Terminé de desempacar mis maletas y me tumbe en la cama, era más espaciosa que la que tenía donde mis abuelos, sin embargo, la de mis abuelos se sentía mas cálida y hogareña. Mi habitación era hermosa, no lo podía negar; mi madre y mi padre habían trabajado duro para que su pequeña tuviera un espacio perfecto para ella. La casa no era tan grande como las demás del conjunto habitacional, pero era mucho más grande que las que vi en mi antiguo conjunto en Bogotá, era algo así como una mini-mansión. Me levanté de la cama y salí del cuarto bajando de dos en dos las escaleras, me entusiasmaba poder hablar con mi hermano después de tanto tiempo, lo vi recostado en el sofá y me senté en el que se encontraba al frente.
—hey —dije tímida. A pesar de que siempre estuvimos juntos de niño, no puedo dejar de verlo un poco como un extraño, me tardaré en asimilar que él es el mismo niño con el que yo solía jugar de pequeña y el mismo adolescente fastidioso y un poco protector que era cuando me fui.
—Sam —respondió este y siguió mirando al televisor, ese gesto me molestó un poco; bajé aquí para compartir tiempo con él y hablar, quería recuperar el tiempo perdido con mi hermano pero él al parecer le restaba importancia. Solté un suspiro e intente ignorar el gesto.
—¿cómo haz estado? —pregunté. escuché un suspiro por parte de él y lo vi pasarse la mano por su castaño cabello, como intentando contenerse de hacer o decir algo.
—bien Sam ¿ahora me puedes dejar ver la televisión en paz? —dijo irritado. Estaba de más decir que su actitud me cabreaba demasiado, mi querido hermano se había convertido en un idiota.
—espero que sepas que estas siendo un idiota —solté.
—lo sé —dice y se encoge de hombros. Suelto un chillido irritado y me dirijo al cuarto de mi mamá.
Toco la puerta cuando llego y mi mamá me dice que pase— Nicolás es un idiota mamá, solo quería hablar con él y recuperar un poco del tiempo perdido y lo único que hizo fue ignorarme.
—dale tiempo hija —dijo y me hizo seña para que me sentara en la cama, pues me encontraba dando vueltas por la habitación— ya te he dicho que desde la muerte de tu padre él se cerró por completo, incluso a mí me es difícil comunicarme con él. Siempre sale y nunca me dice a dónde va o a qué hora va a llegar, ni nada por el estilo. Él se volvió alguien frió y es por eso que te digo que le tengas paciencia, la perdida de su padre le dolió mucho.
aunque no estaba muy de acuerdo, entendía lo que trataba de decir— a mi también me dolió mucho ma —dije con voz ronca debido a las lagrimas que quemaban en mi garganta— pero uno no puede irse cerrando a sus seres querido por eso, tendré que pensar en qué hacer para ayudarlo.
—te lo agradecería.
(...)
Habían pasado casi dos semanas desde que llegue a Los Angeles y mis interacciones con Nicolás eran casi nulas y estaba más que frustrada, ya entré a la universidad ayer y tendré menos tiempo para pasar con él. Me preocupa que mi hermano esté metido en líos, aveces se va en la tarde y no llega sí no al día siguiente o aveces veo como sus amigos -sexys pero con aires de malandros- llegan y se reúnen en el garaje a hacer una especie de reunión de chicos, que consiste en beber licor, fumar cigarrillo y marihuana. Que ¿cómo lo sé? Pues he ido a revisar al día siguiente y he visto botellas de cervezas esparcidas por todo el lugar y el olor a cigarrillo y marihuana inundando el aire.
Trato de concentrarme en la clase, pero no puedo; mi cabeza da vueltas y vueltas sobre el asunto, parezco la hermana mayor que anda todo el tiempo encima de su hermano adolescente para que no cometa una locura, cuando lo cierto es que yo soy la adolescente aquí y él el adulto. Sacudo mi cabeza tratando de sacar esos pensamientos de mi cabeza y trato por quinta vez de prestarle atención a lo que dice el profesor, no quiero quedarme en ninguna materia y perder la beca, aunque fácilmente mi mamá podría pagarme la carrera, no me gusta depender tanto, prefiero lograr las cosas con mí propio esfuerzo.
—jóvenes, hasta aquí la clase —dijo el profesor y todos guardamos nuestros apuntes, colgué el bolso en mi hombro y caminé hasta mi casillero, allí lo dejé y cerré con llave quedando sólo con la cartera en mi mano. Me dirigí hacia la cafetería donde me encontré con María; una Latina que conocí ayer mismo, venía de Argentina así que al momento congeniamos, le conté que era Colombiana y pues nos pusimos a hablar sobre nuestros países y de moda.
—¿siempre vienes vestida así como sí desfilaras en una pasarela? —preguntó reparandome. Me encongi de hombros y miré mi vestuario, era unos jeans negros con unos botines de tacón del mismo color en gamusa, un crop top color beige y accesorios de colores naturales. Mi cabello estaba suelto hasta mi cintura con leves ondas que hice con la plancha y mi maquillaje era natural.