Deseo prohibido

Epílogo

Cuatro meses después...

Rodrigo se encontraba con la nueva esposa de su papá, con su papá, Micaela y su novio cenando. Él estaba ahí, pero no estaba mentalmente. Al parecer, el Señor se había recuperado milagrosamente de su enfermedad.

La verdad era que él no tenía hambre, estaba concentrado, pensando en todo lo que había pasado. Nunca sintió nada por nadie y apareció Camille a cambiarle todo lo que él conocía de la vida y el amor.

La última vez que vio a Camille fue en la universidad, ya había pasado bastante tiempo, no supo más nada sobre ella. Estaba tratando de averiguar por su cuenta, pero ella había desaparecido por completo del planeta tierra.

—Hijo. —El Señor le llamó la atención a Rodrigo.

Rodrigo lo miró con seriedad y le hizo una mueca con sus labios.

—¿No te gusta lo que cocinó tu mamá?

—Madrastra. —Lo corrigió sin dudarlo—.  Y no, no es eso. No tengo hambre...

Él se paró y salió afuera a tomar un poco de aire, en esos momentos, estaría necesitando la presencia de ella, le hubiera gustado que ella estuviera a su lado y también que lo estuviera abrazando con todas sus fuerzas: eso necesitaba él, que ella lo abrazara y no lo soltara por nada.

—Rodrigo —su prima le llamó la atención.

—¿Qué? —Preguntó sin sacar la mirada de la luna.

—¿Qué pasa? Andas raro

—¿Sabés lo que pasa? Que me enamoré y por la culpa de mi papá la chica que me encanta no me quiere ni ver. —Se giró a verla.

—¿Por mi culpa? —Se acercó Daniel y le hizo una seña a Micaela para que los dejara solos.

—¿Podés dejar de hacerte el que no sabés nada? —le chilló su hijo.

—Rodrigo, hijo, te juro que no sé de qué me estás hablando.

—Lo mataste, mataste al papá de Camille y a su mamá.

Daniel se acercó a su hijo y negó, su ceño se frunció y miró a su hijo a los ojos.

—Rodrigo, yo y el papá de Camille arreglamos las cosas hace ya bastante. Él sabía lo que iba a pasar si regresaba a Argentina y lo hizo, él fue el que rompió el pacto y tuvo que pagar —El Señor le explicó todo a su hijo—. No lo vas a entender, pero García sabía lo que iba a pasar. No entiendo la razón por la que volvió acá, supongo que quería que su hija herede todo y con eso también nuestro reino.

—¿Qué? ¿Me estás diciendo que nuestra mafia no hizo nada?

Él negó.

—No hicimos nada, solo lo pactado.

—Le tengo que decir a Camille.

Rodrigo solo pensó en salir corriendo hacia su auto y se fue para la casa Camille, tardó unos minutos en llegar, tocó el timbre y le abrió Valeria.

—¿Qué hacés vos acá? —le preguntó a él.

—Vengo a decirle algo a Camille.

Ella negó más de una vez.

—Andate antes de que te vean.

—Por favor, mi mafia no hizo nada. Mi papá había arreglado las cosas con tu jefe hace ya bastante y él hizo todo lo contrario. ¡Él sabía lo que iba a pasar y no le importó una mierda!

Valeria miró al chico y negó. Le hizo una seña por detrás de la puerta a los chicos y Emiliano sonrió amplio.

—¿Y cómo sé que no me estás mintiendo?

—Firmaron un papel hace mucho tiempo, cuando arreglaron las cosas dijeron para hacer un atraco juntos, firmaron un papel para que les traigan armas. —Rodrigo le dio el papel.

Ella lo agarró y miró todo.

A el papel lo encontró Rodrigo adentro del auto de camino a la casa de ella, lo leyó y entendió todo.

—¡Emiliano, vení! —Le gritó ella desde la entrada.

Apareció Emiliano bajando de las escaleras, apenas lo vio fue rápido hacía Rodrigo para agarrarlo del cuello de la camisa que estaba llevando.

—¿Cómo te puede dar la cara de venir hasta acá haciendo como que nada pasó?

Valeria lo empujó rápido, haciendo que Emiliano lo soltara y le dio el papel.

—De ese atraco nos había hablado Ramiro. —Le habló a Emiliano y después lo miró a Rodrigo—. La Cami no está acá.

—¿Cómo que no está? —cuestionó Rodrigo.

—Ella está en el hospital.

—¿Qué le pasó?

—Sobredosis, pero eso no fue lo peor. Tuvo un accidente y un camión se la llevó puesta. —Le devolvió el papel.

Rodrigo frunció el entrecejo al escuchar lo que le habían dicho.

—Ella no se droga —sentenció.

—El papá era el único que la ayudó con eso —dijo Valeria con seriedad—. Su papá y Emiliano.

—Ahora que el papá no está volvió a caer en las drogas —le explicó Emiliano.

—Justo cuando nos estábamos por mudar, entramos a su pieza y estaba tirada en la cama, a su al rededor habían inyecciones y más cosas que no logré ver bien qué eran —murmuró Valeria.

Rodrigo negó sin poder creer nada y se tapó la cara con las dos manos para pensar qué hacer.

—Necesito verla ¿en qué hospital está?

—Vamos, te llevo.

Los tres se subieron al auto de Emiliano, discutieron un poco por todo lo que había pasado, pero después de unos minutos se callaron y esperaron llegar.

Cuando por fin llegaron, entraron rápido al lugar y ellos lo llevaron en donde ella estaba.

—¿Son parientes de la señorita García?

Emiliano envió un texto y volvió a la realidad.

—Sí, sí.

—¿Podemos pasar los tres? —Le preguntó Valeria al doctor.

El doctor asintió y los dejó pasar, entraron y en la camilla no había nadie.

Emiliano y Valeria se miraron y notaron la preocupación que Rodrigo tenía.

—¿No se supone que tendría que estar acá? —preguntó Rodrigo y miró rápido al doctor.

—Sí —dijo en un tono asustado—. Me voy a fijar las cámaras para ver en dónde está.

—Llamala, tiene el teléfono.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque ahí no está y la vez que vine ella lo dejo ahí. —Emiliano apuntó una mesita, donde se apoyaban los remedios y más.

Rodrigo la llamó, pero ella no le contestaba.

—No tiene señal. ¿Un lugar dónde no haya señal?



#3170 en Thriller
#1196 en Suspenso

En el texto hay: traicion, mafia, venganza

Editado: 26.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.