CAPÍTULO V
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Aquella noche apenas dormí. En cuanto llegué a mi habitación, cerré la puerta de un portazo, apagué todas las luces y me tumbé en la cama.
El corazón me latía con fuerza en el pecho. El lunes tendría que volver a enfrentarme a la humillación de Rebecca y de todo el curso.
A la mañana siguiente, Stacey se despertó primero y se acercó a donde Mackenzie seguía durmiendo. "Lo de anoche fue una locura", dijo. "¿Cómo estás?"
"No muy bien...", dijo Mackenzie y Stacey asintió. "¿Y tú, Alice?" Preguntaron las dos, habiéndome despertado.
No respondí de inmediato; apenas podía hablar porque estaba muy nerviosa por lo que pasaría cuando todos se enteraran de lo que había sucedido. Finalmente, dije en voz baja: "Es tan embarazoso", tratando de no llorar de nuevo como lo había hecho la noche anterior.
"Alice, todo el mundo estaba muy borracho. Es posible que nadie recuerde lo que pasó". Mackenzie habló. Fruncí los labios, aún no convencida. "No puedes dejar que lo que diga alguien como Rebecca te afecte".
"¡Sí, sí!", dijo Stacey. "Además, cuando la vida te da limones, puedes hacer una deliciosa limonada".
Pero cómo iba a aprovecharme de una situación tan desastrosa.
"Pero... ¿Y si la vida me da limones y están podridos?". Hago una larga pausa. "Entonces, ¿Qué se supone que debo hacer?". pregunto, tapándome la cara con la almohada.
"¡Pues haz limonada y dásela a tus enemigos!". dice Mack y yo me río.
Mackenzie se echa hacia atrás en su puesto, pensando un momento. "¿Saben qué? Eso es lo que deberíamos hacer".
"¿Cómo?" pregunté, sin aún entender a qué se refería.
"Bueno, veamos... ¿Qué tienen ellos para que muchos les sigan?", dijo.
Le miré un momento antes de contestar: "Puede que sea su físico y..... ¿Su reputación?".
"Vale... ¿Y si alguien les quitara eso?", me preguntó. Stacey sonrió.
Me lo pensé un momento antes de contestar: "No sé cómo podrían quitarles el físico, pero quizá podrían quitarles la reputación"
Sonrió y dijo: "¡Eso es! Hay que quitarles eso".
Stacey intervino, dándole la razón a Mackenzie: "En otras palabras.... Démosle un gran vaso de limonada podrida a su abeja reina y los demás caerán".
Me lo quedé pensando por unos segundos. "Y... Creo que sé por dónde empezar..." les dije. Ambas se acercaron, con emoción y duda en sus rostros.
"¿Qué sabes, Alice Walker?", dijeron, mientras Mack empezaba a darme pequeños golpecitos en el brazo para que empezara a hablar.
Cuando por fin les conté lo del Granero y lo que había visto, Mackenzie y Stacey se quedaron de piedra.
"Rebecca me acusa de haber perdido la virginidad en el Granero de los Sustos, pero ella también estuvo ahí.... besándose con un pretendiente misterioso... Yo la vi", dije.
Mackenzie estaba furiosa por las acusaciones de Rebecca y quería ir a confrontarla inmediatamente, pero Stacey le dijo que debían tomarse su tiempo y pensar lo que iban a decir antes de hablar con ella.
"Sí... Es mejor que no se espere lo que viene" dijo Stacey mientras miraba a Mackenzie.
Mackenzie suspiró y estuvo de acuerdo con el consejo de Stacey antes de volverse hacia mí y preguntarme si sabía algo más sobre la vida secreta de Rebecca.
"No... Pero si hay algo más tenemos que averiguarlo", dije en voz baja, antes de prepararnos para salir a la cafetería.
Yo ya no me iba a esconder más, iba a dejar que Rebecca se riera porque ¡el que ríe de último ríe mejor!
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Se hizo un silencio incómodo cuando Stacey, Mackenzie y yo aparecimos frente a la fila de estudiantes que esperaban su comida. Se les oía cuchichear entre ellos mientras nos miraban con curiosidad, sin embargo el lugar estaba más despejado que de costumbre. Solo habían unos cuantos compañeros de grado y uno que otro estudiante de otro curso y no todos habían estado en la fiesta.
Supongo que por ser domingo muchos estarían en casa de sus padres o simplemente habrían pedido permiso para ir al centro comercial.
Pero, aún así, la situación seguía siendo estresante.
La cafetería era una gran sala dividida en dos partes: una para comer y otra para socializar. La zona para comer estaba dividida en filas de mesas con sillas a su alrededor, mientras que la zona para socializar estaba llena de sofás y sillones donde los estudiantes podían charlar con sus amigos o jugar a juegos de mesa como el Monopoly o el Scrabble.
No era nada del otro mundo, solo un montón de mesas apiñadas en filas, pero aun así me intimidaba. Este lugar era donde todos venían a pasar el rato, así que siempre estaba lleno de gente.
"Creo que vamos a tener que pasar por la cola de una en una", me susurró Stacey. Asentí, tratando de no pensar en lo incómodo que iba a ser todo esto.
"Adelante", dijo Mackenzie, señalando hacia el final de la fila. Tragué saliva y me adelanté, sintiendo los ojos de algunos estudiantes puestos en mí. Cuando llegó mi turno, recé para dejar de ser el centro de atención. Quería volver a ser invisible.
Había algo en ser invisible que te permitía sentirte como si estuvieras observando desde arriba. Podías ver lo que ocurría y oír todo lo que se decía, pero nunca tenías que preocuparte por verte envuelta en el drama.
Mientras me ahogaba en mis pensamientos, una voz fuerte irrumpió en ellos. "Oye, ¿Dónde estabas?", exclamó Stephen desde el otro lado del lugar.