A las seis de la mañana, Rodrigo se despertó de una pesadilla, en donde su padre se moría por culpa del señor García, entonces agarró su celular para subir una historia a Instagram. Esa imagen era perfecta para poner en alerta a todos los que él conocía, de ese modo, llevaría a cabo el plan inicial. Las primeras en mirar la imagen de ellos dos fueron Lucía y Raquel; él imaginó que más tarde la verían otras personas y esas serían las que darían el golpe final, o mejor dicho, el primer golpe y el último, al menos, para él.
Rodrigo observó a Camille que se estaba despertando, ella abrió los ojos y se lo quedó mirando con tremenda cara de dormida y de pocos amigos, pero a él le resultó adorable. Por alguna razón no le importaba cómo se viera, ya que para él ella era perfecta. Él se preguntó si ella también pensaría lo mismo de él, ¿acaso se veía horrible?
—Buen día. —Le dio ella una sonrisa de boca cerrada.
Ella dejó de abrazarlo y se levantó de la cama como si se tratase de un resorte para vestirse con rapidez, ya que lo único que Camille deseaba era irse a su casa para ver si su padre estaba bien. No le gustó en lo absoluto que él no hubiera atendido los llamados de la noche anterior, así que ahora en lo único que ella pensaba era en su padre. Ni siquiera le importó lo que había sucedido ayer, solo lo tomó como una parte del plan inicial, así como también él.
—¿Vamos hasta mi casa? —Salió de los labios de ella.
Su tono era de preocupación, ya que no podía ni siquiera pensar en otra cosa, aunque lo había intentado, pero nada funcionó como ella pretendía.
—Sí, claro, pero ¿estás segura de eso? ¿Es buena idea?
Ella asintió.
—¿Dónde está el baño? —preguntó ella.
Él le apuntó a la tercera puerta que tenía en la pieza. Ella entró y mientras se vestía, él la veía cómo se lavaba la cara y se quedaba mirando en el espejo para acomodarse un poco el pelo con ambas manos. Dejó de mirarla solo para observar el celular, se dio cuenta de que tenía un par de mensajes, pero no le dio mucho interés, ya que no se sintió muy bien por lo que había hecho la noche anterior. Él sabía que nada de lo sucedido estaba bien y se lo repitió más de una vez con la esperanza de comprenderlo.
—Ya estoy, ¿vos decís que me dejen entrar igual así?
Ella estaba preocupada por ir a la universidad con la misma ropa que había usado el día anterior. Ella salió del baño, lo vio y él se encogió de hombros. Rodrigo no tenía idea de lo que le iban a decir a ella por haberse puesto lo mismo que el día anterior, para él, eso era ridículo, pero a ella le preocupaba, entonces, él se preocupaba por ella.
—No sé, capaz que sí. —La miró a los ojos—. ¿Por qué te preocupa eso?
—No tengo idea, solo sé que me van a matar a preguntas.
Bajaron las escaleras para empezar a caminar a la casa de ella, llegaron a la entrada. Era un viaje ni largo ni corto, tenía los minutos suficientes como para llegar bien a la universidad. Allí él conoció al padre de ella, hablaron de todo un poco, pero no había mucho tiempo para hacer una presentación oficial ni nada como eso. Sin embargo, a Rodrigo ese hombre no le cayó nada bien, ya que él sabía quién era y que hacía.
Por eso también había invitado a Camille a que se quedara en su casa, era todo un "plan" de su padre, el plan del Señor.
—Sos Rodrigo ¿no? —cuestionó el papá y extendió su mano.
El señor García asintió y Rodrigo estrechó su mano con fuerza.
—¿Y vos sos? —Se hizo el desinteresado.
—Yo soy Ramiro García —se presentó con una sonrisa.
Hubo un minuto de silencio en la sala hasta que Camille apareció.
—Listooo, vamos —murmuró ella, bajando las escaleras.
Rodrigo quería preguntar si todo era broma, ya que ella estaba casi igual de vestida que antes. Para él, no había ningún cambio y eso le pareció extraño, ya que habían venido para que ella se pusiera otra cosa y no podía encontrar nada diferente.
No había tiempo para hacer reproches, ni siquiera había tiempo para volverse a cambiar, solo estaba perfecto para salir corriendo e irse a la universidad. ¿Por qué tenían tanta obsesión con salir corriendo de allí? La respuesta era simple, había que ir a la universidad o cerrarían las puertas.
—Pensé que habías venido a cambiarte —chilló su padre.
—Lo sé, pero solo… —Ella miró a García a los ojos—. Estoy bien. Estamos llegando tarde, chau, te amo, pa —dijo, cerrando la puerta de la casa.
Camille observó a Rodrigo con una pequeña sonrisa sobre sus labios. Ahora ya se sentía mejor: había visto a su padre y él parecía estar bien. Eso era lo que ella quería, pero no comprendía las razones por las cual su padre no había respondido ningún mensaje.
Empezaros a caminar con cuidado, ella la agarró de la mano y él solo le sonreía cada vez que la miraba. Para él, ella era muy linda, pero no se quería enganchar, ya que todo era parte del plan, solo eso.
—Dejá de mirarme —susurró ella, toda sonrojada.
Él soltó una risita divertida y miró para otro lado.
Después de unos cuantos minutos caminando, llegaros y decidieron esperar a que llegara la directora, así podrían entrar como todos los de la universidad. Era tiempo de hacer lo correcto, pero ninguno de los dos sabía qué era lo que estaba bien y lo que estaba mal.
—¿Por qué te pusiste eso? —Ella miró lo que llevaba puesto y sonrió.
Él señaló, con su dedo índice, la remera que ella llevaba puesta.
—Para que no seas el único raro.
Ambos sonrieron con dulzura y él le dio un beso corto por impulso, pero se vio que a ella no le molestó, así que Rodrigo pensó que lo mejor era hacerlo bien, dándole un beso largo y duradero. Esta vez no fue un impulso, a él le encantaba besar los labios de ella, pero pararon porque escuchamos a Raquel.
Camille le sonrió a Rodrigo y ambos se dieron vuelta para ver a Raquel y a Lucía. Primero saludó ella con un beso en las mejillas y después Rodrigo.