Deseo prohibido

29

Rodrigo vio como Cami subió con Manuel escaleras arriba, así que después de perderla de vista, él decidió subir, ya que él sabía de lo que Manuel era capaz de hacer. Rodrigo comenzó a abrir todas las puertas de cada pieza, pero no los encontró en ningún lado; no obstante, todavía quedaban dos habitaciones por revisar. Cuando, por fin, él estaba por abrir una de las últimas puertas, sintió que esta se abría desde el interior, chocándose con ella.

Camille se sorprendió al sentir el choque con el cuerpo de Rodrigo, pero se sintió contenta de verlo. Sin embargo, ella no prestó mucha atención y salió corriendo. Rodrigo se dio cuenta de que ella tenía cara de asustada y se preocupó.

Rodrigo supo que Manuel había hecho una de sus travesuras, así que se adentró a la habitación y fue ahí cuando lo vio levantándose del suelo. Le dedicó una sonrisa al maldito y negó acercándose a Manuel con rapidez.

—¿Qué mierda le hiciste? —Rodrigo lo empujó, haciéndolo chocar con la pared.

Manuel se quejó, así que Rodrigo lo agarró de la remera, pegándolo más a la pared de aquella habitación. Ambos se miraron como animales, se querían asesinar mutuamente, pero nada sucedió, ya que Rodrigo volvió a hablar.

—Le llegaste a hacer algo... —Manuel lo interrumpió.

Manuel soltó una de sus carcajadas.

—No le hice nada —dijo él sin dudarlo, pero Rodrigo no le creyó nada.

—Llega a ser mentira y olvídate que salís vivo de acá —chilló Rodrigo.

Decidió soltarlo y salió corriendo a buscarla. Estaba desesperado por encontrar a Camille, ya que había muchas cosas que debía confesarle.

Rodrigo no sabía nada, pero su padre se encontraba con el padre de Camille. El Señor tenía grandes ideas para divertirse con García, no solo torturarlo hasta que le diera la clave de una de las bóvedas del banco, sino también deseaba que ese hombre se fuera con su hija de regreso a Inglaterra.

Todo lo sucedido con el Señor y García no terminó nada bien, así que después de cortarle la vena del cuello, el Señor decidió llevar el cadáver de García y el de la mujer a la casa de ellos. Sus amigos, Rossi y su hijo lo ayudaron a posicionar los cuerpos sobre los sofás. Después de dejarlos, no dudaron en irse rápido.

Por otro lado, Camille salió de la fiesta y se subió a su moto. Necesitaba irse a su casa, ella deseaba un baño para sacarse la sensación de suciedad.

—¡Camille, espera! —Ella escuchó gritar a Rodrigo.

Ella solo giró para mirarlo.

—Voy con vos —le dijo él.

—Me iba a ir a mi casa.

—Vamos a la mía —propuso él con seriedad—. Después podés ir a tu casa, pero no quiero dejarte sola ahora.

Ella asintió con la cabeza y se bajó de la moto para que él maneje. Lo miró subirse y le dedicó una sonrisa llena de tristeza, a lo que él le respondió del mismo modo. Camille se subió después, apoyó su cabeza en la espalda de él y enredó sus brazos en la cintura de él, Rodrigo arrancó para la casa.

Frenó al frente de su casa, ella se bajó y él repitió la acción. Nada estaba bien, ambos sentían que todo estaba mal, pero no sabían las razones. Se miraban como si con sus miradas pudiesen hablar.

Camille se apoyó en la moto y él se acercó a ella, él puso sus manos en las mejillas de ella y las acarició, la miraba detalladamente. Él sabía que algo malo había sucedido en esa fiesta, pero deseaba que ella se lo dijera.

—¿Qué pasó?              

La voz de él tenía un tono suave.

Ella no podía mirarlo a los ojos, así que miró para otro lado. No sabía si contarle o no, así que él dejó de acariciarle las mejillas y la agarró las manos esperando una respuesta salir de los labios de ella.

—Cam.                                   

Ella soltó un suspiro de sus adentros y asintió.

—Su mirada tenía algo que nunca antes vi, como que no era él, no era el mismo chico con el que pasé la tarde, estaba como... —Ella estaba pensando la palabra perfecta, pero no le salió.

—Drogado —soltó de golpe Rodrigo.

—Sí —digo ella, asintiendo.

—Pero no te hizo nada ¿o no?

Ella negó con la cabeza, no se animaba a decirle que Manuel casi la violaba.

Él dejó un tierno beso en la mejilla de ella y se sentó en la vereda; para él, ella no debía decir nada más, ya que con eso había comprendido suficiente. Camille se sentó al lado de él y apoyó su cabeza en el hombro, se separó de él cuando empezó a sonar el celular de ella.

¿Dónde estás? —le preguntó Emiliano.

—En la casa de Rodrigo —le respondió ella sin dar vueltas en el asunto.

—¡¿Qué?! Salí de ahí ahora —le chilló él.

—¿Por qué? —Se preocupó ella.

—Camille, no quiero decirlo por llamada, es mejor que te lo diga en persona. Es un tema muy delicado —le explicó él.

Ella soltó un bufido de su interior. Se sintió mal por un instante, ya que recordó que no había ido al baño en casi dos semanas, lo cual la empezó a preocupar.

—No, decímelo por acá.

—Tus padres...

—¿Mis padres qué? —cuestionó ella, tratando de no sonar furiosa, pero era imposible.

—Los mataron, Cami, perdón.

Ella cortó la llamada, sus lágrimas empezaron a caer sin control. Rodrigo se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y la abrazó, a lo que ella se escondió en el pecho de él mientras no paraba de llorar, Rodrigo empezó a acariciar la espalda de ella y la abrazó más fuerte.

—Perdón por lo que pasó, Cam.

Camille se separó de él confundida y se preguntó ¿cómo fue que Rodrigo sabía lo que pasó? La llamada no estaba en alta voz y ella se había alejado de él cuando atendió. Se había alejado lo suficiente como para no parecer sospechosa ni para parecer una despreocupada.

—¿Vos cómo sabés lo que pasó? —le preguntó ella.

Rodrigo se rascó la frente y ella logró entender todo, ya sabía quiénes mataron a sus padres.

—Por eso no querías que vaya a mí casa ¿o no? ¿Lo sabías? ¿Sabías que iba a pasar esto?



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En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

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