Deseo de Navidad

UNA PROPUESTA INDECOROSA

A la mañana siguiente al despertar, ya no estaba a mi lado. Me levanté como un resorte, corrí al baño a ducharme y luego fui a la sala. Ya había regresado la electricidad, el departamento estaba caliente y confortable y Graham estaba con su café al lado, tecleando en su computadora.

—Buenos días, dormilona. Seguimos varados en medio de la nevada, pero al menos ya regresó la electricidad —me dijo, y yo agradecí que no hubiera mencionado nada del hecho que habíamos compartido la cama.

Fui a la cocina y empecé a preparar el desayuno. Después de hablar con Rosemary para comprobar que estaban bien, me mentalicé para pasar quien sabe cuánto tiempo encerrada con ese hombre que me causaba tanta confusión.

—Vamos a desayunar, al menos tenemos abastecida la despensa —le dije, intentando parecer relajada.

—Amo la nieve, pero esto ya es ridículo —dijo Graham, asomándose por la ventana. No se veía nada, más que blancura.

—Con el tiempo te acostumbras. Es la primera tormenta de nieve del mes, te aseguro que cuando termine el pueblo cobrará vida. Los chicos saldrán con sus trineos y patines y jugarán guerras de bolas de nieve y harán muñecos que adornarán sus jardines.

—Vaya, eso lo tengo que incluir en mi libro. También que dormí en brazos de una hermosa mujer —dijo sonriente.

—Solo para no morir congelados, no te acostumbres —le seguí el juego, decidida a no mostrar mi vergüenza—. Aprovechando que estaremos aquí encerrados, voy a ponerme al día en las redes sociales de restaurante, a ver si así captamos más clientes.

—Ayer tomé unas fotos mientras cocinabas, si quieres te las paso para que las subas —se ofreció y yo acepté. Mientras trabajaba en eso, sentía que cada tanto posaba su mirada en mí.

—Cassy, anoche… en fin, fue placentero dormir abrazado a ti, me preguntaba… No, mejor olvídalo.

—Ah no, no me vas a dejar con la curiosidad, dilo.

—Bueno, me preguntaba si estarías dispuesta a ser mi compañera de cama el tiempo que falta para que yo me vaya.

—¿Disculpa? ¿Me estas pidiendo que seamos amigos cariñositos? —le interrogué, sorprendida, pero no molesta.

—Bueno, si quieres llamarlo así, sí. Mira, tú me gustas desde el momento en el que te conocí, intenté alejarme de ti porque eres amiga de Miranda, pero para ser honestos, me es imposible mantener mis manos lejos de tu cuerpo. Seamos amantes por el resto de la temporada. Cuando me vaya, te prometo que no me aferraré a ti como un pulpo. Podría ser divertido, al fin y al cabo, ya vivimos juntos, y he notado que no te soy indiferente, sin embargo, esta tensión que hace que andemos de puntitas cuando estamos juntos es incomoda, pongámosle remedio.

La idea, que en un inicio me había parecido un insulto, conforme escuchaba su respuesta ya no me parecía tan mala. Yo obviamente no era una virgen, y había tenido una o dos relaciones en el pasado, las cuales había terminado en cuanto empezaban a tornarse serias. Me vi moviendo la cabeza en forma afirmativa. Él sonrió y después dio una cabezadita.

—Perfecto, verás que no te vas a arrepentir. Cuando esto termine cada quién volverá a su vida.

—Me parece bien ¿Firmamos un contrato o algo? —le dije, medio en broma, medio en serio.

El soltó una carcajada.

—Confío en tu palabra, no creo que te aferres a cuando llegue el tiempo de partir.

—Por supuesto que no, las relaciones estables no son lo mío —le dije, levantando la mano a modo de promesa.

—Hecho entonces, compañera —me dijo él, extendiéndome la mano para cerrar nuestro inusual trato y yo la estreché.

En ese momento pensé que se iba a lanzar sobre mí, pero se limitó a seguir escribiendo como si el alma se le fuera a escapar del cuerpo. La mañana pasó en calma, por fin esa tensión que no me dejaba respirar se había esfumado, pero fue sustituida por cierta anticipación y emoción acerca de lo que me esperaría los siguientes días.

Por la tarde de nuevo asalté mi despensa, preparé una comida a base de enlatados, mientras la disfrutábamos, veíamos una ridícula película de navidad que nos sacó las lágrimas de la risa.

—¿Te das cuenta como todas esas comedias terminan en “juntos para siempre” ?, no entiendo cómo se pueden enamorar y cambiar su vida en un periodo tan corto —dijo Graham, su voz tenía un tono amargado que nunca le había escuchado, pero que en el fondo reflejaba mi sentir.

—Son películas navideñas, están hechas para cumplir esa finalidad de mostrarte que el amor todo lo puede —le dije, riendo a carcajadas—. No me imagino a ti y a mi enamorándonos después de compartir nuestra vida por cuatro semanas.

—Eso es lo bueno de nuestra reciente sociedad, sin compromiso, no hay lagrimas —dijo Graham, mientras se acercaba a mí y me besaba. Su boca sabía al chocolate que se estaba tomando: dulce, caliente, deliciosa. Disfruté de ese beso como nunca, porque ya no tenía que disimular que desde que lo había visto lo deseaba.

 




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