Relato 4: “La Carta Nunca Enviada"

Luis se sentó en su escritorio una noche de invierno, con la habitación iluminada solo por la luz tenue de una lámpara. El frío se colaba por las rendijas de la ventana, pero él apenas lo notaba. Frente a él, un papel en blanco y una pluma cargada de palabras que llevaba años guardando. Era una carta para Sofía, su amiga de la infancia, la mujer que había amado en silencio durante tantos años, sin atreverse nunca a decirlo.

Cada palabra que escribía parecía liberarlo, como si el peso de todos esos sentimientos no expresados se deslizara de su pecho hacia el papel. Le contó de los momentos en los que la había mirado desde lejos, de cómo su risa iluminaba sus días, de todas las veces que había querido confesarle su amor, pero había callado por miedo a perder su amistad. Terminó la carta con una confesión sincera: “Te he amado desde siempre, y aunque nunca te lo dije, no puedo dejar de hacerlo”.

Guardó la carta entre las páginas de un libro y decidió esperar el momento adecuado para dársela. Pero ese momento nunca llegó. Siempre había algo que lo detenía: el miedo, la inseguridad, la duda de si ella podría sentirse igual. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y la carta permaneció oculta, enterrada entre las palabras de una novela olvidada en su estantería.

Entonces llegó la noticia. Sofía había muerto repentinamente. Un accidente absurdo, una tragedia que Luis nunca vio venir. En el funeral, las palabras se agolpaban en su garganta, pero ninguna salía. Miraba su rostro inmóvil y se arrepentía de cada segundo que había dejado pasar, de cada ocasión en la que había tenido la oportunidad de decirle lo que sentía, y no lo hizo.

Días después, mientras la hija de Sofía revisaba las pertenencias de su madre, encontró el libro con la carta. Al leerla, comprendió que su madre había vivido sin conocer el amor profundo que Luis le había tenido siempre. Pero ya era demasiado tarde. Las palabras que él había escrito con tanto esmero ahora eran solo un eco en el vacío, una declaración de amor que nunca llegó a su destinataria.