Desencuentros

Relato 2: "El tren de las 5:15"

Carolina tomaba el tren a las 5:15 de la tarde todos los días. Salía de la oficina, cansada, con la mente revuelta de números y balances, y ese breve trayecto le ofrecía un respiro, un momento de desconexión en medio de la rutina. Se sentaba siempre en el mismo asiento, junto a la ventana, y sacaba de su bolso una novela ligera, algo que le permitiera soñar en las pocas estaciones que la separaban de su casa.

Martín subía en la misma estación. Al principio no lo había notado, pero con el tiempo, su presencia se volvió un hábito en su periferia. Se sentaba en el asiento opuesto, a través del pasillo, con unos audífonos siempre puestos y los ojos cerrados, sumido en su mundo interior. A veces ella se preguntaba qué escucharía: ¿música clásica, jazz, algo que le ayudara a desconectar del bullicio del día? Se entretenía con esas suposiciones, mientras sus ojos recorrían las palabras de su libro, aunque en realidad su atención estuviera más en aquel joven silencioso y misterioso.

Lo que Carolina no sabía era que Martín la había notado mucho antes. Al principio, solo era una chica más en el tren, pero con el tiempo, el modo en que ella se sumergía en sus lecturas lo había intrigado. ¿Qué leía con tanto interés? ¿Qué historias la atrapaban tanto que apenas levantaba la vista? Él nunca se atrevió a preguntar, ni siquiera a saludarla, aunque más de una vez habían intercambiado sonrisas tímidas al bajar del tren.

Un martes cualquiera, Martín no subió. Carolina, distraída al principio, no se dio cuenta hasta que el tren avanzó varias estaciones. Algo en su rutina se sintió incompleto, como si faltara una pieza en ese rompecabezas diario. ¿Qué habría pasado? Tal vez estaba enfermo, o tal vez simplemente había decidido tomar otro tren. Trató de no pensar en ello, pero a medida que los días pasaban y él no volvía, una inquietud comenzó a crecer en su pecho.

Lo que Carolina nunca supo fue que Martín había recibido una oferta de trabajo en otra ciudad, algo que no había esperado, una oportunidad que lo llevó a empacar sus cosas y dejar atrás la rutina que ambos compartían sin saberlo. Mientras ella seguía tomando el tren de las 5:15, sumida en su novela, Martín estaba a cientos de kilómetros, en un tren diferente, en una vida nueva. Ninguno de los dos lo sabía, pero aquel desencuentro había sido definitivo.




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