Deseo de Navidad

¿COMPARTIMOS LA CAMA?

Diez minutos después nos encontramos en la sala, Graham se había puesto un traje, que lo hacía ver guapísimo, y yo me había puesto un vestido y botas de tacón alto, así como un elegante abrigo rojo que solo usaba en muy contadas ocasiones. Emprendimos camino, entre risas y charla, pero al abrir la puerta del edificio para subirnos al coche, nos dimos cuenta que una montaña de nieve bloqueaba la puerta de salida del edificio.

—Creo que no podremos salir, así es aquí, antes de que te des cuenta ya se desató una nevada que paraliza todo el pueblo, pero no te preocupes, siempre tenemos comida enlatada y ramen, para estas ocasiones, creo que nuestra cena no será tan elegante —le expliqué.

Al darme la vuelta para cerrar la puerta y regresar a nuestro departamento, choqué con su cuerpo, perdiendo el equilibro. El me sostuvo en un movimiento reflejo, lo que hizo que termináramos abrazados. Me soltó como si hubiera agarrado un leño ardiendo. Yo me ruboricé. Desde la muerte de mis padres me había convertido, al igual que Graham, en una invalida emocional. No tenía relaciones que prosperaran hacia la estabilidad, porque no me arriesgaría a amar a alguien y perderlo después, como sucedió con mis padres., prefería estar sola a enfrentarme a un dolor así.

—Perdona —dijo Graham, poniéndose serio, para después caminar detrás de mí, manteniendo su distancia.

Al llegar, mientras Graham encendía la chimenea eléctrica, decidí cambiarme de ropa por algo más cómodo y abrigado. Estaba de camino a la cocina cuando la electricidad se fue, y con ello la calidez de nuestra vivienda.

—Lo que faltaba, al menos tenemos gas para cocinar. Buscaré algunas velas —le dije, mientras abría el armario. Coloqué velas en la cocina y en la mesa del comedor. Encendí una por una, mientras tanto la temperatura descendía rápidamente. Frotándome los brazos para procurarme calor, puse a hervir el agua para preparar ramen.

—Hace mucho frío —me quejé, incomoda.

—¿Qué hacen Miranda y tú cuando pasa esto? —. Me preguntó Graham, preocupado, mientras me pasaba una manta para que me envolviera.

—Dormimos juntas para mantener calor —dije, sin pensar en lo que eso implicaba. Graham solo enarcó una ceja ante mi respuesta.

—Todo sea por la supervivencia. ¿Qué cama prefieres, la tuya o la mía?

—No te hagas ilusiones, la electricidad volverá en unos minutos —dije, sonrojándome. Por alguna razón ya no sentía frío. Graham solo soltó una carcajada.

—Solo estoy bromeando, pequeño elfo.

—Ya está el ramen —le dije, molesta más por mí que por él, mientras lo servía en unos tazones.

Nos sentamos en el comedor a cenar nuestra elegante comida.

—Después de todo tuvimos una cena elegante a la luz de las velas —dijo Graham, bromeando.

—Ya me había hecho a la ilusión de pedir algún platillo exótico —le seguí la broma—. ¿Qué harás una vez que termines tu trabajo aquí? —le pregunté, su vida me daba mucha curiosidad, ya que yo no había salido de Vail, más que para ir alguna vez de vacaciones a otro lugar más cálido.

—Iré a Nueva York, y de ahí seguramente se me ocurrirá otro destino.

—¿No te aburre no tener un lugar estable?

—No, es divertido conocer lugares y personas diferentes. Me mantiene ocupado y me da material para mi libro.

Después de cenar, preparé café. Me sentía cansada, pero con el frio que tenía estaba segura que no podría conciliar el sueño, por lo que envuelta en la manta me senté en la sala. A la luz de las velas, todo cobraba un cariz más íntimo, carraspeé para disimular mi confusión. Graham se sentó a mi lado, cargando un cobertor muy grueso y nos envolvió a los dos con él. El frio era más tolerable de esta manera. Le pedí que me platicara de su libro, de sus viajes y de su vida en general, su voz cálida y rasposa me fue arrullando, hasta que no supe en que momento me quedé dormida. Desperté en la madrugada, todo estaba en completa oscuridad y yo me encontraba enroscada en su cuerpo… en mi cama. Me quedé quieta para no despertarlo, muy dentro de mí, a pesar de lo violento de la situación, me sentía confortada y caliente. Graham roncaba muy quedito y de nueva cuenta, arrullada por ese sonido, me quedé dormida.

Soñé con él.




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