Deseo Entre Hermanos

Capitulo 5

segundo piso del club

 

 

Gracias a la ayuda de Thomas había podido ganar el parcial y es un peso que se quita de mis hombros, por otro lado estoy esperando la llamada de Teenage Models, quedaron en llamarme está semana y aún no lo han hecho, eso me tiene más nerviosa de lo esperado, hoy es sábado y pronto  esta semana dará fin.

 

—¿ya tienes lo que te vas a poner? —preguntó María, se encontraba tirada en mí cama chateando con no sé quién por celular.

 

—obvio —dije sonriendo. Hoy saldríamos en la noche para un club nocturno que por lo que tengo entendido es de alto prestigio, no cualquiera se puede dar el lujo de costear algo allí, aparte de que tengo entendido no dejan entrar a cualquiera. Acepté la invitación porque hasta donde tengo entendido Nicolás también irá ahí o eso fue lo que me dijo Thomas hoy cuando me lo encontré y pues le prometí a mi madre que ayudaría a mi hermano y para eso necesito investigar su mundo— me pondré un vestido.

 

—muestra yo quiero verlo —preguntó entusiasmada. Caminé directo a la puerta donde estaba mi cuarto de armario y la abrí, busque en el sitio donde recordé que lo había dejado y lo tomé— wow, y yo que pensé tener una gran cantidad de ropa, amiga tu me ganas —exclamó al entrar al cuarto.

 

—mi trabajo lo requiere —respondí con simpleza.

 

—supongo —dijo y salimos del armario— creo que es hora de que me vaya a mí casa a arreglar. 

 

—esta bién, yo igual comenzaré a alistarme —respondí. María había venido para hacernos manicura, pedicure y arreglarnos el cabello— te acompaño a la salida —dije y salimos de mí habitación, en la sala se encontraba Nicolás tirado en el sofá  viendo televisión con una cerveza en la mano, nos miró y María inmediatamente se puso nerviosa y su cara adquirió un color rojiso.

 

—hola —le saludó ella tímida, él solo regresó la mirada al televisor y la ignoró, pude ver cierto brillo de decepción en los ojos de mí amiga.

 

—déjalo, es un idiota —dije y la tomé de la mano para llevarla a la puerta principal, una vez ahí la abrí y me despedí— nos vemos al rato.

 

—nos vemos, ¿paso por ti o tú lo harás por mí? —preguntó.

 

—creo que es mejor que pases por mí, no recuerdo muy bien las calles de la ciudad.

 

—está bien, nos vemos —dicho esto salió y se dirigió hasta donde estaba su auto aparcado. Cerré la puerta y me dirigí hacia mi cuarto cuando una voz llenó mis oídos.

 

—¿ya se fue tú amiga la molesta? —preguntó Nicolás, me giré hasta donde se encontraba y le lancé una mirada de disgusto.

 

—¿Porqué eres así de idiota? —pregunté a lo que él se encogió de hombros.

 

—no me gustan las mojigatas o niñas menores que yo, digámoslo así mejor —fruncí el ceño ante su comentario.

 

—ella no es mojigata y sólo le llevas tres años, tiene mi edad, no te hagas el mayor.

 

—no hablaba de la edad —dijo y dio por terminada la conversación, subí hasta mi habitación y me puse a chatear con mis amigos colombianos mientras se hacían las seis, tenía que contarles todo lo que me ha pasado aunque no fuera mucho.

 



 

~*~
 

 

Me di el último retoque y miré mi outfi completo en el espejo; llevaba un vestido color vino con lentejuelas ajustado al cuerpo, unos tacones negros brillantes y una cartera del mismo color, el cabello lo llevaba suelto liso con unas leves hondas y caían hasta mis caderas, llevé un maquillaje un poco pesado en los ojos para que resaltara mi mirada, además que era perfecto para la noche y un labial suave, por último de accesorios me puse una cadena de plata pegada a mí pecho con un dijen de diamante y una pulsera con diamantes similares al del dijen.

 

—sam —dijo María entrando— ¡estas hermosa! —dijo mirándome de pies a cabezas.

 

—gracias, tu también lo estas —dije porque era cierto; llevaba un vestido negro ajustado al cuerpo de tirantes delgados y escote a los lados de su cintura, unos tacones rojos al igual que sus cabellera suelta lisa hasta la cintura, que a la vez le combinaba con su cartera y su maquillaje era espectacular para la noche.

 

—¿nos vamos? —preguntó.

 

—vámonos —afirme y bajamos las escaleras hasta salir de la casa.

 

Una hora después nos encontrábamos en la puerta de un un edificio pequeño pero lujoso, las luces neones sobresalen de la puerta de entrada, María y yo caminamos hasta donde el guardia y ella le entregó una tarjeta.
 




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