Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 5 El sueño +18

CAPÍTULO 5

Volví a mi habitación para poder observarla nuevamente. Estaba acostada en mis sábanas, profundamente dormida. Acaricié su frente, quitando unos mechones de su frente. El olor de su sangre cada vez se me era más imposible de resistir, me gustaba ese hecho, durante mi larga existencia había tenido el honor de probar muchos cuerpos y todo tipo de sangres pero la suya era dulce, muy dulce. Lo que me preocupa. Siempre hacía lo mismo, tomaba una empleada humana, bebía de su sangre para alimentar mi sed, una que otra noche y borraba sus recuerdos luego de. Pero esta vez era diferente, mi mente pedía más a tal punto que cada vez que tomaba de su cuello sentía que le succionaba el alma. También sé que es peligroso, ella misma me comprobó que el dolor era insoportable de aguantar, aunque en ningún momento esté consciente, los resultados de mi mordida la dejan muy inestable.

—Espero no tengas nada que ver con el maldito libro. —Me recosté a su lado mientras la miraba.

—Si tu sangre es tan deliciosa no puedo imaginar el sabor de tus besos, de tu cuerpo... —Guardé silencio al ver que despertaba.

Nova

Abrí los ojos, adolorida. Había jurado oír una voz, pero no había nadie en la habitación. Volví a despertar en otra cama, la misma cama de la otra vez. Me senté acomodando un poco las sábanas y mi atuendo, no era el mismo. Una bata de seda dorada, muy transparente, al saber esto volví a cubrir mi cuerpo con las sábanas.

¿Qué carajo es esto?

—Debo irme de aquí.

Me incorporé de pie, rebuscando por todo el lugar tratando de encontrar mis prendas. Quedé frente a un tocador, me veía sexy con esto, bajo la bata no había nada más que mi cuerpo desnudo. Me gustó el hecho de verme así pero recordé que no estaba dentro de mi casa sino en la de mi jefe. Tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Recordé lo que sucedió antes y comprendí que no había sucedido nada entre nosotros, más que un simple beso, el beso más ardiente que he tenido.

Me giré, chocando con un cuerpo que me sostuvo de los brazos. Era él, estaba frente a mí y yo estaba en frente suyo, prácticamente desnuda.

—¿Tuviste la indecencia de cambiar mi ropa? —lo miré directo a los ojos y juro que estos cambiaron de color por unos segundos.

—No he tocado tu cuerpo—se acercó a mí oído—. no aún.

Mi cuerpo se calentaba con cada caricia de sus manos en mis brazos.

Traté de cubrirme pero no me lo permitió.

—Si no me dejas tocarte al menos déjame verte.

Me alejé.

 Sus ojos brillaron tanto que me asustaron.

—Tus ojos están... son rojos.

Di pasos atrás quedando pegada al tocador, el sólo sonrió.

No sabía qué hacer ni a donde huir.

—No... —Se acercó y colocó una mano en mi barbilla—. No te alejes de mi. —me pidió.

Sus manos bajaron con suavidad a mis muslos.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.