes de comenzar, quiero agradecerles la paciencia que me tienen. He tenido un bloqueo monumental, espero que les guste el capítulo. Un beso bien grande...

April:

Noah está actuando extraño…

Desde que Nathan soltó ese comentario inocente, pero tan cargado de significado hace unas horas en la fiesta de la guardería, Noah no ha vuelto a ser el mismo. Está más callado de lo habitual y eso ya es mucho decir; su mente anda volando por solo Dios sabe dónde y el coqueteo, a veces descarado otras sutil, que lo ha acompañado en los últimos días, brilla por su ausencia.

Le he preguntado varias veces si le sucede algo y en cada ocasión lo ha negado, así que he decidido dejarlo a su aire; ya volverá a ser el mismo de siempre cuando se le pase lo que sea que le pase… o eso espero.

Estamos en casa de Diana, la abuela de Nath. Nos encontramos con ella cuando salíamos de la guardería e insistió tanto en que almorzáramos con ella y Diego, que no pudimos negarnos. Tal vez debimos rebatir un poco más, alegar que Nathan estaba agotado después de una mañana agitada, no lo sé, lo que sea que nos brindara un poco de intimidad para, uno: poder hablar bien con Noah y, dos: para preguntarle a mi hijo de dónde diablos salió su comentario.

Es decir, si nos ponemos técnicos, no tiene sentido que haya dicho que Noah iba disfrazado de su padre. Su vestuario era el de siempre, negro casi por completo, salvo su pulóver rojo, pero ese color junto al azul oscuro y el blanco, son comunes en su guardarropa. Si Nathan estuviese vivo y hubiese asistido a ese evento sin disfraz, habría usado un pantalón beich, combinado con una camisa de estampados o floreada, según su humor. Para él, la ropa debía tener colores, vida, como solía decir. Por eso es que no entiendo de dónde mi hijo sacó semejante respuesta.

Por si todo esto no fuese suficiente motivo para que la opción de ir directo a casa fuera la mejor, Diana hoy está actuando demasiado extraño. No deja de intercalar la mirada entre su hijo y yo, unas veces sonriendo y otras con el ceño fruncido. Es incómodo a más no poder, si soy honesta y, precisamente por eso, no veo la hora de salir de aquí.

Alrededor de las tres de la tarde, luego de un almuerzo tardío y para mi gran alivio, nos despedimos de Diana y Diego en el salón de su casa y regresamos caminando a la nuestra… bueno, a la de Noah.

Nath se deja caer en el sofá a penas llegamos y enciende el televisor en busca de algo que le guste. Yo sigo a Noah hasta la cocina dispuesta a no alargar más esta situación.

—¿Qué te sucede? —pregunto de repente, sobresaltándolo.

Noah, que estaba frente al refrigerador, cierra la puerta de este sin sacar nada de su interior.

—Y no me digas que nada, porque no te creo. —Agrego al verlo con intenciones de soltarme la misma respuesta insulsa que me ha dado cada vez que he preguntado—. Te conozco, Noah, y sé que desde que Nathan soltó aquel comentario, algo te está molestando. Así que suéltalo. ¿Qué te pasa?

Suelta un suspiro derrotado, se pasa las manos por el cabello despeinándose y luego por el rostro. Sin emitir palabra alguna, se dirige a la puerta, se asoma al salón y después de asegurarse de que su sobrino continúa donde lo dejamos, se vuelve hacia mí.

—Lo estamos confundiendo.

Ok, no era eso lo que esperaba.

En realidad, no sé qué esperaba. ¿Tal vez algún dilema moral ante la posibilidad de que su sobrino lo viera como a su padre? No lo sé, o sea, sé que Noah siente algo de culpabilidad por estar vivo cuando su hermano ya no está, por eso pensaba que su problema era que no quería ocupar ese lugar en la vida de mi hijo.

Me apoyo en la encimera sin saber qué contestar y él camina hacia mí, deteniéndose a un escaso metro de distancia, pero que se siente como si hubiese un abismo entre nosotros.

—Aún no sabe que estamos juntos y ya cree que soy su padre, ¿cómo será cuando le contemos?

Frunzo el ceño.

—No me parece que crea que seas su padre.

—¿No? Porque a mí me ha sonado a que sí.

—Noah, estás exagerando un poco. Su amigo preguntó de qué ibas disfrazado y él solo dijo que de su padre.

Abre los brazos a sus costados con exasperación, como quién dice: “¿Y qué crees que significa eso?”

—¿Hay algo en mí que indique que voy disfrazado de Nathan? —Se señala a sí mismo.

Estoy a punto de preguntarle si debo tener en cuenta que tienen el mismo rostro para responder su pregunta, pero no creo que le haga gracia que bromee con eso ahora.

—Ignora lo obvio, pastelito —dice, colocando las manos en su cintura y yo me trago la sonrisa que pugna por salir.

Noah me conoce tan bien como lo conozco yo a él.

Presiono mis sienes intentando aliviar el creciente dolor de cabeza. Ha sido un día largo y lo peor es que aún no termina.

—Es un niño, Noah. Es espontáneo, solo dijo lo primero que le vino a la cabeza. ¿Te preocupa que te vea como a su padre?

—No —responde con convicción—. Estamos juntos, April, somos novios. Eso me convierte inmediatamente en una posible figura paterna para él y, aunque las cosas entre tú y yo no existieran, soy su tío, hermano de su padre y voy a estar involucrado en su vida de tal manera que terminaré convirtiéndome en la figura masculina principal y eso daría pie a que termine viéndome como un padre. Eso no me molesta, al contrario, ¡joder!, sería un honor. Lo que no quiero es que olvide que Nathan es su verdadero padre o peor, que piense que yo soy él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.