Desenmascarando a Alice Walker.

1. ¿Quizá ahora podemos ser amigas?

CAPÍTULO I

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Me gustaría olvidar a Rachel de una vez, pero en cuanto veo esos enormes ojos azules me flaquean las piernas. No puedo creer que él haya vuelto.

"Hola, Al. ¿Qué hay de nuevo?" me pregunta Stephen con una sonrisa. Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta de que se acercaba a mí.

"Oh, no mucho", respondo, tratando de sonar casual y para nada como alguien que acaba de tener un colapso mental por el hecho de que Rachel haya vuelto al campus, ahora esté saliendo con Andrew Williams y ya no seamos amigas.

Stephen me tira del brazo por sorpresa y me hace acercar la nariz al pliegue de su cuello e inhalar la deliciosa fragancia que lleva. Entonces, pierdo el hielo de mis pensamientos.

Siempre ha olido tan bien.

Empiezo a reír y a relajarme. Mis músculos se aflojan y dejan paso a la comodidad de estar sobre la hierba con Stephen Gilmore, mi mejor amigo. Ahora estamos tumbados en nuestro lugar secreto, situado en el extenso patio del campus, al cual hemos regresado hace unas horas.

Levanto la vista y observo que el cielo, repleto de enormes nubes oscuras, nos está avisando a todos de que pronto se avecina una tormenta. Le devuelvo la mirada y le sonrío.

Está tan concentrado en mí, con el ceño fruncido, queriendo saber todo lo que pasa por mi cabeza. Creo que la verdadera tormenta está ahí.

Stephen y yo hemos pasado por todo juntos. Desde nuestro primer beso hasta la primera vez que nos metimos en problemas en el instituto, él siempre ha estado ahí para mí. Al igual que Rachel, antes de haberme dado la espalda.

Evado la catarata de lágrimas que está por salir. Lo miro fijamente.

No puedo evitar darme cuenta de lo mucho que ha cambiado. El rostro de Stephen es más maduro, con una mandíbula cincelada y pómulos definidos que le hacen parecer un actor de la Edad de Oro de Hollywood. Sigue teniendo esos ojos cautivadores, pero ahora están colocados de una forma que parece que podría mirarte fijamente para siempre sin pestañear.

Ya no lleva esas gafas anticuadas y espeluznantes de cuando éramos preadolescentes ni ese acné con un toque de pubertad y hormonas alteradas.

Le paso una mano por la cabeza, desordenándole el cabello. Mi buen amigo, Stephen Gilmore, ha crecido y ya no queda ni rastro de los niños que fuimos.

La noche que vi a Rachel con Andrew, ambas intercambiamos miradas. Rach sabía que me había hecho daño y eso me bastó para huir y no querer volver a verla.

Las mejores amigas no deben tener secretos. Me hubiera llevado tiempo pero sé que la habría entendido mejor que nadie. Y ahora es demasiado tarde porque si a ella no le importó ocultarme lo que le pasaba, a mí tampoco debería importarme su vida de mierda.

Sin embargo, me queda una preocupación. No quiero que lo mismo pase con Stephen.

He escuchado a muchas personas decir que tener pareja te aleja de tus amistades. Y si así fuera, es una mierda.

El rocío de la noche empieza a caer sobre nosotros. Seguimos hablando de miles de cosas como si no quisiéramos que el reencuentro diera por culminado pero es hora de ir a nuestras camas.

Stephen se ha estado sincerando conmigo durante las últimas cuatro horas, después de que nos hubiésemos salvado de esa tormenta.

Él sale ahora con una chica llamada Rose, a la que conoció en el último campamento de verano en París, al que lo enviaron sus padres. Por lo que me cuenta, Rose es increíblemente guapa e inteligente, así que naturalmente me alegro por él, pero al mismo tiempo me duele no poder verle tanto.

Cuando Stephen me habló de su viaje a la Ciudad del Amor y su aventura con Rose, durante las vacaciones, me emocioné por él, pero también me entristecí porque me recordaba a todas aquellas veces en las que habíamos ido a campamentos así juntos cuando éramos más jóvenes.

Me hizo echar de menos aquellos días en los que la vida parecía más sencilla que ahora.

Si Stephen supiera en qué se ha convertido mi vida el tiempo en que él no ha estado o a dónde ha ido a parar Rachel...

 

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Respiro hondo y miro a mi alrededor.

El aire helado atraviesa la fina capa de tela del uniforme y levanta unos centímetros mi falda a cuadros.

Stacey Fall y Mackenzie Vamp caminan de un lado a otro jugando con los rizos de su pelo, charlando y sonriendo. No les quito los ojos de encima porque, de lo contrario, volvería a perderme de camino a mi nueva habitación.

Para cuando giran por el pasillo, ya las he perdido y estoy junto a Tyler Dawson, que está hablando con un grupo de alumnos de primero sobre las vacaciones en el refugio de esquí de su familia en Nebraska y un montón de cosas más sin importancia.

Samantha Johnson, la prefecta de nuestro curso, está entre ellos. Juraría que el último día de clases la vi sentenciando a un grupo de chicos a los que había pillado hablando en medio del campus. Quizá todos hayamos cambiado un poco este año.

Mis ojos se dirigen hacia el ala norte del instituto Crossfire cuando oigo a Stephen, corriendo hacia mí. A su lado está Rose Gene, quien se había trasladado a nuestro campus.

Me uno a sus pasos rápidos mientras los escucho hablar de lo que hicieron durante el verano. Me superan con creces. Han viajado a muchos sitios, mientras que lo más emocionante que me ha pasado a mí ha sido la traición de Rachel, que aún pienso guardarme. Mi mente está ocupada pensando cómo se las arregló para arruinarlo todo.




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