Deseo Entre Hermanos

Capitulo 8

Cuando llegué a mi casa me enteré de que Nicolás le había dicho a mi mamá que yo me fui a quedar a la casa mi amiga para justificar mi ausencia, debo confesar de que me vi tentada a decirle que yo me había ausentado por su culpa y no por quedarme en la casa de ninguna amiga, pero igual no tenía ganas ni fuerza de pelear, solo quería acostarme en mi cómoda cama y dormir, no sé como se las ingenio mi hermano para que yo subiera a mi habitación y me arreglara sin que nadie me viera, pero lo logró y por una parte me alegró, no quería preocupar a mi madre por las acciones de su hijo, ahora me encontraba acostada en mi cama sintiéndome afortunada de ello.  

 

— hija —llamó mi mamá a la puerta.

 

— pasa —respondí.

 

— quería decirte que llamaron de la agencia, quieren que vean sobre los contratos y todas esas cosas, dijeron que no contestabas el celular personal  —anunció mi mamá y yo chillé emocionada.

 

  — ¡osea que me aceptaron! —exclamé y mi madre me abrazó felicitándome.   

 

—sabia que lo lograrías, naciste para brillar —dijo separándose de mí.

 

—muchas gracias, ma —agradecí. No pude evitar sentirme satisfecha, ya tenía un peso menos en el hombro— dormiré un rato y luego iré a hacer ejercicio, tengo que trabajar duro para estar a la talla de las modelos de aquí.

 

 

—así se habla mi niña, te dejo para que descanses.




 

 

 

 

~*~


 

 

Pase la pequeña toalla por mi cara quitando el exceso de sudor producido por mi resiente actividad física, luego agarro el termo con agua y bebo un poco de el, por suerte teníamos nuestro propio mini-gimnasio en casa, ya que a todos en esta casa nos ha gustado llevar una vida sana y pues mi trabajo requiere de mucho ejercicio, además de que Nicolas se la pasa horas metido aquí, es obvio que su cuerpo esta bien trabajado.

 

Después de terminar mi rutina de ejercicios, salgo de allí y me dirijo a la casa principal, entro por la grab puerta de cristal localizada en la cocina y camino hasta donde está la isla, me siento en un taburete y decido hablar con Trish; la empleada que se encarga de la cocina y ama de llaves— ¿como vas, Trish? —pregunte viendo como picaba unas verduras.

 

 

—bien señorita Sam, ¿quiere que le prepare algo en especial? —me preguntó cortésmente, Trish tenía treinta y ocho años de edad y llevaba trabajando para nosotros hace diez años, era una mujer joven y muy capaz, se había ganado la confianza de la familia y aunque no tuve la oportunidad de convivir con ella todos estos años, sabía lo inteligente que era, es por eso que mi mamá le ofreció pagar sus estudios, al principio no quería aceptar pero luego la logró convencer, pues sabía que quería superarse y salir adelante, es por eso que a los dos años de trabajar con nosotros mi madre la inscribió en una muy buena escuela donde terminó el High School, mi madre era consciente de los pocos recursos que ella tenia cuando entró a trabajar aquí y como bien dicen; nunca es tarde para aprender. Ahora estaba cursando séptimo semestre de Literatura en la Universidad de California al igual que yo, sólo que ella estudiaba nada mas los sábados, pero eso si, dijo que apenas terminara su carrera encontraría la manera de pagarle a mi mamá.

 

 

—no gracias, estoy bien así —le respondí— solo quiero un poco de compañía.

 

 

—esta bien, sí necesita algo no dude en avisarme —le regalé una sonrisa y seguí mirándola cocinar, me gustaría algún día ser tan buena en la cocina como ella o si quiera acercarme un poco, la verdad es que mis habilidades culinarias son muy pocas. Le iba a preguntar sobre lo que estaba preparando cuando escuché unos gritos que imaginé venían del segundo piso.

 

 

—¿que está pasando? —pregunté frunciendo el ceño.

 

—no lo sé —respondió Trish e inmediatamente me levanté de la silla y caminé hacia el segundo piso. Mientras más me aproximaba, los gritos aumentaban y pude reconocer la voz mi mamá y Nicolás, corrí lo poco que quedaba e iba a tocar la puerta cuando lo que escuché me dejó helada por completo.

 

—No finjas que te importo, porque sé que no es así, de lo contrario no me habrías ocultado que yo era adoptado  —su tono era seco, podía sentir el resentimiento en el y por una parte lo entendía, ¿Nicolás no era hermano mío? ¿habíamos vivido engañados durante todo este tiempo?

 

 

— ¡claro que si me importas! no digas tonterías y por favor baja la voz que Sam nos puede escuchar  —escuché decir a mamá y sentí el dolor en mi pecho aumentar a medida que los segundos pasaban.




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