Deseos en vida

Capítulo 8

–“¿A la misma escuela?” – Pensé

Su rostro, su forma de hablar y su cuerpo delgado se me hacía demasiado familiar, sin embargo, no lo recordaba.

–Lo siento…– Dije con un nudo en la garganta –Yo no…

¿Por qué?

–No… te recuerdo…

¿Por qué duele tanto responder negativamente?

–Entiendo– Observa fijamente.

–Si…

¿Por qué estoy temblando?

–Lo siento…– Agaché la mirada a punto de llorar.

Tengo… ¿Miedo?

–No te preocupes– Sonríe –Yo si te recuerdo, era muy amiga de tu hermana, así que siempre te estuve observando… aunque siempre fue de lejos.

–Ya veo…

–Si– Continúa caminando a la par –¿Cómo has estado?

–Eh… estoy bien– Sonreí –¿Y tú?

¿Realmente estoy bien?

–Yo también estoy bien– Sonríe.

Quién sabe por qué mentí, ¿Será porque, aunque se lo diga nada va a cambiar?... sí, quizás sea eso, no necesita nadie saber cómo me siento, aunque le diga mi situación, al final del día tendré que volver al mismo lugar que tanto me atormenta y tendré que seguir luchando, seguir aguantando, seguir soportando hasta que llegue el día en que la vida me muestre un poco de luz, pero… si es tan innecesario decírselo… ¿Por qué?, ¿Por qué me duele tanto el corazón?, ¿Qué es este nudo que se forma en mi garganta?, tengo tantas ganas de llorar… simplemente no sé qué hacer, me siento atado.

Llegando al patio del colegio nos despedimos, ambos con una sonrisa en nuestros rostros, aunque a diferencia de mi… la sonrisa de esa chica realmente me parecía sincera. Subí las escaleras hacia mi curso y aquí me di cuenta que había llegado temprano al colegio, algo sumamente inusual teniendo en cuenta que he estado llegando muy tarde estos días.

–Mira quien llegó.

–Hola… Héctor.

–¿Hoy si te dignas a llegas temprano?... que inusual en ti.

–Lo sé– Dije dejando mi mochila en el pupitre –Iré a dar una vuelta.

–Te acompaño.

–No es… necesario– Dije dándole la espalda.

Por un momento pensé haberme librado de él, no obstante, al momento de bajar por las escaleras sentí un ligero golpe en la espalda, me había perseguido, su rostro emanaba luz, era demasiado energético para el cómo me sentía yo en este momento, pero por alguna razón y por extraño que parezca, ese pequeño gesto de venir tras de mi… me hizo feliz.

¿Qué es lo que deseo?

Estuvimos un buen rato dando vueltas alrededor del colegio hablando de temas variados, me sentí en la obligación de corresponder su energía, por lo que me exigí a mí mismo sonreír, hacer bromas y, sobre todo, aparentar que mi vida… es un arcoíris y nubes rosas, después de todo… es innecesario decirle como me siento.

El timbre de la primera hora sonó, era momento de regresar a las clases, pero en el camino a este mismo, me desvié un poco para sentarme por un momento en un banquillo que estaba cerca de las escaleras, Héctor se preguntaba qué era lo que estaba haciendo, después de todo llegaríamos tarde a la primera hora, a lo cual respondí simplemente que se adelantara ya que me iba a quedar un rato aquí sentado. Ante esta respuesta subió las escaleras y me dejó solo.

Miré al cielo por un momento y me comencé a preguntar cuál era el rumbo que tomaría mi vida, sentía que no estaba logrando nada, tampoco sentía estar avanzando, sentía que todos los días eran un bucle de lo mismo, estudiar, regresar, encerrarme, despertar y volver a estudiar para al final volver a ese mismo lugar.

–¿Desde cuándo mi vida se transformó en esto? – Sujeté mi pecho observando el cielo –¿Desde cuándo siento que todo sería mejor si yo no existiera? – Susurré con lágrimas en los ojos –Yo… estoy solo… no tengo a nadie.

Luego de varios minutos sentado intentando controlar mis lágrimas, por fin me calmé, limpié mi rostro y me puse de pie con el fin de ir a mi salón de clases. Cada escalón se me hacía demasiado pesado, ni siquiera tenía fuerza alguna para seguir subiendo, ¿Debería rendirme?, quizás… siempre lo pensé, pero por algún motivo termino subiendo hasta la cima, sin embargo, el sentimiento es el mismo… un vacío inmenso.

–Por fin vienes… vamos que llegamos tarde.

Cuando dijo eso y lo observé ahí parado alado de la puerta de clases esperándome, sentí unas incontrolables ganas de llorar.

–¿Por qué? – Dije observando fijamente.

–¿Por qué? – Se queda pensativo –No lo sé… solo sentí la necesidad de esperarte– Observa fijamente –Somos amigos, ¿No?

Amigos eh…

Todo este tiempo sentí estar caminando solo, pese a que me apego a la multitud, me sentía tan solo ya que nadie era capaz de esperar por mí, es como si de cierta manera fuese invisible para todo el mundo… ¿Era esto lo que quería?, ¿Qué alguien se apegue a mí?, quizás sea eso, después de todo el acelerar de mi corazón no mentía, estaba feliz.

–¿Qué esperas?... ven.

–Si– Sonreí –Ahora voy– Avancé.

Por primera vez en mucho tiempo… sentí como una de esas sonrisas sinceras se dibujaba en mi rostro. Era extraño, incomprensible, pero disfrutable, por eso mismo, lo atesoraré, no dejaré por nada del mundo que nuestra amistad se heche a perder, por culpa mía.

Él me dio ahora mismo… un poco de luz a mi abrumada vida.

Gracias… de verdad.

Las horas de clases pasaron como el viento, no parece que haya estado mitad de día encerrado escuchando a varios licenciados hablar de mil cosas, es como si de alguna manera las cosas las estuviera empezando a ver de una manera distinta a la habitual.




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