Deseo prohibido

18

A Camille no le gustó en lo absoluto ver cómo Rodrigo se iba a hablar solo, ya que ella imaginó que le diría al Señor lo que estaba ocurriendo. También llegó a creer que el padre de él tenía algo que ver con que Raquel y Lucía no estuvieran presentes, pero luego se quitó esa idea de la cabeza. Se quedó estática, esperando noticias de su amado, yacía en sus pensamientos oscuros con la esperanza de que todo fuera una simple casualidad.

Mientras tanto, Rodrigo seguía lejos de ella, esperando que el llamado fuese atendido. ¿A quién había llamado y qué le diría? Esa era la cuestión. Estaba arrepentido de hacer esto contra la persona que él había comenzado a amar, pero la sangre era más importante.

Observó el número de la persona a la que estaba llamando, su ceño se frunció y su cara de enojo apareció. Dejó de creer en lo que se había propuesto e intentó imaginar un mundo sin Camille. Él se dio cuenta de que el mundo seguiría, pero no el suyo.

Él se había dado cuenta de que su actitud había sido sospechosa, pero no le importó. A esas horas, ya no le importaba nada, solo quería salvar a los que había aprendido a querer. Cuando, por fin, le atendieron el llamado, él solo pudo decir lo siguiente:

—¿Por qué lo hiciste? No hacía falta que los amenaces. Las familias de ellas no tienen nada que ver con tu problema con los García.

Hubo un instante de silencio.

—Vos no entedés nada, Rodrigo, ellos los estaban ayudando. Mi deber era acabarlos.

—¿Pero hacía falta que los amaneces con secuestrar a sus hijas?

Ferraioli soltó una carcajada sonora.

—Tenía que tocar sus puntos más débiles para que tengan miedo y se puedan ir.

—¿Y qué a García le vas a secuestrar a la hija para que se deje de joder?

Aquello salió de los labios de Rodrigo como una broma, pero su padre no comprendió nunca el sentido del humor de su hijo, a lo que le respondió:

—Eso no lo había pensado, muy buena idea, hijo.

Rodrigo supo que su broma había sido tomada como una idea, así que negó, pero recordó que su padre no podía verlo, entonces, decidió responder con palabras; sin embargo, no pudo, ya que su padre agregó a su discurso algo más.

—Te espero afuera del colegio cuando salgas.

Luego de sus últimas palabras, el Señor terminó la llamada.

Escuchar las palabras tajantes de su padre le hizo darse cuenta de que había hecho una locura y que si le pasaba algo a Camille solo iba a ser culpa de él. Ya no podía culpar a su padre, él mismo le había dado un plan para acabar con ella.

—¿Qué haces acá? —Lo sorprendió la voz de ella.

Él se dio la vuelta para verla y se aclaró la garganta para hablar, lo único que esperaba era que no haya escuchado nada de todo lo que había dicho. Tragó saliva sonoramente y sonrió para evitar las preguntas, aunque le debía la respuesta de una.

—Nada, estaba haciendo una llamada.

—¿Tan lejos te tenías que venir para hacer una llamada? —cuestionó ella con seriedad.

Camille ya no creía en las palabras de Rodrigo, aunque intentaba que eso no se viera.

Estaban en los baños viejos de la universidad, quedaban al fondo de todo el campus, nunca nadie venía para esos lados porque decían que te aparecían espíritus, pero era un invento de los porteros para que nadie se acercara a ese lugar tan alejado. La leyenda hablaba de una mujer llamada Martha que había muerto en la puerta de los baños mientras estaba fumando.

—Es que la directora no me deja usar el celu y para que nadie me vea y le diga vine acá. Ya sabés como se pone la mujer —dijo nervioso mientras guardaba el celular en el bolsillo trasero.

—Ahhh, sí, bueno, vamos ¿o te quedas acá? —le preguntó ella, tratando de sonar buena, pero no podía—. Nos van a sacar a patadas.

—Antes de que nos vayamos... —murmuró acercándose más a ella para agarrarla de la cintura y empezar a besarle el cuello.

Ella le acarició la nuca y suspiró con desdicha.  

—El recreo ya terminó, el profe debe estar en el salón.

Él la empezó a besar, pero pararon por falta de aire. Ella lo obligó a alzar los brazos para poder quitarle la remera y lanzarla por ahí.

Solo ellos dos tuvieron el secreto de lo que sucedió en ese baño.

Al cabo de unos minutos, ellos se pusieron a hablar sobre lo que había sucedido. Ella le confesó que no había estado con muchos hombres antes de él, solo había estado con Emiliano y, bueno, actualmente con Rodrigo. Al principio, él se sintió feliz por aquello, pero luego pensó que lo mejor era que ella probara cosas nuevas, así que le propuso irse un tiempo a descubrir su propio estilo sexual. Camille no entendió lo que él pretendía, así que hizo como si no le importara demasiado.

Mientras estaban hablando sobre lo que pensaban hacer si se iban de vacaciones, la directora apareció para asustarlos.

La directora los quedó mirando, sorprendida.

—¡A dirección ya! —gritó casi dejándolos sordos, ya que ha bastante eco en el baño.

Ninguno de los dos pudo excusarse, ya que cualquier cosa que podrían decirle a la directora hubiera sido una mentira. La mujer ni se inmuto al verlos casi desnudos, ni siquiera le importó.

Ella empezó a caminar con paso rápido y firme, entonces, Camille fue detrás; él vio cómo Cam se metió la mano debajo de la pollera, pareció estar acomodando algo. Ella se dio la vuelta y con la mano libre que tenía le sacó el dedo del medio, ya que se estaba acomodando bien la tanga.

Cuando llegaron a dirección y se sentaron al frente del escritorio de la directora como de costumbre, solo esperaron a escuchar las palabras de la mujer. Ambos estaban seguros de que todo se había salido de control, nada de eso era lo que estaba planeado.

—Les voy a tener que mandar otra nota a sus papás, otra cosa más así y son expulsados de esta universidad —aclaró la mujer—. Ya estamos hartos de sus actitudes, ya no son niños.



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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