Deseo de Navidad

NO QUIERO QUE SE VAYA

Por la tarde no fue al restaurante, solo me envió un mensaje de que seguía ocupado con el tema del documental, le respondí que había problema, pero asustada me di cuenta que lo echaba de menos de una forma que no era saludable para mi paz mental. Esa fue la primera vez que pensé en que nuestro tiempo estaba llegando a su fin.

La víspera de navidad fuimos a ver el espectáculo de luces, motivo por el que Graham estaba en Vail, y algo tan rutinario para mí, se convirtió en nuevo visto a través de sus ojos, que lo disfrutó como nadie. Entrevistó gente, tomó mil fotos y videos, al llegar a casa, se pasó trabajando en la edición gran parte de la noche y todo el día siguiente. Por la tarde por fin anunció que el documental estaba listo y con eso daba por terminado su trabajo.

—El resto lo hará el equipo de edición, en Nueva York —declaró, mientras cerraba su laptop.

Pronto tendría que partir. La realidad me dejó paralizada. Ya no lo vería más, ya no habría más noches juntos, más platicas… más nada. Con terror me di cuenta que me había enamorado como una tonta adolecente, pero no dije ni una palabra, nuestro convenio no era ese.

—Es cierto, el tiempo se pasó muy rápido —contesté, intentando disimular mi malestar.

—Pero fue un tiempo muy bien aprovechado, esta ha sido una navidad extraordinaria —dijo, sonriente. Se acercó y me dio un beso.

—Voy a ir a resort para enseñarles el producto final y escuchar sus sugerencias, siempre hay cambios de última hora —dijo después, sin tener la menor idea del caos que se estaba desatando en mi mente y en mi corazón—. Nos vemos hasta la noche probablemente, que tengas una buena tarde de trabajo, mi pequeño elfo.

—Sí, espero que sí. Hoy en particular hay mucha gente que quiere celebrar la navidad comiendo bollos y bebiendo sidra, andaré de un lado para otro.

—Perfecto, hasta la noche entonces.

—Okey —no sabía que más decirle. No quería hacer lo que él tanto odiaba, aferrarme.

Los siguientes días antes de su partida, intenté buscar pistas que me dijeran que él se encontraba en la misma situación que yo, pero no encontré ninguna. Graham jamás insinuó siquiera en la posibilidad de quedarse, o de que yo lo acompañara, cosa que para mí sería imposible, mi vida estaba en Vail, tampoco insinuó en continuar una relación a distancia. Nada. Solo hablaba de que la había pasado muy bien y hasta parecía ansioso por irse. Jamás dijo que me fuera a extrañar. Tomé la decisión de aprovechar al máximo los días que quedaban para su partida para al menos tener preciosos recuerdos que me acompañaran cuando ya no estuviera conmigo.

Como ya había terminado su documental, se pasó la mayor parte del tiempo enfrascado en su libro, tal diría que de forma inconsciente estaba alejándose de mí, tal y como me había contado que siempre hacía, por lo que yo también me empecé a alejar y me enfrasqué en mi trabajo y así se instaló una nueva dinámica entre nosotros, durante el día no hablábamos ni media palabra y en la noche hacíamos el amor. Era horrible, yo no quería eso, quería nuestra camaradería de regreso. Quería al Graham abierto, amable, sonriente y divertido. Recordé con claridad las palabras de Miranda: no te voy a presentar a mi hermano porque no quiero verte con el corazón roto, él no sabe de compromisos, solo usa y desecha en cuanto siente que la cosa se está poniendo seria. Cuando conocí a Graham, a pesar de que solo quedamos en disfrutar de nuestros cuerpos sin comprometer sentimientos, nunca sentí que fuera alguien capaz de lastimar a alguien a propósito. En ese momento ya no estaba tan segura, o “tal vez”, sugirió una pequeña voz en mi mente “solo está aterrado e intenta protegerse, es lo mismo que tú has venido haciendo durante años”. Touché, me di cuenta que estaba recibiendo una cucharada de mi propio chocolate.

—Estás muy pensativa, desde hace días te siento rara. No te preocupes Cassy, te prometí que no sería un estorbo en tu vida, puedes estar tranquila —me dijo, ajeno a lo que sus palabras me estaban haciendo, pero en realidad no había dicho mentira alguna, simplemente era su realidad, la cual no cambió durante el tiempo que convivimos, el problema aquí era y, mi realidad si había cambiado. Él para mí ya no era una relación casual en donde solo compartíamos una cama y buen sexo, él para mí lo era todo.

—Estoy bien, Graham, solo que me siento cansada. He tenido mucho trabajo en el restaurante.

—¿Estás segura?, en verdad has estado muy distante. Te juro que no tienes que tomar esa actitud conmigo para alejarme, no me aferraré a ti, ni coartaré tu libertad.

Le sonreí y fingiendo una tranquilidad que no sentía, me acerqué y lo besé.

—Todo está bien, en serio —mentí.

—Bien, pequeño elfo, no te estreses tanto, cuando me vaya podrás retomar tu vida, mientras tanto vamos a disfrutar este día. Ven aquí, te he extrañado—. Me abrazó y me empezó a besar solo como él sabía hacerlo.

Por supuesto que recibimos año nuevo uno en brazos del otro. Esa noche no dormimos, tal parecía que queríamos que el tiempo se detuviera. Esa noche mi corazón se llenó de esperanza, porque su actitud fue demasiado amorosa, sin embargo, por la mañana me di cuenta que jamás pronuncio las palabras que mi corazón ansiaba escuchar, al contrario, después de desayunar, sacó sus maletas y empezó a empacar.

Intenté mantenerme tranquila, forzándome a no llorar, a no externar que mi corazón se estaba rompiendo minuto a minuto, mientras Graham, emocionado, me hacía un relato del itinerario de su viaje. A leguas se vía que ansiaba partir porque veía su reloj cada cinco minutos.




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