Capítulo 9 ¡Era mi favorita Idiota!

CAPÍTULO 9

Malas desiciones pesan en el futuro.

“Camila”, vino a mi mente luego de tener sexo con mi jefe.

Me encontraba buscando mis prendas, las cuales estaban regadas por todo el lugar. Pensando en que luego de irme del hospital quedé de ir a ver a Cami, pero no fuí. El día recién empezaba lo cual significaba que podría ir. a verla en la tarde.

—Toma.

Era Evangelo, me entregaba mi camisa o lo que quedaba de ella.

—Prácticamente estoy desnuda, ¿No tienes el poder de reaparecer mis bragas también?

Puso los ojos en blanco y negó.

—Que yo sepa no.

—¿Porqué las rompiste? incluso mi camisa, ¡era mi favorita idiota! —me quejé como niña pequeña.

Colocó una de sus manos en mi mandíbula, apretandola.

—Eso no decías mientras te hacía el amor.

Quité su mano de mi cara con brusquedad.

—No pensaba en eso.

—Claro que no, de hecho creo que por un momento te desconectaste del mundo.

¿Estaba siendo sarcástico?

—No te burles de mi. —advertí.

Empecé a ponerme el pantalón y noe que mis piernas estaban húmedas, llenas de mis fluidos.

—Perfectamente lubricada.

Me sonrojé.

—No me mires así Presley.

Se alejó y caminó hasta su escritorio. Se veía impecable.

—Tenemos mucho trabajo hoy. Te quejaste el otro día de que no haces tu trabajo pues hoy si lo harás. Hoy tengo cuatro reuniones con unos inversionistas, una tras otra y debo asistir a una convención de moda. Además de que hay unos documentos que necesito que revises, unas cuentas también y que canceles algunas citas.

¿Convención de moda?

—¿Vas a esos lugares?

Negó.

—Es de una amiga. Está celebrando su cumpleaños y lo hará allí, es obsesionada con su trabajo por lo que prefirió seguir con la convención.

—Deja adivino. —de alguna forma me las arreglé para abotonar mi camisa— es una vampiro.

Rió por lo bajo, dando a entender que acerté.

—No sé porqué me sorprende.

—El caso es que me acompañarás. Debes alistarte acorde por lo que Isadora te asesorará.

Miró detrás mío, giré mi rostro y el susto que me llevé no se lo desearía a nadie.

—¡Dios! —con una mano en el pecho la miré— ¿hace cuánto está ahí? —miré a Evangelo.

—No te preocupes, acabo de llegar, ahora. —Sonrió y me abrazó del brazo—. Te queda el rojo. —Guiño.

—Por cierto, gracias por la información.

—¿Información?

—La información que me vino a entregar. Por eso llegó más temprano.

—Ah, cierto. —hablé con rapidez— Esa información.

Las horas pasaron lentas, no había podido hablar con Evangelo desde las seis y pico de la mañana. Estuve reservando y contestado llamadas, leyendo y firmando documentos, me dolía el culo de tanto estar sentada. ¿Me quejaba? pues ahora me arrepiento.

—Toma Cariño —me extendió una bolsa de papel.

—Gracias Rubia. —ella solo rió.

—No saliste a almorzar, tienes mucho trabajo. Acostúmbrate, será así desde ahora.

Ja.

—Bueno, supongo que no puedo quejarme.

—Todos nos quejamos, descuida.

Era rubia, pálida, sus ojos eran amarillos y sus pómulos muy pronunciados. Me preguntaba si ella también era una vampiresa o cuantos de ellos habría aquí o en toda la ciudad.

Por todo lo sucedido no había tenido tiempo de conversar con mis compañeros. Todos ellos tenían algo en común, no sabía qué pero algo en ellos me hacía pensar eso. 

—¿Alguna vez has donado sangre?

Pareció darle gracia mi pregunta pues caso suelta una carcajada.

—¿Porqué me preguntas eso? —negó—. pero me gusta ese hábito supongo.

—¿Porqué?

Lo pensó unos segundos.

—Conozco personas que lo hacen, me parece una acción bonita, ayudar a personas que lo necesitan es... Arte.

Su mirada fría y directa me hizo apartar la vista.

—Bueno, gracias por el almuerzo, te debo una.

—En definitiva, me debes una. —volvió a guiñarme el ojo.

En su sonrisa noté un pequeño bulto, como si algo quisiera mostrarse, hacerse visible. Pero desapareció cuando sonrió mostrando sus perfectos dientes.

—Hablamos más tarde, cuando sea hora de la reunión. Ah cierto, habrá una reunión especial el jueves, no pases por aquí. Seguramente ya te lo iba a decir tu jefe pero me adelanto para descartar cualquier duda.