Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 7 ¿Qué le hiciste a Camila?

CAPÍTULO 7 

 

Lluvia de pensamientos, oídos sordos y una vista impecablemente inútil.

—¿Porqué cuesta tanto ser alguien honesto?

 

 

—Contigo quería hablar.

Lo tomé del cuello de su camisa, por la diferencia de altura en el acto el hombre tuvo que agacharse.

—¿Qué le hiciste a Camila? Contesta.

—Deberías estar feliz humana. Tu raza es una escoria vulnerable, yo solo la ayudé un poco.

—¿De qué estás hablando? y para tu información cariño te estás insultando también, pedazo de cretino.

Le dí una bofetada, pero no reaccionó y la que se terminó lastimando fui yo.

—Ahg... —me quejé.

—A esto me refiero. — sostuvo mi mano sin nada de cuidado.

—¿Escoria humana, sabes porqué te digo todo esto?

Callé, él empezaba a asustarme. 

—porque al final del día mi estúpido hermano mayor va a borrar tus recuerdos, pero me importa una carajo. Entérate, somos vampiros y tú una insignificante bodega de sangre. Aléjate de mi hermano, vete, lárgate y no vuelvas.

Sus ojos se tornaron rojos muy rojos, sus pupilas dilatadas, sedientos de... sangre. Estaba apunto de morder mi mano cuando siento como alguien me aleja, de manera ligera, era Evangelo.

—Ni se te ocurra poner un dedo más sobre ella, Everett. —Con tono autoritario habló. Su voz hacía eco, cada palabra venía más cargada de rabia que la anterior.

Se acercó a mí con una velocidad sobrenatural y posicionó su mano derecha en mi frente. Por la comisura del ojo ví a "Everett" decir algo entre dientes. Mi cabeza iba a explotar, mi cuerpo daba vueltas y yo solo pude sentir la sangre fría correr por mi cara.

Evangelo 

Estaba inconsciente, no podría utilizar mi poder con ella hasta que su cabeza mejorara del todo. Eso podría afectar su débil sistema. Everett estaba molesto pero no creí que fuera para tanto, estaba empecinado en que debía alejar de mi vida a Nova cosa que no haría. Yo no la veo como un peligro, me atrae, la quiero y la tendré a mi lado si me da la maldita gana.

—¿Dónde está ahora?—le pregunté a Leroy. Estaba cuestionandome sí estuvo bien tratarlo de esa forma.

—En la biblioteca. —sentía su estrés y la tensión que llevaba en su cuerpo.

—No puedo negar que lo que hizo estuvo mal —sabía por donde iba por lo que no lo dejé terminar 

—Es una cría vampiro. —estaba lleno de ira, quería quemarlo vivo.

—Pero en algo estoy de acuerdo con él, ya deberías haberte deshecho de la humana. Ella no está acostumbrada a estar en nuestra presencia, tú mismo has notado lo débil que se pone cuando está cerca tuyo. La matarás, y si es cierto lo que dices, de que la quieres a tu lado, déjala, la matarás sin tocarla.

—Me niego a dejarla.

—Ella no es Beatriz.

Eso fue un balde de agua fría a mi cuerpo, de vuelta a la realidad. Quizá tenía razón, tal vez solo la quería cerca porque me recordaba a ella, pero no, realmente  no lo es.

—Y no puedes permitir que se convierta en lo mismo que ella. Recuérdalo.

Luego de convertir a Beatríz, el amor de mi vida, en una vampiresa todo en ella cambio, la mujer de la cual estaba enamorado se esfumó.

—Llévala a su casa.—ordené y me dí la vuelta.

No lo vi, pero asintió seguramente. Escuché sus pasos y el sonido de la puerta crujiendo al cerrar. Era raro que caminara normalmente siempre se desvanecía y ya.

Al principio solo la quería para drenar su sangre y algo de sexo, pero al darme cuenta de que mi instinto vampírico salía cada vez que estaba con ella de manera descontrolada, empecé a preguntarme. Ella salía muy lastimada, aunque no lo recordara por mi poder, tener intimidad con ella era placer absoluto. Obviamente no la dejaría ir de mis brazos tan fácilmente cuando ya me traía vuelto loco.

—No la quiero cerca por que me recuerda a Bea- a ella.

Aunque quizá trataba de engañarme.

Caminé hasta la vitrina, tomando una botella, sirviendo sangre fresca en una copa. Amarga, tono rojizo encendido y un olor llamativo, no tan embriagador ni tan soporífero, estaba en su punto. Mi lengua sintió el filo de mis colmillos, llenos y deseosos de ser clavados en la dulce piel de una humana.

 

Oh Ciliegia...

 




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