Acercamiento

El viernes llegó y Selena se aseguró de llegar temprano al aula donde se llevaría a cabo el seminario. Sin embargo, un imprevisto la retrasó y terminó entrando tarde. Escaneó rápidamente la sala y, al ver a Damián sentado en las primeras filas, no dudó en acercarse. Se sentó justo detrás de él y, con un ligero toque en su hombro, susurró:
—Oye, ¿en qué parte van?
Damián giró levemente la cabeza y la miró con su expresión neutral de siempre, pero con un destello de reconocimiento en sus ojos.
—Ah... Yo te conozco. Eres la de la biblioteca.
Selena fingió sorpresa y sonrió levemente.
—¿Te acordaste de mí? —respondió con un tono juguetón.
Él inclinó la cabeza con una leve sonrisa.
Damián decidió ignorar su comentario y respondió con indiferencia:
—No te pierdes de nada. Está muy aburrido.
La charla siguió su curso mientras ellos comenzaron a conversar en voz baja. Pronto, el tema del seminario quedó en segundo plano cuando Damián mencionó el libro que se le había caído a Selena en la biblioteca.
—¿Así que te gustan las novelas de misterio? —preguntó él, con un tono que denotaba genuino interés.
—Me fascina —respondió ella, encantada de que él recordara aquel momento.
La conversación fluyó con facilidad, hasta que Selena se detuvo un momento y miró a su alrededor.
—No estaremos molestando a los demás, ¿verdad?
Damián se encogió de hombros con indiferencia antes de esbozar una leve sonrisa.
—Vámonos.
Selena quiso parecer menos entusiasmada de lo que realmente estaba, así que asintió con calma y lo siguió fuera del aula. Caminaron por los pasillos de la universidad hasta llegar a un pequeño jardín con una banca algo apartada. Era un rincón tranquilo, casi escondido, con la iluminación perfecta para darle un aire romántico.
Se sentaron y la conversación continuó, esta vez sin la necesidad de susurrar. Hablaron de libros de fantasía, de novelas de misterio y de cómics populares.
—¿Leíste la última entrega de 'Sombras en el espejo'? —preguntó Damián, con una curiosidad genuina.
—¡Sí! No puedo creer ese final, me dejó con más preguntas que respuestas —respondió Selena con entusiasmo.
—Lo sé, pero creo que el autor lo hizo a propósito. Quiere que saquemos nuestras propias conclusiones.
—O quizá solo le gusta torturarnos —bromeó ella, riendo levemente.
—Podría ser. Aunque admito que me gustan los finales ambiguos —dijo él, apoyando un codo en el respaldo de la banca.
También hablaron sobre adaptaciones cinematográficas de sus libros favoritos.
—La película de 'El enigma de Ravenwood' fue una decepción total —comentó Selena, rodando los ojos.
—Sí, cambiaron el villano por completo. No tenía el mismo impacto que en el libro.
—Exacto. Se suponía que el giro final fuera inesperado, pero en la película fue tan obvio que perdió la emoción.
Selena se sintió en una burbuja donde solo existían ellos dos, cada palabra de Damián capturando su atención de una manera casi hipnótica.
A lo lejos, Adriana, que había llegado a la universidad buscando a su amiga, los vio juntos en la banca. Frunció el ceño con picardía y sacó su teléfono. Con un par de toques en la pantalla, tomó algunas fotos y, sin poder evitar la diversión en su rostro, se las envió a Selena con un mensaje: “¿Así que en plan romántico? Esto se pone interesante”.
El teléfono de Selena vibró en su bolsillo, pero ella estaba demasiado concentrada en la conversación con Damián como para notarlo. Cada segundo con él hacía que su interés creciera más y más, hasta convertirse en algo que ya no podía ignorar.
Las siguientes semanas pasaron con rapidez, pero para Selena, cada día parecía girar en torno a una sola cosa: Damián. Su rutina cambió sin que se diera cuenta. Ahora, sus horarios coincidían con los de él con una precisión alarmante. No era casualidad, por supuesto. Había aprendido sus patrones, memorizado sus lugares frecuentes y hasta descubierto que a veces se quedaba en la biblioteca hasta tarde los jueves.
No era suficiente con verlo de lejos. Quería más. Necesitaba más.