Deseo prohibido

17

A las seis de la mañana, sonó la alarma de Camille, así que hizo toda su rutina y se hicieron las siete de la mañana. Emiliano la llevó a la universidad, se despidió de él y bajó del auto. En el transcurso del viaje se habían puesto a hablar sobre el pasado, mejor dicho, de la relación que habían tenido.

Se quedó sentada en las escaleras de la entrada de la universidad mientras observaba a todos los que llegaban, se había cansando de esperar a la directora. Ella no veía la hora de darle la nota y poder hablar unas palabras con ella, pero no aparecía.

Luego de unos minutos, ve que se le acercó un chico y se sentó a su lado. Ella lo miró sin saber lo que estaba ocurriendo y eso no le gustó en lo absoluto. A Camille no le gustaban los desconocidos y ese chico era uno.

—¿Por qué una chica tan linda como vos está sola? —se atrevió a preguntar.

—¿Por qué no te tomas el palo? —le preguntó ella, haciendo que el chico soltara una carcajada por el comentario.

—Manuel —se presentó.

—Camille.

—¿Sos nueva?

Ella asintió. Bueno, ya habían pasado un par de días, pero seguía siendo la chica nueva.

—Vos también ¿o no? Nunca te vi por los pasillos —reconoció ella.

—Sí, es mi primera vez en una universidad privada, pero yo te pregunté si sos nueva en el barrio.

Eso a ella le pareció peculiar y no le agradó mucho.

—Ah, sí, lo soy ¿y vos?

Él negó y respondió:

—Siempre viví acá.

—Ah, qué raro que te hayas cambiado a esta universidad —le dijo él con seriedad.

Ella no supo qué decirle, pero luego sonrió y dijo:

—Me mudé a una zona más cercana de esta, por eso.

Pasó un rato, antes de que la voz de la directo llamara la atención de ellos.

—García. —La directora llamó por su apellido y ella se paró rápido.

—Chau, Manu —se despidió de él y entró con la directora.

—Andá a dirección que yo ahora voy —le pidió la mujer, volviendo a afuera.

Camille asintió y empezó a caminar rumbo a la dirección. Estaba un poco preocupada por lo que iba a suceder, ya que ella creía que la directora podría arruinar por completo todo lo que Camille había logrado conseguir en su carrera.

Al llegar a la dirección, miró el cartel y luego abrió la puerta para entrar, eso fue lo que hizo. Miró a todos lados en la búsqueda de algo y luego sonrió.

—De todos los pibes que hay para que te hagas amigos ¿vas y te hablas con ese? —indagó Rodrigo con preocupación.

—Hola, ¿no?

—Hola —murmuró seco.

Ella supo que algo estaba mal entre ellos, pero no quiso arriesgarse a mucho. Se sentó en la silla que estaba al lado de él y luego decidió hacer una simple pregunta:

—¿Por qué me dijiste eso?

—Es un pelotudo ese pibe, no te juntes con él.

A ella eso no le gustó en lo absoluto, quién era él para decirle con quién o no ella podía juntarse. Eso le resultó ridículo y no le gustó para nada, ya que estaban en un nuevo siglo y no en el pasado.

—¿Me vas a decir con quien me tengo que juntar?

—No, solo con él no te juntes y ya está —chilló él.

Ella rodó los ojos.

—Pareces un nene de cinco años.

—Vos no entendés que si te juntas con ese pibe, vas a estar metida en un re bardo —le advirtió él con su tono de seriedad—. Esa es la maldita razón. Haceme el favor de metértela en la cabeza.

—Ah ¿y con vos no?

—No, si yo soy un santo —dijo él.

Ella volvió a rodar los ojos, cuando estaba lista para decir algo tuvo que callarse, ya que la directora entró con Manuel, el cual le sonríe cuando la ve.

—Manuel, sentate —ordenó la directora, apuntando una silla en una esquina—. García y Ferraioli, ¿trajeron su nota firmada?

Ella sacó la nota con cuidado y se la dio. La directora la aceptó con tranquilidad y luego miró a Rodrigo.

—¿Ferraioli? —cuestionó la mujer.

—La perdí —mintió él.

Ya era la segunda mentira en toda la tarde.

La directora suspiró.

—Que no vuelva a pasar, ¿bien? —les dio una nueva oportunidad a los dos.

Rodrigo y Camille asintieron y se pararon para irse de la oficina.

—García, espera, por favor —la detuvo por un instante.

Camille se dio la vuelta para ver a la directora con el ceño fruncido y Rodrigo quedó parado en la puerta esperando. Para él, ese era un momento incómodo y solo hubiera preferido salir de ahí en ese instante.

—Manuel te eligió a vos para que le muestres el colegio —anunció la directora.

—Pero yo no sé casi nada del colegio —le recordó ella—. Soy nueva y…

—No importa, lo poco que sepas —dijo él, acercándose a Camille.

Rodrigo se hartó de la escena y cerró la puerta con todo para luego irse.

La directora hizo un gesto molesto por lo que había hecho Rodrigo momentos atrás.  

—Mientras sepa en dónde está el baño y cada salón está bien.

Ella asintió y ambos salieron de ahí para empezar a caminar por el pasillo. Camille terminó de mostrarle lo que sabía de la institución, mientras se conocían más. Estaban volviendo al salón. Entraron y todos se quedaron mirando como de costumbre. Camille tuvo que sentarse sola, ya que Lucía ya no estaba presente.

—Souto, el nuevo ¿no? —preguntó el profe de Filo.

Manuel Souto solo asintió.

¿Cómo era Manuel? Tenía ojos oscuros, piel pálida y cabello alborotado de un rubio verdadero.

—Bueno, sentate dónde quieras.

Él se acercó a ella con una dulce sonrisa que dejaba ver sus dientes.

—¿Puedo? —le preguntó.

Camille asintió y él se sentó a su lado, delante de ella estaban sentados Rodrigo y Camilo.

La hora pasó normal hasta que tocó la campana para salir al receso. Manuel salió y ella se quedó adentro, era la única en el salón hasta que vino Rodrigo con su mirada de desaprobación.

—Parece que no escuchas cuando te hablo —sentenció sentándose al frente de ella.



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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