Deseo prohibido

3

Camille llegó a la puerta de la casa de su amiga y tocó timbre sin vacilar, Juan le abrió con una sonrisa amplia sobre sus labios. Ella le respondió casi del mismo modo, pero ocultando un pequeño secreto, que todavía ella ni siquiera sabía.

Juan era dos años más grande que las chicas, poseía una sonrisa amplia que no se le borraba con nada, parecía una persona muy feliz. Sus ojos de color esmeralda y cabello rubio como el sol, lo hacían parecer un ser humano con muchos amigos.

—Hola, Cam. —Le da un beso en la mejilla en modo de saludo y se hace a un lado para que ella pueda ingresar a la casa—. Pasá, tranqui.

Camille pensó en qué hacer ante la posibilidad de salir corriendo e irse a su casa, pero luego se negó e ingresó a la casa, en ese momento, se dio cuenta de que Rodrigo estaba sentado en el sillón, leyendo un libro en una de las plataformas literarias más conocidas del momento. Eso le resultó divertido, pero imágenes del tiroteo aparecieron en su cabeza y decidió no decir absolutamente nada al joven y solo concentrarse en la invitación que le había hecho su amiga.

¿Por qué se estaba comportando como una niña de trece años? Ni siquiera ella tenía una respuesta, solo sabía que estaba preocupada, ya que Raquel le había enviado un mensaje con la clave de emergencia, pero, para Camille, no había ninguna emergencia en su casa. A menos, que Rodrigo sea aquella emergencia. Por supuesto, la joven nunca imaginó que un chico podría llegar a ser la emergencia que su amiga había asegurado, pero no podía meterse en la cabeza de Raquel para ver y saber lo que ella pensaba.

Camille dejó de maquinar ideas fraudulentas y se quedó en silencio por un instante, el necesario para regresar a la realidad y aventurarse en la búsqueda de su amiga. ¿Qué otra cosa se suponía que debía hacer? Ella no tenía idea alguna, solo creyó que lo mejor era hacer la pregunta del millón y esperar a que Juan supiera la respuesta y no inventara nada para asustarla. ¿Por qué creía que el hermano de su amiga querría asustarla con alguna tontería? Ya le había ocurrido eso en otro momento.

Ella soltó un suspiro sonoro que atrajo la atención de Juan y la miró, a lo que ella terminó dándole la misma mirada. Una de las cejas de él se alzó a la velocidad de la luz, pero bajó al darse cuenta de que no estaban solos y que Rodrigo estaba tranquilo en la sala. La escena resultó peculiar para ambos, al tal modo, que solo sonrieron y decidieron caminar a al living, pero Camille no le dirigió la palabra a Rodrigo y él tampoco.

—¿Dónde está Raquel? —preguntó la joven con un tono lucido y ordenado.

El silencio comenzó a crecer en la sala hasta que Juan respondió con tranquilidad:

—Arriba. Si querés, entrá.

Camille simplemente asintió con una pequeña sonrisa y comenzó a subir las escaleras. Al terminar, ya estaba en la planta superior y su mirada se detuvo en lo amplio del lugar: el pasillo adornado con pequeñas estatuas, había cinco puertas y se preguntó cuál era la habitación de su amiga. Su corazonada la llevó a abrir la puerta del medio, pero se encontró con un gran cuarto lleno de cuadros importados, las paredes blancas y una cama enorme en medio de la habitación. Se asomó para ver un poco más y descubrió que esa pieza tenía un baño privado, un gigante armario y otra puerta, a lo que decidió ir y verificar con sus propios ojos lo que había. Tragó saliva sonoramente y estiró su brazo para alcanzar el picaporte, al hacerlo, no dudó y abrió la puerta, encontrándose con una oficina; cerró la puerta y salió de esa habitación, sabiendo que no era la de su amiga. Después, miró a la puerta que estaba cerca del baño y pensó que esa podría ser, así que caminó decidida y abrió, lo que sus ojos se encontraron la hizo cerrar y negar: era la habitación de Juan. Golpeó la puerta de la siguiente habitación y entró, a lo que sus amigas la miraron con diversión, pero Camille no pudo observar minuciosamente todo lo que había en el cuarto, solo lo más notable: paredes verde lima, cuadros de cantantes, estantes con libros de todo tipo, tres puertas y una cama grande con la cubierta de un oso panda y un bambú.

—Chicas —dijo y se tiró en la cama.

De inmediato, Camille pensó que le gustaría tener una casa como la de su amiga, pero luego supo que para conseguir todo eso debía trabajar muy duro y que solo sabía una cosa: tratar a las personas, ayudarlas y darle esperanza.

—¿Sigue abajo? —preguntó Raquel.

Raquel llevaba el cabello recogido, un top cómodo y un short negro. Mientras que Lucía tenía un vestido floreado, corto hasta las rodillas, con sandalias; el cabello planchado y adornado con dos narcisos.

—¿Quién? —cuestionó Cam.

—Rodrigo…tarada —murmuró Lucía.

—Ah, sí, sí. —Ellas la miraron, haciendo cara de pocos amigos— ¿Por qué?

La pregunta no fue respondida por ninguna de las dos chicas, pero una de ellas decidió cambiar por completo el tema de conversación para volverlo un poco más casual. Al parecer, las amigas de Cami solo pensaban en hacer algo para lograr que ella y Rodrigo se vuelvan una pareja oficial, pero… ¿Cuál era la razón de ese acto? Ninguna de las dos chicas había conocido a un novio de Camille, así que no sabían lo que ella era capaz de hacer. Solo creían que un poco de diversión sería divertido para pasar el tiempo, ¿lo era? Quizás, pero Raquel y Lucía no conocían la mente aventurera de su amiga; ninguna de ellas la conocía como para saber lo que Camille podría pensar.

—¿Salimos hoy? —indagó Raquel.

—See —respondió Lucía de un momento para el otro.

—Cámbienme de tema cuando quieran, chicas —soltó Camille con diversión.

Ellas se rieron. Y, en ese preciso instante, todo se volvió risas y regocijo. Ni siquiera sabían la razón por la que no podían parar de reírse, solo sabían que debían hacerlo. ¿Era para llamar la atención? ¿Para pasar el tiempo? Solo ellas tres tenían la respuesta a ese dilema.



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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