Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 10 Nick es mi nombre.

CAPÍTULO 10

 

Nunca juzgues al roble.

 

 

—Esto es muy distinto a lo que suelo usar.

—No pienses en eso, de todas formas es la etiqueta del evento. Espero la pases genial, trata de divertirte porque te aseguro que necesitarás con que pasar el rato.

Apartó la brocha de mi cara y se alejó de mi. El maquillaje era increíblemente oscuro, tonos rojizos y negros, un labial rojo brillante y ni hablar del vestido.

—¿porqué lo dices?

Dio media vuelta. Mientras que los demás empleados que antes me ayudaban con el vestido recogían sus cosas y se marchaban.

—Estos eventos suelen ser entretenidos hasta que se ponen a hablar de negocios y Pff... ¿a quién le agrada eso?  

Caminé hasta la puerta y fuera vi una limosina.

“Esto es increíble”, pensé con sarcasmo.

Al entrar en ella, noté la figura del hombre al que iba a acompañar. Me miró de pies a cabeza con una mirada arrasadora.

—¿Dirás algo? —pregunté esperando un halago.

—No. ¿Analizaste bien los documentos que te entregó Isadora?

Lo miré incrédula.

—Sí, ocupó toda mi tarde señor. —entre dientes hablé.

—Justo los traigo conmigo. —Continué.

—Perfecto. Debo dárselos a un conocido en el evento.

—Supongo que hará de cuenta que no sucedió nada esta mañana.

Llevé mi vista hacia el suelo.

—No. Pero el trabajo no se mezcla con lo personal, deberías saberlo siendo tú una profesional. —hizo una pequeña pausa mientras me miraba—. Aunque, recordando que es tu primera vez trabajando se puede considerar el hecho de que no lo sepas.

Lo fulminé con la mirada. No quería hacer un escándalo por lo que no le dije los mil insultos que pasaban de lado a lado en mi cabeza.

—Habla como si... —negué mentalmente.

—Termina.

Suspiré.

—Hazlo. —Levanta una ceja y cruza sus piernas, mirando con curiosidad.

—Habla como si fuera demasiado mayor. —Hablé algo fastidiada.

—Soy mayor que tú.

—Y por mucho, ya lo sé. —Puse los ojos en blanco.

Se quedó callado y pasó una mano por su barbilla.

—Nunca imaginé acostarme con alguien que pasara de los 50. —me acomodé mejor en la silla mientras evitaba soltar la risa más burlona del planeta.

Destilando veneno.

Observaba cada microscópico movimiento u gesto en mi rostro.

—No tengo ganas de seguir esta conversación.

¿Acaso se ofendió? Sonreí con ironía sin verlo.

—De acuerdo, no seguiré o ¿quizá sí?

No le importó, no habló y así fue durante todo el viaje. Él disfrutaba de su champagne mientras yo lo observaba en silencio. Él se veía relajado y despreocupado, disfrutando cada sorbo de champagne mientras yo lo observaba con curiosidad y cierta intriga, porque a pesar de que no lo demostraba sentía cierta tensión en él. Por fin llegamos al lugar donde se llevaba a cabo el evento. Por fuera se veía impresionante y elegante, con una fachada imponente que reflejaba lujo y sofisticación. Evangelo tomó mi brazo y lo abrazó con el suyo para luego guiarnos hasta dentro. De golpe nos cruzamos con una mujer que empezó a tener una pequeña charla con él.

“Katherine, ella es Nova Presley, mi asistente personal” escuché a lo lejos.

Mis pensamientos estaban en los detalles del lugar, sus decoraciones y los aperitivos en las mesas. Cuando volví a girar el rostro me encontré con la mirada neutral de la mujer.

—Nova, ella es Katherine Cortine la organizadora y dueña del evento.

—Es un placer. —estreché su mano y ella rápido se acercó a darme un abrazo.

Se alejó y observo por muchos, diría demasiados segundos a Evangelo.

—No, en verdad... el gusto es... todo mío.

Hablaba como perezoso.

Crucé miradas con mi jefe y entendí que quería que me fuera.

—Bueno, seguramente tienen mucho de que hablar yo me retiro.

—Claro, querida... disfruta.

Sentí una mano helada en mi hombro descubierto. Lo miré sobre el hombro.

—Cuídate y no vayas al a la oeste del salón.

Me resultó extraño pero simplemente correspondí con mi asentimiento. Me acerqué a una mesa, un mesero me brindó dos copas, ambas con un líquido rojizo. Tomé el de la izquierda y al sentir el sabor en mi boca tuve ganas de vomitar. Por mis expresiones seguramente el mesero notó mi incomodidad y rápidamente me llevó al baño.

No había nadie. Escupí el líquido, era sangre, pura sangre. Por suerte no manché el vestido. Pero había intriga en mí, ¿todos son vampiros aquí?




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