Deseo Silencioso

Descubrimientos Inesperados

La semana en la universidad transcurrió sin incidentes notables hasta que, en una de sus clases, el profesor asignó un trabajo en parejas. Selena, que usualmente prefería trabajar sola, no pudo ocultar su alivio cuando vio que su nombre estaba junto al de Adriana en la lista.

—Menos mal que nos tocó juntas —dijo Adriana, dejándose caer en el asiento junto a Selena

—. Ya me imaginaba haciendo equipo con alguien que ni siquiera se molesta en responder los mensajes. Selena sonrió levemente, aunque su mente ya estaba en otra parte. No podía evitar preguntarse si Damián también tendría que hacer el trabajo y, de ser así, con quién le habría tocado.

—Podemos hacerlo en mi casa —propuso Selena—. Así tenemos todo el material y terminamos rápido. Adriana asintió sin pensarlo demasiado.

—Perfecto, así también chismeamos un poco —dijo con una sonrisa divertida.

Esa tarde, ambas llegaron a la casa de Selena. La casa era espaciosa y bien cuidada, con una decoración sobria que reflejaba más los gustos de sus padres que los suyos. En la sala, todo estaba meticulosamente ordenado, sin demasiados objetos personales a la vista.

Antes de sentarse, Selena pasó a su habitación por un momento, mientras Adriana esperaba sentada en la sala. Cuando Selena regreso, se sentaron en la mesa del comedor con sus libros abiertos, listas para comenzar, pero a los pocos minutos, Adriana se puso de pie con un suspiro.

—Necesito un respiro —dijo, estirándose—. ¿Dónde está tu baño?

—Al fondo del pasillo —indicó Selena sin levantar la vista de sus apuntes.

Adriana caminó con tranquilidad hasta el baño, pero al regresar, notó que una puerta entreabierta dejaba ver un pedazo del dormitorio de Selena. La curiosidad pudo más y, sin pensarlo, empujó suavemente la puerta para asomarse.

Fue entonces cuando lo vio. Toda una pared cubierta de fotos de Damián. Adriana sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No eran fotos casuales; algunas parecían haber sido tomadas a escondidas. Había notas con horarios escritos, objetos pequeños pegados con cinta adhesiva: un boleto de cine, una servilleta con lo que parecía ser la escritura de Damián, y entre todo eso, un vendaje cuidadosamente doblado, junto a más cosas que no parecían ser de Selena. El corazón de Adriana latió con fuerza. Su amiga... esto no era normal.

—¿Qué haces aquí? —La voz de Selena la sobresaltó. Adriana se giró lentamente para encontrar a Selena de pie en el umbral, con una expresión inescrutable en el rostro. Sus manos estaban cerradas en puños, y su mirada intensa no parpadeaba.

—Yo... —Adriana buscó una explicación, pero nada parecía adecuado—. Vi la puerta abierta y... Selena avanzó un paso, sin apartar la vista de ella.

—No deberías haber visto esto. Adriana tragó saliva, tratando de mantener la calma.

—Selena... ¿qué es todo esto? —preguntó con cautela. Selena no respondió de inmediato. Su mente trabajaba rápido, evaluando la situación.

Finalmente, sonrió, aunque su expresión seguía tensa. —Es solo... una investigación. Me gusta analizar a las personas.

Adriana no estaba convencida, pero tampoco quería provocar a su amiga. Respiró hondo y asintió lentamente. —Bueno, hay que volver al trabajo... —dijo, intentando sonar despreocupada.

Selena la observó unos segundos más antes de asentir. —Sí, volvamos. Pero algo en el ambiente había cambiado.

Adriana sabía que había visto algo que no debía, y Selena sabía que ahora tendría que asegurarse de que su amiga guardara silencio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.