Deseo prohibido

9

Pasó tan solo una hora cuando ya disponían del plan para robar la joyería. El Señor estaba listo para el papel que le había tocado, pero García todavía estaba un poco nervioso, ya que no deseaba que los policías lo llevarán a prisión. Ferraioli debía ser el que vigilaba el tren hacia Mar Del Plata, mientras que Rossi y Fernández se vestirían como policías y García se ocuparía de mantener las joyas en un lugar seguro sin que los verdaderos policías interfirieran. El plan tenía muchos defectos, pero Ferraioli sabía que García era el mejor ladrón y mafioso para competir, también estaba seguro de que García no lo iba a traicionar, ya que la vida de su hija estaba en peligro.

Cuando era medianoche, ya todos estaban en sus puestos con todo lo necesario. El señor García tenía la valija idéntica a la de la señora Ramírez y, por si fuera poco, se había encargado de hacer una falsificación perfecta de los diamantes de la señora. Él sabía que aquella señora llevaría sus pertenecías a la joyería que ellos iban a robar, entonces, había planeado hacer todo un movimiento falso de robo para poder robar las piezas verdaderas cuando bajaran del tren. ¿Cómo iba a suceder eso? Simple, García sabía que el tren se detendría cuando se arribara la alerta de robo y, por eso, no solo le habían robado a la señora, sino que lograron hacer algunos robos exprés y sin sentido. Pusieron las piezas robadas en el maletín que lanzaron por la puerta trasera y allí habían sido recibidas por la mano Derecha del Señor, quien las llevó en su Corsa hasta la casa del Señor. Mientras tanto, en el maletín de García pusieron las piezas falsas y también lo que habían robado de los turistas; después, Rossi y Fernández se lo devolvieron a la señora y allí fueron a decirle la verdad a los policías oficiales, pero antes de hablar se fueron a cambiar para parecer civiles.

Después de unos minutos, el tren se detuvo y allí pidieron a todos que pusieran sus valijas en el centro para que los policías pudieran revisar todo con cuidado. El procedimiento duró horas, pero García, Rossi y Fernández agarraron tres valijas que habían puesto en el guardador, las sacaron e hicieron que ese era todo el equipaje que poseían, así que los policías no dudaron ni por un segundo. Cuando llegó el momento de la señora Ramírez, ella abrió su valija y los policías se encontraron no solo con las joyas que ella “había perdido”, sino también con los objetos robados anteriormente. La gente tuvo que salir del tren y subirse en taxis, que la misma empresa aseguró para que los llevaran a sus casas, mientras que la señora tendría que dar muchas explicaciones en la comisaria.

A las tres de la mañana, García ya estaba en su casa, acostado para descansar un largo rato. Bueno, tan solo tres horas tenía para dormir, pero se sentía en paz porque el plan había salido a la perfección y nadie iba a lastimar a su pequeña. Eso era como un sueño hecho realidad, ya no había nada más que hacer.

Mientras tanto, en la casa del Señor, él se encargó de darle lo necesario a Rossi y a Fernández. Cuando Rodrigo escuchó ruido, bajó a ver lo que estaba sucediendo y se llevó una gran sorpresa al ver las esmeraldas, los rubíes, el oro blanco y los zafiros. Abrió los ojos como nunca antes una persona lo había hecho y se acercó a la mesa, donde estaban todas las joyas, después miró a Rossi y a Fernández con seriedad, pero le mostró a su padre la misma mirada.

—¿Y todo esto?

—El plan de García funciona. Él es el mejor en eso.

—Pero hay que eliminarlo —ordenó el Señor.

Rodrigo lo miró sin comprender la razón.

—¿Por qué? ¿No es el mejor?

—Él estuvo implicado con la muerte de tu madre y de tu hermano. Es nuestro deber acabar con él —respondió el Señor.

A las seis treinta sonó la alarma. Camille se puso el uniforme e hizo la rutina de siempre; bajó las escaleras con paso lento y ahí la esperaba Emiliano, uno de sus guardaespaldas, a los pies del último escalón.

Emiliano era un chico casi de su edad, con cabello lacio y pelirrojo, parecía que medía dos metros y siempre usaba las camisas con tres botones abierta. A Camille siempre le había parecido divertido tenerlo a él como guardaespaldas, le gustaba y muchas veces hasta se divertía con él.

Volver a ver a ese hombre, hundió a Camille dentro de su alma, pero después comenzó a recordar todos los buenos momentos que había pasado con él. Había buenos recuerdos, aunque no lo parecía.

—Buenos días, princesa —comentó él.

Ella le sonrió y se acercó a saludarlo, con un beso en la mejilla, y después abrazarlo. Se sintió bien de tenerlo de regreso, pero le dolía lo que eso significaba.

Él fue quien la sacó de todo eso de las drogas, lo que era raro porque él era alto drogadicto, pero era un capo, ella lo amaba mucho.

Ni siquiera lo quería soltar, se sentía bien entre sus brazos. Ella se sentía protegida y en buenas manos.

A pesar de que él era un drogadicto, ella sabía que podía confiar en él. Lamentablemente, Emiliano tenía sed de venganza y eso, a veces, lo volvía loco.

—Te extrañe, Emi.

—Tienen toda la tarde para abrazarse y más, ahora tenes que ir a la universidad —chilló el padre de ella y los señaló—. Ya no tienen doce años, ahora tienen que hacer lo correcto.

Ellos dejaron de abrazarse, saludó a su papá y se subió a la moto de Emi.

Emiliano era más conocido como Azul, ya que siempre al atacar dejaba azul a su víctima. Le pareció divertido el apodo y lo tomó.

Cuando llegaron a la universidad, se despidió de él y entró al instituto. Fue sorprendida por la voz de una de sus amigas y se alarmó:

—Wow, ¿volvieron los guardaespaldas?—preguntó Lucía.

—Sí, no voy a poder hacer nada otra vez. Aunque no hay nada que hacer. Me agrada que seas a la única que le conté ese hecho... No se lo digas a nadie o lo sabré —amenazó Cami.

Se acordó de lo que le había dicho su padre sobre los Ferraioli, así que le iba a preguntar a Lucía, pero sabía que ella no tenía mucho conocimiento sobre todo lo que pasaba en la universidad. La que sabía todo era Raquel, pero todavía no la había visto y se comenzó a preocupar por ella. No comprendía la razón por la que Raquel todavía no había llegado, pero sí Lucía. Cuando Camille estaba a punto de preguntar por Raquel, una voz la trajo de regreso a la realidad.



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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