El tiempo fue transcurriendo, luego de aquel momento donde casi se me sale el corazón, no volví a saber nada de ese hombre al cual me obligaban a llamar padrastro. Mi madre poco a poco iba saliendo de su depresión, comenzó a ir a la iglesia y yo me centraba más que nunca en mis estudios y también, en la novia que tengo ahora, aunque… nada de eso… iba a durar demasiado.
Soy actualmente un estudiante de primero de bachillerato, la vida me trata mejor, sin embargo, las cosas con ella no iban realmente bien, en todo este tiempo juntos descubrí que realmente ella estaba restringida a muchas cosas, sus padres le prohibían completamente salir, lo que le hacia una chica realmente depresiva, siempre me hablaba de lo infeliz que se sentía y de todos los sueños que quería lograr, los viajes que quería emprender… todos esos deseos, me los tomé tan en serio que instintivamente también empecé a soñar junto a ella, pero a su vez… su tristeza… me la contagiaba hasta el punto que no podía dejar de sentirme mal por ella, intentaba ser alegre, de tener iniciativa y positividad, pero casi siempre hacia que todo eso, se venga abajo en un instante.
Nuestro tiempo de novios sinceramente no pude ser feliz, para colmo, al pasar al primero de bachiller me cambiaron el horario, ahora me encontraba estudiando en la tarde mientras que ella en la mañana, cosa que nos dificultó un montón pasar tiempo juntos, casi que diría que el único contacto que teníamos, era por mensaje.
“Se puede vivir sin contacto físico mientras haya amor y deseos de seguir juntos”
Me lo repitió tanto que… parecía querer auto convencerse de ello.
Era una chica muy insegura gracias a esto, me celaba muchísimo y se dejaba llevar de todas las cosas que llegaran a sus oídos. Hubo un tiempo en la que me junte bastante con una amiga, siempre me aconsejaba y nos reíamos mucho, yo realmente no hacía nada malo, pero para mi novia, estaba siendo un infiel, por lo que me prohibió complemente hablarme con ella, cosa que realmente me ponía molesto.
“¿Es mi culpa por hablar con alguien a quien aprecio mucho?”
Debe ser mi culpa.
Mis días son agotadores, comencé a tener una rutina con Héctor en la que después de clases, caminábamos por varios kilómetros hasta la parada de bus más lejana, ¿Por qué?, no lo sé, simplemente quería hablar más tiempo con el que le considero… mi único y real amigo.
Por lo general llegaba a casa a las 8 de la noche, mi madre muchas veces no hacia nada de comer, así que se me hizo costumbre comprar fideos instantáneos, gracias a esto y al estrés de los estudios, empecé a adelgazar bastante.
“Maldito infiel”, fue el mensaje que llegó por parte de mi novia, estaba confundido y a su vez un poco cansado de lo mismo, “Volviste a hablar con ella pese a que te lo prohibí”, leí el mensaje impactado. Me cuestionaba fuertemente todo esto, ya que no soy de las personas que dejan de hablar a sus amigos y amigas solo porque se lo pidan, era complacer su capricho y perder una amistad, o continuar viviendo en su eterno y toxico amor, aunque sea solo bajo sus propias reglas. Esa noche realmente fue especial, ya que me hizo dar cuenta que no importa lo mucho que me esfuerce en demostrar lo contrario, la gente solo se ciega a lo primero que escucha. Le expliqué bien que no era así, pero pese a todo decidió terminarme.
“¿Dónde está el amor que juraste tener por mí?”
Ahora todo se siente… como una cruel mentira.
—¿Así termina todo? — Dije mientras intentaba contener mis lágrimas.
Realmente la amé, hice todo lo que estaba a mi alcance para verla feliz, pero fue completamente inútil, esa misma noche, mientras el frio viento penetraba en mi piel, tras 7 meses de relación… ella me había terminado para siempre.
Al día siguiente fui completamente destrozado al colegio, no tenia muchos ánimos de hablar con nadie, mi corazón se partía en mil pedazos… encima de todo, mi madre realmente no podía olvidar a ese hombre que tanto daño le hizo, ya que cada noche la escucho llorando en silencio.
—¿Qué debo hacer?...
Yo no puedo… hacer nada.
—¡Alex!
Escuche al alguien decir mi nombre con total emoción.
—¿Cómo estás? — Observa dulcemente.
En ese instante que la vi desvié mi mirada, sin embargo, no podía culparla, no podía decirle que fue su culpa por la que terminé con mi novia, “¿Qué más da?”, no gano nada enojándome, ya que al final de la relación… no se si la amé por voluntad… o costumbre.
—Ahí… algo decaído.
—¿Sucedió algo?
—Puede ser…
—Te ves mal…— Se muestra preocupada —Entonces ya somos dos— Sonríe.
“¿Cómo puedes sonreír así y decir que también estas mal?” me cuestioné un montón eso, sentía que me mentía, pero a su vez notaba la sinceridad en sus palabras. Me sujetó de la mano y me llevó a una pequeña cabaña al aire libre que había en el colegio, ahí me contó todo, había terminado con su novio de una manera realmente estúpida, casi tan estúpida como la mía, sin embargo, pese a que tenia los ojos algo llorosos no dejó de sonreír y de demostrarme… que solo me estaba llenando de excusas para no levantarme.
—Te admiro mucho…
—¿A mí?
—Si… eres realmente fuerte… tanto que podría sentir algo por ti— Sonreí.
—……— Se sonroja.
—Gracias… por ti pude ver que realmente no fue mi culpa el que me hayan terminado— Observé el suelo decaído —No fue mi culpa… simplemente… no éramos compatibles…
Observa detenidamente y se toma una pausa larga antes de hablar.
—Así que tú también eh…
—Si… pero ya me siento mejor— Sonreí —Gracias por este momento, realmente me levantaste los ánimos.
—No digas eso, me haces sentir que hice mucho cuando solo vine a desahogarme— Sonríe —Pero…— Le da un beso en la mejilla —Aquí nos tenemos para desahogarnos juntos cuando haya una segunda vez.