2. ¡Sabes lo que quiero decir!

CAPÍTULO II

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Me paré frente a la puerta de mi nueva habitación, sintiendo que estaba a punto de hacer algo grande. El corazón me latía con fuerza y ​​me sudaban las palmas de las manos mientras esperaba.

Unos segundos después, la puerta se abrió y entraron Stacey y Mackenzie.

Las dos me sonrieron mientras Stacey decía: "¡Entra!".

Las seguí dentro y me senté en una de las camas, que estaba cubierta con sábanas rosas. Stacey se sentó a mi lado, mientras Mackenzie se dirigía a su escritorio y empezaba a desempaquetar sus cosas.

"Entonces... ¿Qué hay de nuevo?", preguntó mientras guardaba su ropa en los cajones.

"No mucho", respondí encogiéndome de hombros. "Sólo cosas del instituto y lo de... ya sabes quién".

Ella asintió como si entendiera exactamente lo que eso significaba.

"Nos lo vamos a pasar muy bien juntas", dijo alegremente como si pudiera leerme el pensamiento. "Estoy segura de que pronto seremos las mejores amigas".

No pude evitar devolverle la sonrisa ante su optimismo; me hizo sentir culpable por haberme preocupado alguna vez por encajar en este instituto de locos, sin Rachel. Luego preguntó: "¿Tienes todo listo para las clases de hoy?".

Asentí con la cabeza.

"¡Genial!", exclamó. "No te preocupes si esa Rachel viene a arruinarte el día, sabes que puedes contar con nosotras". Les sonreí. Después de perder a Rachel nunca pensé que tendría otra amiga y ahora empezaba a conocerlas a ellas dos y esa idea parecía lejana.

Tal vez Stacey y Mackenzie aún no eran mis amigas, pero empezaba a sentirme cerca de ellas.

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Las clases habían pasado volando y no había ni rastro de Rachel, Andrew o Rebecca y sus amigas. Por otra parte, Stephen compartía más clases con Rose, su novia, que conmigo. Sin embargo, en cuestión de minutos tendríamos Literatura juntos.

Necesitaba verlo ya. Me sentía mal por haberle ocultado lo que había pasado con Rachel, sabía que él sabía que me pasaba algo. Me conocía mejor que nadie.

Miré a todos los estudiantes que se apresuraban a mi alrededor, intentando llegar a tiempo a sus clases. Algunos hablaban entre ellos, mientras que otros enviaban mensajes de texto o escuchaban música en sus teléfonos.

Cuando llegué a la última clase del día, Stephen ya estaba allí esperándome. Me sonrió al veme entrar y señaló nuestro asiento. "Hola", me dijo suavemente cuando me senté a su lado en nuestro pupitre compartido. "¿Cómo lo llevas?".

Suspiré profundo y me recosté en la silla antes de responder a su pregunta con una propia: "¿Qué quieres decir?"

Stephen me miró exasperado: "¡Sabes lo que quiero decir! Pasó algo entre Rachel y tú y ahora te comportas raro con todo el mundo".

Estudió mi cara detenidamente con sus ojos azules antes de posar una mano en mi hombro que me hizo sentir frío a pesar del calor que hacía fuera.

"¿Qué ha pasado?", preguntó suavemente.

"No ha pasado nada", respondí mientras sacudía la cabeza y miraba al suelo frente a mí. "Sólo estoy cansada".

Stephen suspiró profundamente antes de responder: "Sabes que eso no es cierto", dijo.

"¿Qué ha pasado? ¿Por qué actúas así?", preguntó otra vez, mientras me miraba a los ojos con preocupación.

La profesora estaba tan concentrada en hablar de fonemas que no se dio cuenta de la fogosa conversación que estábamos manteniendo Stephen y yo. Tampoco de cuando el grupo de Rachel, Andrew y Rebecca llegó con quince minutos de retraso.

"Ah, ya veo", dijo Stephen. "Así que por eso has estado actuando así". Escondí la cabeza entre los libros, deseando que me tragase la tierra.

"Está saliendo con Andrew, me enteré de ellos en la fiesta de las mazmorras, a la que fuimos en verano. Ya no somos amigas" le dije.

Apretó mi mano entre las suyas, acariciándola. "No te merece". Algo en eso me hizo estremecer. "Gracias por estar ahí para mí".

"Siempre lo estaré, mocosa". Me reí dándole un golpecito en la nariz. Me alegraba de tener a Stephen como amigo.

"Así que... ¿te van las fiestas?". Me dice, con una mueca de sorna en los labios.

"Para nada", contesto, apartando la mirada de él.

"Qué aburrida eres... Pero así te quiero", dice Stephen, antes de volver a su libro. Nos quedamos así hasta que terminan las clases y es hora de ir a comer.

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Ya en la cafetería, Rose sorprende a Stephen, fundiendo sus labios con los de él en un beso. Sus amigos gritan y vitorean a la nueva pareja del colegio.

Sonrío para ellos y me alejo un poco de los focos. No me gusta estar rodeada de tanta gente.

Antes solo éramos Stephen, Rachel y yo.

Como puedo, salgo corriendo de ahí, con la mirada de Rachel sobre mi cuello clavándose en mi piel como un alfiler.

Como la biblioteca está cerrada, camino a la cancha de fútbol para tomar aire, suponiendo que todos están adentro.

No obstante, a mi lado ahora está Andrew Williams, sudado y sin camisa. Me retuerzo de la incomodidad. Solo estamos los dos allí.

"¿Qué haces aquí, Walker?" Habla con desdén.

"Nada, ya me iba". Le digo, con el mismo desdén que me había respondido segundos atrás.

"Como sea..." Él rueda los ojos. Le veo alejarse, mientras suspiro profundamente.